En el marco de la lucha docente, reproducimos este hermoso texto de la docente y escritora rosarina Betty Jouve, publicado originalmente en su libro "De guardapolvos y campanas".
Martes 6 de marzo de 2018
Un docente es un ser vivo. Nace, crece, a veces se reproduce, y finalmente, muere. Es un vertebrado que pertenece a la especie de los seres humanos. Se caracteriza por ser gregario, vivir en sociedad, junto a los demás seres pertenecientes a su misma especie.
Para procurar su subsistencia, trabaja. Por esta razón puede afirmarse que vive de un salario, con el que debe afrontar lo que se consideran necesidades básicas. Por ser trabajador, guarda semejanzas con el resto de la clase de la que forma parte. A su vez, posee algunas características que le son propias, relacionadas con su tarea. A saber:
Características comunes al resto de los trabajadores
Un docente vive en una casa, si no es propietario, alquila. Paga impuestos, como dicen hacerlo los buenos ciudadanos.
Un docente puede vivir solo o acompañado. Dato importante, en el caso de la especie femenina, porque en más de una ocasión algunos estadistas contemporáneos han inferido que podía considerarse pagar medio salario. Sin embargo los datos empíricos han demostrado que se encuentran numerosas trabajadoras docentes siendo sostén de sí mismas, y de toda la familia a su cargo.
Un docente come. Superada la etapa histórica de la caza, la pesca y la recolección, compra la comida en el supermercado. El mismo al que va doña Rosa. Está sujeto a los mismos precios y a los mismos índices inflacionarios que el resto de los consumidores.
Un docente se viste. Si es maestro de primaria o de inicial compra un guardapolvo. Si es de media, intentará adecuar su vestuario a las características del lugar a donde fue destinado: trajecito o vaquero, zapatillas o zapatos. (Ídem para Educación Superior)
Para ir al lugar de trabajo toma transporte urbano o interurbano.
En otros casos, hacen dedo, o tienen vehículo, léase bicicleta, moto o auto. Deberá comprar el combustible, en estos últimos casos.
Ya dijimos que en tanto ser vivo puede reproducirse, en ese caso tendrá hijos. Si los mismos son pequeños, paga una niñera, o lleva el hijo a la guardería, al jardín, a la primaria. Si es del secundario va solo. En ese caso el vástago abonará la tarjeta de colectivo. (Recuerde que a pesar de las promesas no hay secundarias en todos los barrios). Nótese aquí que el ser docente no lo exime de enviar a sus hijos a la escuela. Desde esta perspectiva los hijos de los maestros, también pertenecientes a la especie de los niños humanos, se ven “afectados” por los paros que en los últimos tiempos han realizado sus progenitores.
Un docente suele enfermarse, como así también su grupo familiar. En ese caso pagará medicamentos, visitas al médico, estudios en caso de necesitarlos.
Los ítems hasta aquí desarrollados detallan los elementos indispensables para garantizar la reproducción de la vida. Se excluyen la recreación y el descanso, ya que no son estrictamente necesarios.
Características específicas que hacen al oficio de enseñar
Un docente paga sus materiales de trabajo: hojas, cuadernos, biromes de muchos colores para corregir, plasticolas, tijeras de piquito, cartulinas, libros de consulta, fotocopias.
Si es docente de inicial, primaria, especial, compra o prepara regalitos para el inicio de las clases, huevito de pascua para los más chiquitos, souvenir para el día del niño y finalización del año.
Muchas veces experimenta una sensación extraña que puede sintetizarse en un: ¿a qué venía yo? Este síndrome suele producirse al finalizar la jornada, cuando saca la cuenta de que dio la clase de lengua y de matemática, limpió mocos, repartió zapatillas, puso agua oxigenada en la lastimadura infectada de Jonatan, medió entre los de sexto y los de séptimo que se peleaban en el patio, escuchó al juez que llamó para ver si Malena venía regularmente a la escuela, vendió y compró la rifa de la cooperadora que serviría para arreglar los baños, leyó la circular del Ministerio, saludó a los niños a las diecisiete y treinta, pero permaneció en la puerta junto a Emiliano hasta las dieciocho y treinta porque justo el colectivo donde venía su madre a buscarlo, pinchó una rueda. Estos hechos no lo convierten en mejor ni peor, simplemente están relacionados con las características de su trabajo.
Al llegar a su casa, su trabajo no termina. Corrige pruebas, prepara las próximas clases, escribe el plan anual, el plan de unidad.
Fundamenta y contextualiza su currículo, lo acaricia para que le quede un poco más flexible, y poder incluir allí la prevención contra el dengue, la gripe A, la pediculosis, o algún otro mal que ronde por la sociedad. Y sobre todo se esmera en preparar una plancha grande, muy grande de nuevas fotocopias, donde entren varios ejercicios, dibujitos, textos, tareas largas y cortitas, para ahorrar un pesito más y estirar otro poco el abono de la fotocopiadora del barrio.
Los docentes hacen paros, porque hace un tiempo comprendieron que un maestro es un ser vivo, perteneciente a la especie de los seres humanos. Un trabajador, que vive de su salario.