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Red Internacional
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Injerencia Imperialista. ¿Qué hay detrás de la "ayuda" de Trump contra el narcotráfico en México?

En el marco de los cuestionamientos políticos a AMLO generados por el asesinato de integrantes de la familia LeBaron, terratenientes que han expropiado de sus recursos a pueblos originarios del norte del país, Donald Trump argumenta la binacionalidad de los LeBaron para ofrecer una intervención militar “rápida y efectiva”.

Jueves 7 de noviembre de 2019

La crisis política actual y la económica de larga data en el centro del imperialismo estadounidense propician en el presidente estadounidense Donald Trump un discurso agresivo y la institución de diversas medidas nacionalistas que afectan directamente a las masas de aquellos países que en el gigante del norte consideran como su “patio trasero”.

La persecución de inmigrantes dentro de Estados Unidos, la política de establecer un “muro” contra la inmigración basado en la Guardia Nacional mexicana y los acuerdos de “tercer país” con los Estados del Triángulo del Norte centroamericano (Guatemala, Honduras y El Salvador) son muestra de ello y también sus argumentos fundamentales dirigidos a mantener la base social que lo votó y llevó a la presidencia en 2016.

Ese es el contenido de su “make USA great again” basado en el sojuzgamiento de su patio trasero, ni más ni menos. Además de que pretende desviar así la atención pública ante el acorralamiento político y mediático en que lo mantiene el comienzo del proceso parlamentario de investigación para llevarlo a juicio político y su posible destitución.

Pero las pretensiones imperialistas no paran ahí. Además de la injerencia política directa en procesos como las elecciones en Honduras y la crisis de Venezuela, en relación a México el imperialismo estadounidense ha buscado mantener en décadas recientes una dominación lo más directa posible con sus gobiernos para garantizar la explotación y sojuzgamiento de las masas mexicanas.

De ahí nació el TLCAN que reglamentó la apertura de la reducida planta industrial mexicana al capital transnacional yanqui, y los volúmenes de intercambio de productos agropecuarios en favor de los productores de EE. UU.

Además de todo, EE.UU. ha impulsado también la militarización ante el problema de inseguridad y del “combate” contra el narco y el crimen organizado, ha aprovechado la inoperancia de las fuerzas armadas y policíacas para enfrentar a estos engendros impulsados por el mismo imperialismo estadounidense en los años ochenta, como parte de su lucha contra los procesos revolucionarios centroamericanos.

Así, para contrarrestar el enorme poder conseguido por los cárteles criminales, el imperialismo impuso -con el contubernio de los gobiernos panistas y priístas- los planes Mérida y Puebla-Panamá, que no fueron otra cosa que aceptar la intromisión de las agencias estadounidenses (principalmente la DEA, el FBI, la CIA) en el “combate” crimen organizado. Una política que servía también como pretexto para comercializar sus inventarios armamentísticos, como lo hace con diversos países del mundo.

Hoy, ante la masacre de los LeBaron, el presidente estadounidense aprovecha el descrédito de López Obrador por sus recientes tropiezos y “ofrece” inmediatamente sus servicios argumentando que las víctimas son:

“una maravillosa familia y amigos de Utah, quienes quedaron atrapados entre dos malvados cárteles de la droga” y concluye en que “¡los cárteles se han vuelto tan grandes y poderosos que a veces se necesita un ejército para derrotar a un ejército!".

Esto complementa al discurso de odio a los que viven al sur del Río Bravo que utilizó en su campaña electoral para fundamentar su propuesta de construir el muro fronterizo y que solícitamente avalaron el entonces presidente Peña Nieto y su canciller “con derecho de picaporte en la Casa Blanca”, Luis Videgaray.

Pero también aprovecha para presionar y mostrar al gobierno de la Cuarta Transformación, en el caso de que fracase la política amloísta contra la violencia, la visión que tienen los políticos de la derecha imperialista estadounidense, herederos de la Doctrina Monroe, que quisieran obtener un dominio muy estrecho sobre nuestros pueblos (incrementando las bases militares y ejecutando intervenciones militares disfrazadas, “solicitadas” en el caso de la sugerencia a AMLO) para asegurarse de tener una mano de obra esclava que les ayude a paliar su propia crisis, como lo hacen con Puerto Rico.

Hay que dar una respuesta contundente por nuestra independencia del imperialismo

No, la América al sur del Río Bravo no es para los capitalistas estadounidenses. Esa es la divisa que debemos levantar los pueblos latinoamericanos y los trabajadores estadounidenses solidarios con nuestros pueblos, de donde muchos de ellos son originarios.

Ante el mensaje tuiteado por Trump: "Este es el momento para que México, con la ayuda de Estados Unidos, haga la GUERRA contra los cárteles de la droga y los borre de la faz de la tierra. ¡Simplemente esperamos una llamada de su nuevo presidente!", el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, por su propia voz dio una respuesta más o menos conciliadora ante la insinuación de injerencia militar imperialista:

"En las relaciones entre México y EE.UU. hay cooperación, este es uno de los temas. Sin embargo, es un asunto que nos corresponde a nosotros atender, al Gobierno de México, de manera independiente y haciendo valer nuestra soberanía".

Pero del firme alegato soberanista pasaría luego a claudicar un poco de manera diplomática al declarar: "Voy a hablar con el presidente Trump para agradecerle su apoyo, ver si en los convenios de cooperación hay posibilidad de que se pueda contar con ayuda en el caso de que se necesite, y en el marco de la legalidad vigente y de los acuerdos bilaterales, entonces solicitaríamos ese apoyo que agradecemos mucho".

Esa “legalidad vigente” y “acuerdos bilaterales” son los que permiten que oficiales de las agencias federales de Estados Unidos actúen libremente en nuestro país incluso portando armas. Los mismos acuerdos que llevan a que la Guardia Nacional actué como un agente migratorio al servicio de la política xenófoba del ICE (servicio de inmigración y control de aduanas) estadounidense.

Por ello es que AMLO trata de mantener el discurso amistoso ante los aprietes velados de Trump, pues no quiere que se obstaculicen las relaciones de dependencia económica y política existentes, las que ya de por así nos tienen maniatados en la precarización y la zozobra laboral, como vimos en el reciente cierre temporal de plantas automotrices debido a la importante huelga de los trabajadores de General Motors.

Una política de independencia y defensa de la soberanía no sólo pasa por rechazar cualquier propuesta de injerencia del imperialismo sobre los intereses nacionales. La cuestión crucial es que Estados Unidos ya vienen socavando la soberanía nacional de diversas maneras prácticamente desde la invasión de mediados del siglo XIX.

Salvo excepciones, el sometimiento a través del mecanismo de la deuda externa impide el más mínimo desarrollo del país, que está obligado a pedir préstamo tras préstamo para pagar el “mantenimiento” de la deuda y a ofrecer condiciones excepcionales a la inversión extranjera para sobrevivir a las crisis económicas recurrentes.

Dejar de pagar la deuda e imponer fuertes impuestos progresivos a las cuantiosas fortunas de los grandes capitalistas es una condición necesaria para enfrentar la ofensiva imperialista estadounidense y resistir el avance la militarización ordenada desde Washington.

Pero son medidas que un gobierno como el de López Obrador, que una y otra vez repitió su respeto por el presidente estadounidense ante insultos y amenazas, no está dispuesto a llevar a cabo. Porque se postula como garante de los negocios de las trasnacionales, como se evidencia de las concesiones hechas al imperialismo en aras de la ratificación del T-MEC.