Israel finalmente ha logrado asesinar a Y. Sinwar, el líder de Hamas que encabezaba la lista de objetivos de las Fuerzas de Defensa israelíes, considerado el artífice del ataque del 7 de octubre de 2023.
Jueves 17 de octubre 20:03
Es un nuevo éxito táctico-militar para el gobierno de Netanyahu que en los últimos meses ha acelerado la ofensiva sobre Hamas, Hezbollah y otras milicias aliadas de Irán.
Con la muerte de Sinwar, y antes de él de I. Haniyeh, asesinado por Israel en Teheran en julio pasado, prácticamente Hamas se ha quedado sin líderes con la suficiente autoridad y experiencia como para poder conducir la organización tanto para la resistencia militar como en la administración política de la Franja de Gaza, reducida a escombros en el año que lleva la guerra-genocidio de Israel.
Sin dudas es un punto de inflexión, aunque el sentido que tome el curso de las guerras en múltiples frentes que hoy libra el Estado de Israel -Gaza, Cisjordania, Líbano, Yemen, Siria, Irak y próximamente Irán- es aún incierto.
Mientras que para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, al igual que otros líderes de potencias como Francia, es una ventana de oportunidad para que Netenayahu cante victoria y ofrezca condiciones para la rendición de Hamas y la liberación de los rehenes, el primer ministro israelí dejó en claro que de ninguna manera la muerte de Sinwar pondrá fin a la guerra en Gaza.
La urgencia de Biden para tratar de poner fin a la guerra-genocidio en Gaza se explica en términos electorales, dado que es un lastre para la campaña de la candidata demócrata Kamala Harris, que sufre por derecha el ataque de Trump y sectores sionistas que le recriminan tratar de condicionar al Estado de Israel, y por izquierda, el repudio de amplios sectores juveniles y sobre todo de la comunidad árabe-musulmana, lo que podría costarle la presidencia.
La persistencia guerrerista de Netanyahu se explica también por sus propios cálculos políticos. Con su olfato entrenado, percibe que los éxitos que ha conseguido en el último mes pueden significar su supervivencia al frente del gobierno hasta el fin de su mandato. Y sobre todo que debe esperar al menos hasta el 6 de noviembre, cuando se conozca quién ocupará la Casa Blanca por los próximos cuatro años, siempre y cuando no se repita, como tragedia o farsa, la crisis de las elecciones de 2020.
Pero difícilmente la desaparición de escena de Sinwar o Nasrallah -como antes ha sucedido con otros líderes eliminados por el Estado de Israel- revierta las tendencias a la guerra regional, o más precisamente, al enfrentamiento directo entre Irán e Israel/Estados Unidos. No solo Israel cambió el centro de gravedad temporalmente hacia el Líbano, sino que la propia dinámica está involucrando cada vez más a Estados Unidos, más allá de la voluntad manifiesta de Joe Biden de evitar ver envuelto al imperialismo norteamericano en una nueva guerra en Medio Oriente. En solo dos días, la Casa Blanca autorizó el bombardeo de posiciones de los hutíes en Yemen y el despliegue de su sistema de defensa misilístico en Israel junto con el envío de unos 100 efectivos para operarlo.
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La región está en un compás de espera, pendiente de la respuesta de Israel a los 180 misiles que le lanzó Irán. El gobierno norteamericano intenta imponer alguna restricción a Netanyahu, por ejemplo, no atacar instalaciones nucleares o la infraestructura petrolera de Irán, lo que tendría un impacto casi inmediato en la situación internacional de conjunto. Pero Biden no solo es un pato rengo, sino que el carácter absolutamente prioritario de la alianza estratégica con Israel, y la propia decadencia hegemónica de Estados Unidos, limita su capacidad de persuación. Mientras tanto, Netanyahu espera que una eventual presidencia de Donald Trump sea aún más favorable a sus intereses coloniales y facilite su estrategia de establecer el “Gran Israel”, anexando territorios y forzando la expulsión de la población palestina.
Pero esa “solución final” que abiertamente proclama su gobierno de extrema derecha de colonos y partidos religiosos es la que realimenta la resistencia palestina y la solidaridad internacional que se ha expresado en los campus y las calles de Londres, París o Nueva York.
Claudia Cinatti
Staff de la revista Estrategia Internacional, escribe en la sección Internacional de La Izquierda Diario.