El proyecto de ley de hidrocarburos enviado por el Poder Ejecutivo, que ya contaba con media sanción en el Senado, fue aprobado ayer por la madrugada por 130 votos afirmativos, 116 negativos y la abstención de Alicia Comelli (Movimiento Popular Neuquino). El FPV consiguió la aprobación gracias al apoyo de sus habituales aliados del Frente Cívico de Santiago del Estero y el Frente Nuevo Encuentro.
Ruth Werner @RWlaruta99
Viernes 31 de octubre de 2014
El proyecto de ley de hidrocarburos enviado por el Poder Ejecutivo, que ya contaba con media sanción en el Senado, fue aprobado ayer por la madrugada por 130 votos afirmativos, 116 negativos y la abstención de Alicia Comelli (Movimiento Popular Neuquino). El FPV consiguió la aprobación gracias al apoyo de sus habituales aliados del Frente Cívico de Santiago del Estero y el Frente Nuevo Encuentro. Como decimos desde La Izquierda Diario se trata de un nuevo hito en la historia de la entrega nacional de los recursos naturales. Su objetivo es el de generalizar el acuerdo con Chevron para entregar nuestros recursos hidrocarburíferos a las multinacionales extranjeras.
Llamó la atención, entonces, el silencio de los diputados kirchneristas provenientes de los movimientos sociales o de los derechos humanos, que levantaron la mano, obedientes, casi sin emitir palabra en el recinto. Todos ellos, por la mañana, habían pronunciado emotivos discursos al comienzo de la sesión en el homenaje a Néstor Kirchner. Calladitos todos, por la madrugada del 30 dieron su voto a la ley Chevron: Pietragalla, Segarra, Depetri, Carlotto, Cabandié, Larroque, entre otros.
El único de este espacio que tomó la palabra para intervenir fue el diputado Gastón Harispe, diputado nacional del FPV por la Provincia de Buenos Aires y militante de Oktubres. Harispe dedicó parte de su discurso a pegarle a la oposición: “Recién un diputado radical hacía alusión a la parte de la Marcha Peronista que habla de combatir al capital; leía frases en inglés y nombres de inversores que son de otros países. En otro momento este diputado u otros de su club hubiese dicho que la Argentina está desconectada”. Es cierto, los discursos de los radicales a favor de la soberanía sólo pueden hablar de una hipocresía bastante desvergonzada. La UCR bajo el gobierno de la Alianza se negó terminantemente a rever la privatización de YPF (y por el contrario extendió el plazo de las concesiones a Repsol). Pero apoyar un proyecto que embarga a perpetuidad los recursos del suelo en beneficio de empresas extranjeras, como hace Harispe y la izquierda K, no es mucho mejor. ¿Se olvida el diputado que la ley que acaba de votar plantea que las multinacionales pueden obtener una concesión extensible hasta 45 años?
Al momento de concluir su intervención Harispe decía “nosotros avanzamos hacia una Argentina potente, autosuficiente y con soberanía, que busca resolver el problema de la restricción externa, algo a lo que la oposición política y los grupos concentrados nos han querido empujar”. Para alguien que se dispone a levantar la mano a favor de esta ley la justificación suena a “verso” ¿de qué “soberanía hidrocraburífera habla?, aunque se lograse aumentar la producción, si esto requiere el embargo por décadas de los recursos con precios de remate? La preocupación por la "restricción externa" para justificar estas concesiones leoninas no puede ser tomado como argumento serio, es la eterna excusa del progresismo para amoldarse a medidas francamente antipopulares y antinacionales. Entre pago de intereses de deuda externa y fuga de capitales el gobierno kirchnerista durante la década ganada viene permitiendo una sangría de 200 mil millones de dólares (equivalente a la mitad de la economía argentina). Con eso podría pagarse todas las inversiones para dos yacimientos de Vaca muerta, obviando el hecho de que el gobierno se apura a pasar por alto cualquier debate sobre las consecuencias ambientales de la explotación no convencional.
La ausencia de la militancia y las banderas de las agrupaciones K para mostrar apoyo callejero a las votaciones del gobierno es más que llamativa, una confesión del fracaso de la supuesta soberanía energética, con que se entusiasmaba el progresismo K, y de la rendición frente al capital extranjero. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores fue la única fuerza que presentó un proyecto alternativo contra la ley Chevron.