Desde que el pasado 27 de septiembre más de 2 mil trabajadores votaron irse a huelga, la empresa Amatech, que pertenece a Grupo Carso, mantiene una posición intransigente frente a las demandas de los trabajadores de ese call center. Mientras la patronal busca desconocer la huelga, hace un par de semanas miles de trabajadores votaron por continuarla, cientos mantienen las guardias y han dejado claro que no están dispuestos a regresar a casa sin nada.
Martes 16 de noviembre de 2021
«"Amatech no solo es la empresa que le trabaja a Telmex, es la empresa donde muchos trabajadores nos hemos sentido desmotivados, explotados, humillados. Este paro no solo es por un aumento salarial, buscamos un trato digno (lo) que merecemos como personas." »
La irrupción de una huelga como la de Amatech resuena fuerte en un sector en donde experiencias de este tipo son poco comunes. Desde que en los años 90 comenzó el boom de los call center, el sector se caracteriza por la pérdida de derechos laborales y férreas estructuras de control patronal. Al pasar los años, mientras viejas conquistas se perdían, el índice de sindicalización en el gremio siempre fue a la baja y las direcciones sindicales se alinearon sin chistar a la política laboral del gobierno en turno, en particular a la política de contención salarial y la tercerización laboral.
Desde hace décadas, gobiernos de todos los partidos han celebrado lo que ellos llaman un momento de "gran estabilidad económica" y de "paz laboral", eufemismos que ocultan la precarización de la vida y el control sobre los trabajadores impuesto vía las "reformas estructurales", el hostigamiento y la represión. En mayo de 2017, Alfonso Navarrete Prida, el entonces titular de la STPS, celebraba que durante el gobierno de Enrique Peña Nieto se había alcanzado un récord histórico de 45 meses sin huelgas, aunque las cifras oficiales señalan que en ese período hubo 22 estallamientos legales, las arengas gubernamentales son muestra de la importancia que para ellos tiene contener el desarrollo de luchas obreras.
No es casual que en la antesala del último gobierno priísta se aprobará con mayoría panista y priísta la reforma laboral más agresiva desde hacía décadas. Una reforma que sintetizó la política laboral que en otros países de América Latina llevaba décadas con consecuencias nefastas para la clase trabajadora de países como Chile, Colombia o Argentina. En aquel momento se legalizaron distintas formas de subcontratación laboral y el outsourcing, se permitió el pago por hora, los contratos a prueba y temporales y una batería de medidas pensadas para flexibilizar el mercado laboral y abaratar los costos de contratación.
Esta avanzada contra los trabajadores dejó huella en la clase obrera mexicana y en particular en su sector más joven que es el que trabaja en los call center y demás puestos de trabajo precario. Años de avances contra los más elementales derechos laborales apuntalaron ese fenómeno de precarización que hoy se extiende preocupantemente. Salarios que no alcanzan, pérdida brutal del poder adquisitivo, ataque al régimen de pensiones, variadas formas de simulación contractual y la pérdida de derechos se combinan con años de complicidad entre las direcciones del sindicalismo oficial e incluso del sindicalismo opositor.
Durante el mismo período, en los call center proliferaron sindicatos blancos abiertamente patronales con múltiples mecanismos de control que, junto a las precarias condiciones de vida, permitieron el avance de una agenda laboral antiobrera. Durante ese período hubo pocas experiencias de lucha y organización en los call center, el intento del Sindicato de Telefonistas de pelear la representación sindical en Atento, uno de los monstruos del call center en México, fue frenado por la vía de los despidos y el amedrentamiento a los trabajadores. En aquel momento la patronal, en mancuerna con la CTM, echó mano de golpeadores pagados para inhibir la organización de los trabajadores.
La cuarta transformación y la "nueva política laboral"
Hace 2 años al iniciar el gobierno de López Obrador se anunció una "nueva época" para la política laboral. Los importantes, aunque insuficientes, aumentos salariales con el que se inauguró el sexenio ilusionaron a muchos que creyeron que se abriría una brecha para reconquistar lo perdido por la vía de las reformas y los tribunales.
En medio de esa ola de optimismo muy pronto estallaron las primeras huelgas del sexenio. En enero de 2019, los trabajadores de Matamoros patearon el tablero, decenas de huelgas legales y algunas que trataron de ser declaradas ilegales sacudieron la normalidad de aquella ciudad fronteriza, la exigencia de 20% de incremento salarial y de un bono de 32 mil pesos fue la bandera de lucha del movimiento obrero 20/32 que además demostró la necesidad de pelear contra la burocracia sindical que históricamente había pactado con la patronal y los gobiernos neoliberales. Pará sorpresa de algunos, la masividad y el empleo de métodos históricos de la clase obrera como lo es la huelga, permitieron al movimiento 20/32 alzarse con una victoria, sin embargo, a esto le siguieron los despidos y la represión focalizada en algunas fábricas. Casi tres años después, el movimiento maquilador en Matamoros se halla frente a una encrucijada, la incorporación como senadora del Morena de Susana Prieto —su abogada y principal figura pública—, pone sobre la mesa la necesidad de que el movimiento obrero mantenga su independencia política frente al empresariado y sus representantes en el gobierno.
Un mes después, en febrero de 2019, el sindicato Independiente de la Universidad Autónoma Metropolitana estalló la huelga luchando por un incremento salarial del 20% y el respecto de su CCT, la respuesta del gobierno y las autoridades universitarias fue cerrazón; al final, la huelga se levantó obteniendo el pago de los salarios caídos y valiosas lecciones para sus trabajadores, el mismo gobierno que prometía un giro en la política laboral tenía oídos sordos a las luchas de los trabajadores.
Con múltiples contradicciones y en medio del reacomodo del régimen político tras las elecciones de 2018, la política laboral de la 4T ha estado marcada por la política sanitaria que arriesgó a los contagios a millones de obreros con tal de mantener la ganancia empresarial en sectores que no eran estratégicos durante la pandemia, como el sector autopartista, las maquilas y los servicios; también por la reforma laboral que regula el outsourcing en vez de prohibirlo como López Obrador lo prometió en campaña; por los miles trabajadores públicos despedidos en nombre de la austeridad republicana; por la simulación contractual en programas sociales como Jóvenes Construyendo el Futuro y los programas culturales de la CDMX; por la cerrazón a las justas demandas de la huelga en Notimex que lleva más de año y medio en huelga; así como por la represión a los trabajadores de la refinería de Dos Bocas Tabasco.
La huelga de Amatech y la lucha contra la precarización
Desde que la huelga fue declarada legal y se colgaron las banderas rojinegras, Grupo Carso se ha empeñado en negar su existencia. Acusaron que los trabajadores no estaban de acuerdo con ella, algo que muy rápido quedó desmentido tras una segunda votación donde nuevamente arrasó el "Sí a la Huelga"; ahora, junto a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje intenta alargar el proceso buscando que el desgaste y las fiestas decembrinas jueguen contra la organización de los trabajadores.
La patronal insiste que no tiene manera de cubrir "las exigencias de los trabajadores". La demanda inicial de incremento salarial del 12% ni es exagerada ni es imposible de cumplir. Si Carlos Slim es el hombre más rico de México y uno de los más ricos del mundo es porque los trabajadores contratados en sus empresas generan millones de dólares que van a sus bolsillos, cuando nos digan que no hay dinero debemos denunciar la inmensa riqueza forjada con la precarización y los salarios que apenas y alcanzan para medio comer. El 12% es justo y es posible, no hay razón para no luchar por él ni motivos para pensar que no se puede ganar.
Las maniobras de la patronal son una trampa que los trabajadores deben vencer con la organización desde abajo, llamando a que los trabajadores de los call center de todo el país respalden la huelga. Una victoria en Amatech señalaría el camino para que los trabajadores de otros call center se organicen y luchen por mejores condiciones laborales. Pero no basta con un llamado a los trabajadores de call center, si en los call center trabajamos para grandes bancos (BBVA, HSBC, Azteca, etc.) y empresas de telecomunicaciones (Telmex, AT&T, Izzi, etc.), para empresas que venden por Internet (Amazon o Mercado Libre) o para aplicaciones de reparto (Uber, Rappi, Didi) , debemos mandar un mensaje a los trabajadores de esas mismas empresas para que respalden la huelga, organicen acciones y comités en apoyo a Amatech.
Para fortalecer la lucha y poner en jaque a la patronal, la CROC no debe dudar ni un segundo en llamar a todos sus afiliados a respaldar la huelga, debe organizar asambleas informativas en todos los centros de trabajo donde acudan trabajadoras y trabajadores de Amatech para explicar las razones de la huelga e invitar a movilizarse e incluso a realizar paros solidarios por la resolución favorable de huelga. Pero esto no sucederá si no conquistamos que nuestros sindicatos dejen de estar en manos de las burocracias sindicales, serviles a las patronales, y que se conviertan en verdaderas herramientas de lucha de las y los trabajadores.
Así mismo, urge que las centrales que se reivindican democráticas y sus grandes sindicatos como el STUNAM o el Sindicato de Telefonistas organicen acciones efectivas de solidaridad con Amatech.
Si lo anterior se lleva adelante, se podría impulsar una gran jornada de lucha por la resolución de los conflictos laborales en curso, como la huelga en Amatech o la huelga del SutNotimex; una jornada de movilización contra la precarización y por plenos derechos para todas y todos, nativos y migrantes, sindicalizados y precarios; por un aumento salarial de emergencia que se ajuste según aumente la inflación y que alcance para cubrir la canasta básica; por jornadas laborales justas, que no nos hagan dejar la vida en el trabajo y abandonar los estudios, con un movimiento así, podríamos conquistar jornadas justas de 6 horas y sólo 5 días a la semana.
Todo eso sería posible si los trabajadores nos organizamos y luchamos, si nos movilizamos con la unidad de todos los sectores y si lo hacemos de manera independiente al gobierno y los patrones, confiando en la fuerza de la clase trabajadora en unidad con las mujeres, los estudiantes y sectores populares.
En síntesis, pasaron muchos años donde la huelga parecía estar olvidada como herramienta de lucha, en realidad era consecuencia de férreas estructuras de control patronal, solapadas y muchas veces instrumentalizadas por la burocracia y el sindicalismo oficial en sintonía con la política laboral de los gobiernos en turno. La precarización generalizada y la crisis económica —agudizadas tras la pandemia— parece que dan nueva vigencia a las huelgas y luchas obreras, es tarea de estos sectores de trabajadores en lucha, de señalar el camino por el cual podemos conquistar nuestro derecho a una vida digna y por un presente que merezca ser vivido.