“La complejidad político-administrativa es una característica de cualquier metrópolis”, señala el geógrafo de la UBA Juan Pablo Venturini. “En el caso del AMBA, la fragmentación política, social y económica es un problema particularmente grave”.
Jueves 16 de julio de 2020 16:47
El contexto de pandemia nos ha familiarizado con un término que escuchamos habitualmente en todos los medios de comunicación y hasta en los memes: el AMBA. Usualmente, y desde una mirada un tanto “porteño-céntrica”, se la equipara a la expresión “Ciudad de Buenos Aires + conurbano”. Sin embargo, esta forma de entenderla muchas veces da lugar a confusiones.
¿Qué es y qué no es el AMBA? Para despejar esta pregunta, precisar los términos que se utilizan desde muchos medios de comunicación y aportar para seguir pensando una metrópolis desde y para el pueblo trabajador, conversamos con el geógrafo de la Universidad de Buenos Aires, Juan Pablo Venturini.
Venturini es becario doctoral UBACyT e investigador del Grupo de Estudio de Geografía Urbana (GEGU) en el Instituto de Geografía de la UBA, militante social y poeta.
Juan Pablo, hemos notado que muchas veces, cuando desde los medios hablamos de AMBA, se mezcla este término con otros, para referirse a la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense. ¿Qué es y qué no es el AMBA, y por qué son un problema las confusiones en torno a este tema?
En primer lugar, creo que debemos tener en claro qué es una metrópolis. En términos simples, se trata de un conjunto urbano conformado por una ciudad central y los suburbios que la rodean, lo que usualmente se corresponde con una gran aglomeración urbana que traspasa los límites de diferentes jurisdicciones político-administrativas. El concepto de Área Metropolitana generalmente se emplea como una operacionalización o bajada a un recorte concreto en el territorio del concepto de metrópolis.
Ahora bien, esa metrópolis no es simple de definir. ¿Hasta dónde llega? ¿cuándo termina lo urbano y empieza lo rural y qué los define? Para responder esto hay que aclarar que existen tres criterios principales, que pueden combinarse, para definir la ciudad y lo urbano: un criterio físico (lo que se conoce como “la mancha urbana”), un criterio jurídico, basado en los límites político-administrativos, y un criterio interaccional, que refiere a las redes y espacios de interacción cotidiana de la población.
De todos esos criterios para definir la ciudad, ¿cuál sería el más conveniente?
No hay un criterio mejor que otro, sino que son criterios diferentes que cada país adopta y que también dependen de los objetivos que se persigan. Por ejemplo, en Argentina el INDEC trabaja con el criterio físico para identificar y delimitar localidades. Sin embargo, en la idea que solemos manejar de Gran Buenos Aires (GBA) o de Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que ahora nos convoca con la pandemia, está implicado fundamentalmente el criterio jurídico.
Entonces, ¿es lo mismo hablar de AMBA que de GBA?
Los distintos criterios para delimitar la ciudad han dado lugar a diferentes formas de llamar a la metrópolis. AMBA es uno de ellos. Hasta principios de los años 2000, el INDEC usó la expresión AMBA para referirse al conjunto conformado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 24 municipios de la provincia de Buenos Aires sobre los que se expandía la mancha urbana (lo que sería una combinación del criterio físico con el jurídico). A partir de ese momento, abandonó la expresión AMBA y comenzó a denominar a ese conjunto como Gran Buenos Aires (GBA).
El INDEC todavía utiliza este recorte territorial como área estadística. Entonces, podemos decir que de alguna manera era lo mismo hablar de AMBA o de GBA, recordando que en ambos casos está incluida la CABA.
Otro concepto es el de Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA), que se ha usado para referir a la CABA más 40 municipios de la provincia. El Gobierno de la provincia lo utilizó en alguna oportunidad y luego se difundió en al ámbito académico, aunque no tiene una definición oficial. La noción de Región Metropolitana incluye tanto áreas urbanas como rurales, interrelacionadas entre sí, y una serie de ciudades “satélites” vinculadas con Buenos Aires, algunas de tamaño intermedio como Luján, Zárate, Cañuelas, etc., y una grande como La Plata. En la RMBA aparece con fuerza el criterio funcional o interaccional del que hablábamos más arriba.
Por otro lado, para referirse sólo a la parte de la provincia de Buenos Aires suele usarse mucho la palabra “conurbano”, que también es confusa. Según la Ley Provincial de Descentralización Administrativa y Financiamiento de Programas (Ley 13473) del año 2006, el conurbano bonaerense no está compuesto por 24 municipios (GBA) ni por 40 municipios (RMBA), sino por 33. El término correcto es “partidos del GBA”, o AMBA o RMBA, dependiendo a qué conjunto nos estemos refiriendo. Como ves, no es tan fácil responder a tu pregunta.
Entonces, los informes sobre la pandemia hablan del AMBA, pero en realidad se incluye un territorio mucho más amplio que lo que antes se conocía como AMBA o la CABA más los partidos del Conurbano: se está hablando del territorio de la RMBA.
Exacto. La confusión actual se debe a que el uso que se está haciendo del término AMBA refiere a lo que hasta ahora veníamos conociendo como RMBA, y no a lo que el INDEC solía llamar AMBA. Parece que se está reconociendo que la dinámica metropolitana de Buenos Aires supera el viejo recorte de CABA + 24 municipios y se extiende sobre un territorio más amplio, el de los 40 municipios. Esto es algo positivo, porque amplía la mirada metropolitana y asegura una mayor protección frente a la circulación del virus.
Por otro lado, se observan errores en muchos medios de comunicación en el uso de otros términos. Por ejemplo, Buenos Aires (entendida como metrópolis) sí es una megaciudad, porque tiene más de 10 millones de habitantes, pero no es una megalópolis, término que refiere a una integración de dos o más áreas metropolitanas.
Tenemos entendido que existen muy pocos ejemplos de articulación de diferentes gobiernos a escala metropolitana, como el CEAMSE y ACUMAR. ¿Por qué es tan difícil lograr esa articulación y cómo ayudaría tener un gobierno metropolitano para planificar la ciudad, especialmente en tiempos de pandemia?
Ha habido algunos intentos de gestión metropolitana a lo largo de la historia. Hoy tenemos la recientemente creada Agencia Metropolitana del Transporte y hace unos días se envió al Congreso un proyecto de ley para la creación de una Agencia de Coordinación para el AMBA. La complejidad político-administrativa es una característica de cualquier metrópolis, pero creo que en el caso del AMBA la fragmentación política, social y económica es un problema particularmente grave, que no ha parado de acentuarse desde las políticas urbanas de la última dictadura y que se ha profundizado, a mi entender, a partir de la autonomía de la Ciudad en 1996. Entre los municipios pasa algo similar con los famosos “Barones del Conurbano”, cuyos gobiernos se basan en la acumulación personal de poder y su aplicación discrecional sobre el territorio. Sobre esta base, las posibilidades de gobernar la Buenos Aires metropolitana en forma integrada creo que son muy pocas.
¿Y qué opinás sobre la gestión metropolitana que se viene haciendo de la pandemia?
Desde un principio se quiso mostrar una imagen de unidad y articulación, pero las contradicciones no tardaron en aparecer y se vieron posturas diferentes de la CABA y la Provincia sobre cómo gestionar el aislamiento obligatorio. En los últimos días, los casos positivos vienen creciendo más rápido en los municipios del AMBA que en la CABA y los medios replican una especie de competencia por ver qué Gobierno gestiona mejor la situación, cuando en realidad cada uno fue evaluando cómo responder frente a las presiones de determinados intereses, fundamentalmente del sector empresario. El problema es que se termina perdiendo de vista el funcionamiento metropolitano mismo, que es justamente lo que lleva a la circulación del virus.
Además, la emergencia sanitaria es una situación que, como tantas otras, muestra la desigualdad de equipamiento y presupuesto per cápita entre la CABA y el resto del AMBA. Por ejemplo, según datos que circularon en los medios, los municipios cuentan con unas 2.900 camas de terapia intensiva para unos 12 millones de habitantes, mientras que la Ciudad tiene unas 1.900 para 3 millones. En este momento se hace notoria la necesidad de una gestión metropolitana del sistema de salud, además de la unificación de los sistemas público y privado.
Para terminar, ¿cómo debería pensarse la gestión metropolitana, desde la mirada de los trabajadores y las trabajadoras?
Eso sería motivo de un debate muy profundo, complejo y largo. En un nivel más general, los intereses empresarios dominantes a lo largo de la historia, de una u otra fracción de la burguesía nacional e internacional, han llevado a la fragmentación política, social y territorial actual. De ahí que creo que la idea de un verdadero gobierno metropolitano lleva a pensar necesariamente en un gobierno de la clase trabajadora.
Por otro lado, desde las geografías críticas o radicales se ha estudiado cómo el capital construye y reconstruye el territorio en general y las metrópolis en particular, según sus necesidades de acumulación, a distintas escalas. Pero, el sociólogo marxista francés Manuel Castells planteaba que lo que le da un carácter específico a lo urbano, a la ciudad, es el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo, es decir, el desarrollo de las vidas de los trabajadores y trabajadoras en un espacio caracterizado por la concentración de población, medios de producción y equipamientos colectivos.
Es un planteo teórico, pero creo que ayuda a pensar dónde poner el foco para lograr una metrópolis justa, inclusiva, igualitaria. Por último, en los barrios populares hay infinidad de experiencias y capacidades organizativas para la gestión del suelo, la vivienda y el hábitat, que creo que marcan el camino para una verdadera producción popular de la ciudad.