Un nuevo encuentro en Barbados fue anunciado tanto por el gobierno de Maduro como por la oposición para sus negociaciones. Ambos ratificaron su presencia con diversos comunicados. También lo anunció oficialmente el gobierno de Noruega, todo en el marco de la ruta de Oslo.
Milton D’León Caracas / @MiltonDLeon
Lunes 8 de julio de 2019 15:18
Lo hizo público Noruega. En un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega, del 7 de julio, se lee: “Informamos que los representantes de los principales actores políticos de Venezuela han decidido continuar el proceso de negociación facilitado por Noruega”. Se trata del tercer encuentro en el que participarían ambos sectores.
El comunicado oficial indicaba también que las partes se reunirán ésta semana en Barbados “para avanzar en la búsqueda de una solución acordada y constitucional para el país. Las negociaciones se llevarán a cabo de manera continua y expedita”. Al mismo tiempo la Ministra de Asuntos Exteriores, Ine Eriksen Soreide, enfatizaba que “Noruega reitera su reconocimiento a las partes por sus esfuerzos y su espíritu de cooperación”.
Por su parte Maduro, durante los festejos por el 5 de julio, durante el desfile militar, dedicó gran parte de su discurso al diálogo y reiteraba que éste continuaba. Y declaraba que “la semana que viene habrá buenas noticias en relación al diálogo”, en relación con las conversaciones preliminares que una delegación del Gobierno sostiene con representantes de la oposición en Oslo.
De igual manera Juan Guaidó aseguró que esta semana sus enviados reanudarán el diálogo con el Gobierno. Lo declaró luego de afirmar que pedirá a la Organización de los Estados Americanos (OEA) la reincorporación al llamado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un mecanismo que abre la puerta a una intervención militar en caso de agresión a la soberanía de una nación.
Con su retórica, para cubrirse de aquellos sectores de la oposición que le critican estar participando en las negociaciones con Maduro, Guaidó declaraba “a fin de anunciar que en atención a la mediación del Gobierno del Reino de Noruega para poner fin a la tragedia que padecemos los venezolanos, se asistirá a una reunión con representantes del régimen usurpador para establecer una negociación de salida a la dictadura”.
Tal como veníamos afirmando desde las páginas de La Izquierda Diario, los contactos entre el gobierno y la oposición, de manera discrecional, continuaban frenéticamente, más allá de las declaraciones altisonantes de ambos sectores. Por eso, la declaración del nuevo encuentro en Barbados no sorprende. Más aún, luego de los encuentros en Oslo se habían trazado líneas que se comenzaban a implementar.
Por eso no era casualidad lo que se publicaba en el diario Última Noticias, en el que el gobierno tiene gran “influencia” –para no decir directamente que lo controla–, aparecía una noticia cuyo titular era “El Presidente se reunió con sus diputados para relanzar la AN”. Allí se leía que “El encuentro entre Maduro y los 43 diputados transcurrió la semana pasada en el Palacio Federal Legislativo. Allí Maduro expuso la necesidad de aprovechar el momento político para abrir caminos de paz y reconciliación entre los venezolanos”. Basado en su discurso, enfatizaba este diario que “el Jefe de Estado, quien a su vez ostenta la presidencia del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), manifestó su acuerdo en que ellos (los diputados) vuelvan a sentarse en los curules de la AN”.
Aunque aún no es muy claro qué se habría acordado para esta reintegración de los diputados del chavismo a la AN, lo concreto es que el gobierno de Maduro estaría poniendo sobre la mesa la opción de reconocer nuevamente a la Asamblea Nacional controlada por la oposición, restituyéndole sus funciones.
En cuanto a la invocación del TIAR por parte de Guaidó, declarando que "Nuestro reto es movilizar y aumentar la presión dentro y fuera de Venezuela para lograr nuestro objetivo. La transición es irreversible, pero no existen soluciones mágicas. Tanto el TIAR, como los demás mecanismos que usaremos, requerirán aumentar la presión interna y externa", no se trata más, como lo hemos dicho, de gestos para contener a los sectores de la derecha con quien viene confrontados, sobre todo el sector de María Corina Machado, Antonio Ledezma o el que se asienta desde Miami, y parte de sus bases incómodas por la frustración de las expectativas que les infundió Guaidó sobre un pronto “cese de la usurpación y gobierno de transición” mediante el “quiebre de las Fuerzas Armadas”, la “intervención extranjera” o alguna otra medida de fuerza.
Los promotores de esto piden a Guaidó y a los diputados opositores usar este mecanismo con base en una retorcida interpretación del artículo 187 de la Constitución que da al Legislativo la potestad para "autorizar el empleo de misiones militares venezolanas en el exterior o extranjeras en el país".
Ni los países del continente se han mostrado afín al uso de la fuerza militar extranjera en el país, ya lo ha declarado, por ejemplo, el Grupo de Lima luego de las fracasadas tentativas golpistas. Incluso, el propio Estados Unidos, más allá de algunas declaraciones de Trump, ya ha manifestado públicamente un cambio de política hacia Venezuela.
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Próximamente arribará al país el representante especial de la Unión Europea para Venezuela, Enrique Iglesias, para su actuación directa en avanzar en estos diálogos entre el gobierno y la oposición. Apunta en el mismo sentido, lo de la visita de Michelle Bachelet, en cuanto comisionada por los derechos humanos de la ONU.
Poco se supo de las reuniones privadas que mantuvo Bachellet con el gobierno de Maduro así como con la oposición incluyendo a Guaidó, dado lo hermético de las mismas. Pero su presencia no se resumía a alguna constatación ipso facto de la situación de los derechos humanos, informes que ya había elaborado su representación en el país en los últimos meses, sino a la búsqueda de acuerdos entre la oposición y el gobierno.
Por eso hemos venido sosteniendo que la visita de Michelle Bachelet en cuanto alta comisionada de la ONU para los derechos humanos a Venezuela debe verse en el cuadro de los diálogos que vienen trascendiendo. Se trataba de sacarle las trabas a acercamientos y entendimientos entre chavismo y oposición y allanar el camino en un momento en que se consideran que las negociaciones estarían “estancadas”.
Por eso Bachelet declaraba desde Ginebra, el 5 de julio, que: "La única forma de salir de esta crisis es la unión, y pido al Gobierno de Venezuela que vea a la oposición y los defensores de derechos humanos como socios en la causa común de estos derechos y de la justicia, para plantar las semillas de un acuerdo duradero que lleve a la reconciliación". Justo era el mismo día en que Maduro señalaba “las buenas noticias” en relación al diálogo, y dos días después Guaidó anunciaba su participación en la reunión de Barbados.
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Como escribíamos en un reciente artículo, “Las reuniones que de tanto en tanto salen a la luz pública develan cómo transcurren movimientos subterráneos de todo tipo entre los distintos sectores, sean de los factores políticos internos o de países con diversos grados de interés en Venezuela, sean económicos o geopolíticos. La aparente ‘calma’ en la superficie de la situación interna, con el fondo de la catastrófica situación económica que sufren millones de trabajadores y las grandes mayorías populares, cubre los frenéticos y discrecionales encuentros políticos donde se negocia de todo pero con intereses de pocos”.
Con un país que continúa sumergido en la catástrofe económica y social, y la incidencia de las sanciones económicas haciéndose sentir, Maduro busca salidas políticas a sabiendas que el panorama sólo avizora más que desplomes. Por su parte, la oposición, sumergida en su laberinto de intentos fracasados, dividida y sin políticas claras, y con Estados Unidos cambiando la línea política, se agarra nuevamente de algún tipo de negociación.
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Ellos afirman que hacen todo esto “a favor del pueblo”, pero las muestras sobran de lo que realmente buscan en estas negociaciones. Usan la grave situación que sufre el pueblo en medio de esta catástrofe, así como la violación a los más elementales derechos económicos, sociales, políticos y humanos, para objetivos de pactos y negociaciones por arriba. Pues los de arriba discuten “salidas” en función de sus intereses mientras los de abajo padecen las calamidades de una agobiante catástrofe, y donde sus más elementales derechos son violados.
Como hemos venido escribiendo, de la misma manera que hay que rechazar todo el intervencionismo abierto y descarado del imperialismo con todas las tentativas golpistas de por medio, lo que no implica en modo alguno apoyo al Gobierno de Maduro, los trabajadores no deben sembrar ninguna esperanza en estas “transiciones pacíficas” y pactos por arriba que también siembra el imperialismo. Ellos tienen acuerdo en algo central: que la brutal crisis la siga pagando el pueblo trabajador.
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La salida a la profunda crisis que se vive en Venezuela donde se violan los más elementales derechos, con un gobierno sumamente represivo y autoritario como el de Maduro, así como a toda la política de la derecha que ha mostrado con creces su demagogia con sus llamados a la injerencia imperialista que representa Guaidó, solo puede venir de una salida independiente de parte del pueblo trabajador y pobre.
Hoy diversos sectores comienzan a salir a la lucha, tal como se expresa actualmente en varias empresas del país, tanto públicas como privadas. Aunque son luchas por el momento que no se generalizan aún en todo el país, pero pueden retomar la situación que se abrió en el segundo semestre del año pasado, donde la importante pelea de las enfermeras a nivel nacional incentivó a otros sectores y las tendencias a la unidad se hicieron sentir. Es a esta perspectiva a la que hay que apostar, levantando banderas propias y un programa de salida a la crisis que sólo puede ser impuesto con la movilización de la clase trabajadora y el conjunto de los explotados del país.