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Red Internacional
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Precarización Laboral. Qué es la precarización y cómo la vivimos las trabajadoras de la educación

La precarización laboral tiene rostro de mujer, se estima que el 70 % de los trabajos precarios son sostenidos por mujeres. En un gremio altamente femenino como el nuestro, no quedamos exentas de vivir precarizadas.

Miércoles 24 de febrero de 2021

Precarización en la educación

El resultado de décadas de presupuestos magros en educación, se ha traducido en la falta de mantenimiento de los inmuebles que actualmente funcionan como escuelas en el país. Sumado a la bajísima –casi nula– construcción de nuevas escuelas. En edificios viejos, dañados e inseguros estudian millones de las hijas e hijos de las y los trabajadores en el país.

Ese mismo factor –la falta de recursos– se ha descargado también en las espaldas de las trabajadoras y los trabajadores de la educación. Se ha avanzado en la negación de derechos laborales básicos como la falta de contratos que reconozcan la relación laboral y por lo tanto brinden estabilidad en el empleo, tal es el caso de les maestres de inglés del programa PRONI.

Salarios que cada año alcanzan para menos, ataques constantes al derecho a una jubilación digna, deterioro del ISSSTE y por lo tanto de nuestro acceso a la salud, son tan sólo algunos ejemplos.

Con el programa Aprende en Casa se suman además jornadas que parecen infinitas y el aumento en el hostigamiento laboral de directivos, quienes no respetan horarios y lo mismo les parece un lunes a las 8 am que un sábado a las 11 pm.

Media superior y superior, la precarización avanzó a paso veloz

Las maestras de educación superior y superior en escuelas públicas padecen un ataque brutal. Con contrataciones ilegales como honorarios, docentes por asignatura o docentes por hora, un gran número de docentes laboran sin estabilidad laboral; de la mano de esto viene la negación de otros derechos como la seguridad social.
Claro ejemplo son las maestras y maestros de la UACM, quienes siguen en lucha después de que fueran despedidos por exigir basificación y el reconocimiento de sus derechos como trabajadores de la educación.

Entre las precarias hay un sector que es aún más golpeado: las trabajadoras de intendencia. En el Instituto Politécnico Nacional y en el Instituto de Educación Media Superior las trabajadoras son contratadas bajo el esquema de subcontratación (outsourcing). En el resto de los bachilleratos y las universidades también existe este esquema, en algunos va avanzando conforme se van jubilando las trabajadoras y en otros el paso es más veloz.

Además de que no se reconocen sus derechos más elementales como la estabilidad laboral, trabajan con salarios bajísimos, obligando a muchas de ellas a doblar turno, es decir que hay quienes laboran más de 14 horas diarias para poner el pan en la mesa de sus hogares.

El ejemplo más reciente de la brutalidad del esquema de la subcontratación en la educación es el de las trabajadoras de intendencia del IEMS, quienes en plena pandemia fueron despojadas de su fuente de trabajo. No es la primera vez que pasa en el instituto. En 2015 más de 50 trabajadoras fueron también despedidas cuando intentaron organizarse para exigir el reconocimiento de su relación laboral.
Igual que en 2015, ahora las trabajadoras no se quedaron de brazos cruzados, denunciaron públicamente el hecho y actualmente se encuentran en pie de lucha por su reinstalación y por la eliminación del cáncer de las y los trabajadores llamado outsourcing o subcontratación.

Si es privado, es aún más precario

Si las violaciones a los derechos laborales son duras en educación básica, la realidad es que quienes viven la peor parte son nuestras compañeras de educación privada. Con nula estabilidad laboral quedan a merced de los dueños o directivos de las escuelas, tal como se evidenció desde el principio de la pandemia con el despido masivo de maestras de escuelas privadas.

Sin acceso a la seguridad social, sin estabilidad laboral y con salarios miserables, laboran muchas de nuestras compañeras maestras en educación privada. En la misma situación se encuentran las trabajadoras administrativas y manuales de dichas escuelas.

No hay duda: la precarización es violencia

Hace algunos años, en los espacios de coordinación para las movilizaciones de mujeres –en aquel entonces aún pequeñas– las compañeras de Pan y Rosas exponíamos que había una violencia naturalizada y cotidiana: la precarización laboral.

Millones de mujeres trabajan en condiciones precarias, con la violación permanente de derechos laborales, jornadas extenuantes y salarios miserables. Decíamos y seguimos diciendo: que el salario no alcance para llegar a fin de mes, es violencia; ver a tus hijos quedarse con hambre, es violencia; soportar el acoso sexual o laboral en el trabajo por miedo al despido, indudablemente es violencia.

Aunque en aquellos años el feminismo más institucional, el cercano a los partidos del régimen o a algunas ONG nos decían que hablar de precarización desdibujaba la lucha contra la violencia, nosotras seguimos –junto con otras organizaciones de mujeres– peleándonos por visualizar esta cotidiana y brutal violencia.

Hoy en día para muchas mujeres está más claro: si queremos vidas dignas y verdaderamente libres de violencia, la lucha contra la precarización no es un asunto secundario. Por eso, este 8 de marzo las maestras de Nuestra Clase–Pan y Rosas saldremos nuevamente a tomar las calles junto a otras docentes y trabajadoras. Te invitamos a ser parte de nuestro contingente.

Escríbenos, luchemos juntas contra la precarización y todas las formas de violencia!
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