Desde la Cumbre por la Tierra de Río en 1992 se celebra el día mundial del agua el 22 de marzo, como una manera de crear conciencia sobre la importancia del cuidado y el uso racional de este recurso. El tema de este año fue “aguas residuales”.

Axomalli Villanueva @1quiahuitl
Jueves 23 de marzo de 2017
Como sabemos, más del 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua, sin embargo sólo el 2 % de esta es apta para consumo humano. A pesar de ello, tres países consumen el 38% de los recursos hídricos disponibles en el planeta. China, India y EE.UU. encabezan el ranking mundial que calcula la huella hídrica de cada nación, una medida que estima el volumen total de agua consumida por el hombre para producir bienes y servicios.
Según la ONU, “necesitamos aumentar la recolección y tratamiento de las aguas residuales y reciclarlas de una forma segura. Al mismo tiempo, necesitamos reducir la cantidad de agua que contaminamos y malgastamos para ayudar a proteger el medio ambiente y los recursos hídricos”.
Más de una de cada seis personas en el mundo se ve afectado por estrés hídrico. Esto es agravado por los efectos del cambio climático que ya empiezan a sentirse alrededor del mundo en los sectores marginados de la población.
Existe amplio consenso de que la cantidad total de agua dulce disponible está disminuyendo debido al cambio climático, el cual es responsable del retroceso de los glaciares, y la reducción del caudal de los ríos, lagos y estanques.
Muchos acuíferos fueron sobreexplotados y no se recargan suficientemente. Aunque no se agota el suministro total de agua dulce, una parte importante ha sido contaminada, salada, inadecuada o no disponible para el consumo humano, ni para la industria y la agricultura.
Ciudades en riesgo
Casi 1.000 millones de personas carecen de acceso a agua limpia a nivel mundial. Esta es la primera vez en historia de la humanidad en que hay más gente viviendo en ciudades que nunca, y se predice que tres cuartas partes de la población mundial serán urbanas para 2050. Para entonces, según otro estudio, habrá más de 700 millones de refugiados climáticos.
En palabras de Arnoldo Kramer, director de la oficina de Resiliencia de la Ciudad de México “El cambio climático se ha convertido en la amenaza a largo plazo más grande para el futuro de la ciudad. Y esto es porque está vinculado al agua, la salud, la contaminación del aire, la interrupción del tránsito a causa de inundaciones, la vulnerabilidad de la vivienda por derrumbes, lo cual quiere decir que no podemos empezar a atender ninguno de los problemas reales de la ciudad sin hacer frente a la cuestión climática”.
Hoy, 10 millones de mexicanos no tienen acceso a agua. Inclusive dentro de la ciudad hay personas que no tienen acceso continuo ni en calidad ni en cantidad. Una familia promedio del Valle de México -además de pagar una tarifa mensual por agua potable, drenaje y saneamiento- gasta más de 4,000 pesos al año para compensar por los cortes recurrentes y otras deficiencias en el servicio.
Si bien el 91.6% de la población en el Valle de México tiene una conexión de agua potable en su casa, el servicio no suele ser regular. La población de la región ha crecido 5.6 veces entre 1950 y 2005, pero hay muy poca disponibilidad de agua. La ciudad de Monterrey tiene, por ejemplo, 6.5 veces más agua disponible por habitante y por año que el Valle de México. Además, 32% del agua que se usa en la ciudad proviene de ríos, lagos y otras fuentes que se están agotando por la sobreexplotación.
Hundimiento y escasez de agua
Una característica de la Ciudad de México es que es una aglomeración de barrios que en realidad son muchas grandes ciudades una junto a la otra. Los automóviles inundan la atmósfera con dióxido de carbono, que induce el calor.
Este desarrollo ha acabado casi en su totalidad con los lagos originales y ha mermado los acuíferos subterráneos; de una zona lacustre ahora se tienen que traer miles de millones de litros de lugares remotos.
Con condiciones de cambio climático la situación se espera aún más difícil, lluvias más fuertes e intensas, lo cual significa más inundaciones, pero también sequías más prolongadas y fuertes. Parte de la crisis actual surge porque ahora hay desarrollos urbanos sobre la mayor parte de esta tierra porosa, incluyendo largos tramos que la ciudad supuestamente había reservado para la agricultura y la protección. Así que la tierra porosa se encuentra sepultada bajo concreto y asfalto, lo que evita que la lluvia se filtre hacia los mantos acuíferos, ocasionando inundaciones y creando “islas de calor” que elevan las temperaturas aún más y que solo aumentan la demanda de agua.
Los efectos del cambio climático son varios, pero una cosa es segura: siempre exponen las grandes vulnerabilidades de las ciudades, exacerbando los problemas que los políticos y los planificadores urbanos suelen ignorar o tratan de esconder bajo la alfombra. Se expanden hacia el exterior, desafiando fronteras.
¿Puede una mega ciudad movilizar a sus 22 millones de ciudadanos por un consumo de agua sustentable?
El término que usa el Pentágono para el cambio climático es “multiplicador de amenazas”. Así se expanden hacia el exterior, desafiando fronteras.
En todo el mundo, el clima extremo y la escasez de agua aceleran la represión, los conflictos regionales y la violencia. Hay más en juego que sólo la ciudad. Si el cambio climático causa estragos en el tejido económico y social de lugares clave en el mundo como la Ciudad de México, advierte el escritor Christian Parenti en su libro Tropic of Chaos: Climate Change and the New Geography of Violence, “ninguna muralla, arma, alambrado, dron armado ni mercenario desplegado de manera permanente podrá salvar a la mitad del planeta de la otra mitad”.
Como se señala acá,“No puede haber sustentabilidad posible en el manejo del agua si la ciudad se administra de acuerdo con los intereses de las grandes empresas constructoras, inmobiliarias y de telecomunicaciones, como lo hace el actual jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera”.