Durante éste período de movilizaciones masivas por la independencia catalana, los comunes han alabado en varias ocasiones el pacto “Suárez-Tarradellas” como forma de entendimiento entre los gobiernos español y catalán. Pero, ¿qué fue ese pacto?
Guillermo Ferrari Barcelona | @LLegui1968
Viernes 1ro de diciembre de 2017

En varias ocasiones el candidato de Catalunya en Comú, Xavier Domènech, ha recriminado, en sesión parlamentaria, al Gobierno de Rajoy la aplicación del artículo 155. El dirigente catalán, en discusión con el ministro de hacienda Cristóbal Montoro le dijo que “se han cargado el pacto entre Adolfo Suárez y Josep Tarradellas” en relación a la intervención de las finanzas catalanas. También aseguró que “se han cargado los pactos básicos de la constitución territorial…”
En la sesión parlamentaria de control al Gobierno del miércoles pasado, Domènech espetó a la bancada popular que “con ustedes no se hubiese ni hecho el pacto Suárez-Tarradellas, ni la Transición” y alertó que “se han cruzado todas las líneas rojas”. Lo cual nos lleva a pensar que los Comunes, sí estarían dispuestos a pactar con la gente del búnker, tal como hizo Tarradellas. De la misma manera que Jordi Turull, dirigente de la antigua Convergència, reivindicara dicho pacto.
Es difícil de encontrar los actores de ese pacto hoy día. Quizás Xavier Domènech esté pensando en Inés Arrimadas de Ciudadanos o en Xavier García Albiol del PP que son quienes más claramente representan al búnker y al Ibex35. Pensar que Pablo Iglesias hablaba de rompen los candados del 78 y ahora busca pactar con el “Suárez” de hoy. Pero, ¿qué es lo que se pactó? y ¿qué significó ese pacto para el pueblo catalán y del resto del Estado?
La dictadura amenazada por la agitación social
La dictadura franquista estuvo lidiando con una resistencia en ascenso desde finales de los 60. A la muerte de Franco, la dictadura, bajo el Gobierno de Arias Navarro (y con el Rey como primer mandatario) firmó el decreto de congelación salario que desató un período de enormes luchas obreras en todo el Estado. El país estaba en plena crisis del petróleo con una inflación galopante y huida de capitales. La dictadura trataba de que la crisis la paguen los trabajadores y el pueblo (las coincidencias no son tales).
Desde fines del 75 se sucedieron una tras otras las luchas obreras por aumento de salarios y diversas reivindicaciones económicas contra la carestía de la vida. Al mismo tiempo había luchas estudiantiles contra el régimen. En Catalunya, la primera díada después de la muerte de Franco reunió a miles de personas en Sant Boi de Llobregat.
Como consecuencia de la inestable situación, el Rey Juan Carlos puso a Adolfo Suárez a la cabeza del gobierno a partir de julio del 1976. Desde el principio, Juan Carlos y Suárez buscaron la forma de desactivar las luchas obreras y populares a través de una serie de pactos con la oposición burguesa mediante la convocatoria de elecciones. El búnker estaba aislado, y el régimen buscaba ampliar el personal político para ganar en estabilidad.
En abril del 77 se da el primer acuerdo. El régimen legaliza al Partido Comunista de España y al Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) a cambio de que Carrillo y la Pasionaria besen la mano del Rey y la bandera española. Suárez también percibió que en Catalunya había una gran agitación y el problema de que la izquierda era mayoría. En las elecciones de junio, entre el PSC y el viejo PSUC obtuvieron el 46% (!!) de los votos. La Catalunya posfranquista parecía ser roja. Y la Díada reunió a más de un millón de personas.
¿Qué fue realmente el Pacto Suárez-Tarradellas?
En primer lugar el pacto tiene un aspecto que pareciera contradictorio. Suárez provenía del riñón de la dictadura franquista. Es decir, de quienes realizaron el golpe de estado en julio del 36 contra la II República y prepararon la restauración monárquica con el Rey Juan Carlos. Y, precisamente Josep Tarradellas, líder de Esquerra Republicana en aquel entonces, era un protagonista de las fuerzas republicanas y del nuevo poder que nació con la caída de la monarquía en la década del 30. Uno era un dirigente franquista y el otro procedía de la II República.
Con el pacto, Suárez obtenía una mayor legitimidad, gracias al apoyo directo de Tarradellas quien traía la aureola de la República española. Y, gracias al apoyo del PSOE y del PCE, ya parecía olvidar que era un dirigente procedente de la dictadura franquista. Del 29 de setiembre es el decreto por el cual Suárez restableció la Generalitat Catalana y nombró como President provisional a Josep Tarradellas. Tarradellas le agradeció bendiciendo al Monarca y a la Constitución aprobada el año siguiente.
Tarradellas ganaba en reconocimiento. Las negociaciones se hicieron teniendo como figura central al mismo Josep Tarradellas. El acuerdo final fue negociado entre el Gobierno de Suárez, Tarradellas y los partidos políticos. Hasta Alianza Popular firmó el acuerdo, aunque no estuvo presente en las reuniones. No faltaron las organizaciones socialistas que luego fundaron el PSC, ni el PSUC.
El 23 de octubre de 1977 volvió Tarradellas a Catalunya. Pronunció su famosa frase “Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí” y logró reunir en un gobierno de concentración, a todos los partidos políticos catalanes (desde el PSUC hasta los democristianos). En 1979 aprueban el Estatut de Catalunya con el apoyo de la amplia mayoría de fuerzas políticas. De ésta forma, Tarradellas junto al joven Jordi Pujol logran desviar todo el proceso de movilizaciones en Catalunya.
Finalmente, este acuerdo fue el último espaldarazo que lograron Suárez y el Rey. A los pocos días se firmaban los Pactos de la Moncloa y se inició un período de ataque a las conquistas obreras como el despido libre, un aumento salario por debajo de la inflación, la devaluación y la peseta que afectaron gravemente los salarios de los trabajadores. Pactos que fueron firmados por las principales fuerzas políticas de la izquierda y la derecha.
Un pacto fundacional del Régimen del 78
En síntesis, el contenido del Pacto entre Suárez y Tarradellas es completamente reaccionario. Porque sirvió para que la columna vertebral de la dictadura pasara de manera íntegra a formar parte de la “nueva democracia”. El ejército y las fuerzas de seguridad, el poder judicial y su casta de jueces conservadores, las cloacas del estado y los funcionarios que se mueven entre bambalinas, y, lo más importante, la restauración de la Monarquía.
Este pacto dio más fuerza a la Transición en la construcción del reaccionario régimen del 78. Permitió que el poder de los ricos levantara cabeza con los Pactos de la Moncloa que organizaron todo el tinglado institucional y permitieron las medidas económicas con las cuales los trabajadores corrieron con el peso de la crisis económica.
Fue un Pacto que ayudó a la conformación de la Constitución del 78. Una constitución completamente reaccionaria que no solo no reconocía el derecho de autodeterminación de las naciones, sino que establecía el Reino de España, sin reconocer las diferentes nacionalidades que existían en su interior.
Catalunya en Comú recoge la herencia del viejo PSUC
CeC se define como una “fuerza de izquierda” que pretende buscar una “democracia real”. Se reivindican como una formación “radicalmente democrática”. Puede resultar sorprendente que una fuerza que dice ser de izquierda reivindique lo que fue un pacto con la derecha franquista. Sin embargo, lamentablemente, no lo es tanto. Como ya está detallado más arriba, el PSUC, el PCE, el PSOE y el PSC han pactado toda la transición democrática. Catalunya en Comú se está constituyendo como una izquierda del régimen.
No es casual que uno de los dos principales partidos sea Iniciativa per Catalunya que es heredera directa del PSUC y que conformara el tripartit (PSC-ERC-ICV) que gobernó Catalunya entre 2003 y 2010. No es casual que la otra fuerza, BComú de Ada Colau, gobernara en el ayuntamiento de Barcelona junto el PSC. Así como tampoco lo es la reivindicación del pacto Suárez-Tarradellas.
Los Comunes están construyendo una izquierda del Régimen. Muestra de ello es que el referéndum que piden es un referéndum pactado, de acuerdo a las reglas institucionales del reaccionario régimen del 78. Al ser una izquierda del Régimen, no es de extrañar que sus dirigentes sean aplaudidos por la derecha más rancia: el PP y Ciudadanos, como le pasó a Coscubiela. Es que una izquierda del Régimen siempre lo defiende, más cuando el mismo tiene una crisis grave.
El mismo rol que jugaron sus antecesores del PCE y el PSUC, lo están jugando los Comunes tratando de buscar una negociación imposible con el Gobierno de Rajoy y de acuerdo a una Constitución que fue impuesta por el “ruido de sables”. Pero de lo que se trata es volar los candados del 78 mediante las luchas obreras y sociales. Sólo así se podrá conquistar una “democracia real” que resuelva los graves problemas del paro, la precariedad, la vivienda, la educación. Una verdadera izquierda, debe estar con los trabajadores y tener una estrategia anticapitalista.