Las elecciones del pasado 6 de junio, en el marco de una elección muy polarizada, a las y los trabajadores de la educación -como a los demás- se nos puso frente a una disyuntiva, elegir entre la derecha o el mal menor. ¿Y ahora, que nos espera?
Miércoles 23 de junio de 2021
Las elecciones del pasado 6 de junio se llevaron a cabo en un contexto signado por la continuidad de la pandemia y la crisis económica, que afectaron principalmente a las y los trabajadores. Muchas maestras y maestros sufrimos en carne propia la difícil situación -especialmente los del sector privado, donde hubo miles de despidos y rebajas salariales-, pero también la vimos de cerca con las madres y padres de nuestros alumnos, cuyas condiciones de vida son cada vez más precarias, a lo que se sumaron las complicaciones de sostener económicamente la educación a distancia.
En el marco de una elección polarizada entre la coalición aliada al gobierno federal y la oposición neoliberal, a las y los trabajadores de la educación -como a los demás- se nos puso frente a la disyuntiva de elegir entre quienes, con un discurso “progresista” continúan aplicando los planes que degradan la educación pública y los derechos laborales de las y los maestros; o por aquellos que los impusieron en sexenios anteriores con un discurso neoliberal, sin que contemos con una alternativa política que realmente exprese nuestras necesidades e intereses como trabajadores.
Te puede interesar: Elecciones 2021: Avances y retrocesos del Morena y la derecha
¿Por quién votaron las y los maestros en estas elecciones?
Reproduciendo las viejas prácticas corporativas del charrismo sindical, tanto la actual cúpula del SNTE como el sector liderado por Elba Esther Gordillo, ambos subordinados al gobierno federal, orientaron el voto magisterial hacia la coalición “Juntos Haremos Historia”, identificada con el gobierno de la 4T. Mientras eran cómplices del ataque que venimos enfrentando, como la vuelta a clases presenciales en condiciones inseguras.
Te puede interesar: Regreso a clases presenciales, política educativa y elecciones
Por su parte, la dirigencia de la CNTE, aunque declarara tener “independencia ideológica y económica del gobierno, los charros y los partidos políticos”, en los hechos confía en que de la mano del actual gobierno se pueden solucionar los problemas y necesidades del magisterio, por lo que basa toda su estrategia en exigir la reapertura de la mesa de negociación, en lugar de fortalecer al movimiento para luchar por nuestras demandas. De esta forma, la CNTE no planteó una política realmente independiente frente a las elecciones, alentando que los votos de un sector del magisterio democrático fueran hacia el Morena.
No obstante, las y los trabajadores de la educación -que son una fuerza social importante por su número, pero también por su tradición crítica y combativa-, expresaron no tener la misma confianza en el gobierno del Morena y si bien, algunos mantuvieron el voto hacia este partido, esta vez muchos lo hicieron como “mal menor” y no con la misma esperanza e ilusión que despertó en 2018.
Y era de esperarse, pues en el terreno educativo pocas cosas han cambiado. Si bien se eliminó el examen de permanencia que fue ampliamente repudiado por el magisterio en el sexenio anterior, la promesa de echar atrás la reforma educativa no fue cumplida y se conservó su esencia neoliberal en la reforma de AMLO.
¿Qué nos espera a las y los trabajadores de la educación el resto del sexenio?
Los golpes a las y los trabajadores de la educación en todos los niveles continúan: bajos salarios, un presupuesto que no alcanza para sostener las escuelas, precariedad laboral en aumento y un largo etcétera han sido nuestro pan de cada día durante este sexenio.
El intento de imponer el regreso a clases presenciales -que fue frenado en miles de escuelas por la organización de las y los docentes junto a madres y padres de familia-, pero que se vislumbra continuará para agosto; así como el anuncio de despidos bajo el pretexto de la “austeridad republicana” y la intención de imponer un calendario alargado para el próximo ciclo escolar son algunas de las medidas que dejan claro por dónde pretende continuar el gobierno.
Es que, a pesar de su discurso de “revalorización el magisterio”, la realidad es que los funcionarios de la 4T no atienden nuestras necesidades ni nuestras demandas. Hicieron caso omiso a la exigencia de volver a la presencialidad con toda la población vacunada y en condiciones realmente seguras. El resultado fueron al menos 8 contagios -tan solo en la CDMX- que pudieron evitarse.
Te puede interesar:¿Cuántos contagios más? Exigimos un regreso a las escuelas seguro
¿Qué alternativa política tenemos?
Frente a este panorama, en las elecciones no tuvimos representantes propios que pelearan por nuestros intereses. Por eso, las y los maestros de la Agrupación Nuestra Clase llamamos a anular el voto escribiendo en la boleta electoral consignas que expresaran nuestras demandas tales como: ¡Por un regreso a clases presenciales realmente seguro! ¡Contra la represión a las y los normalistas! ¡En defensa de la educación pública y nuestros derechos laborales!
Es indispensable que las y los maestros no sigamos confiando en la trampa del “mal menor”, que nos lleva a más de lo mismo; que nos organicemos de forma independiente y construyamos nuestra propia herramienta política: una organización política independiente tanto de la derecha como del gobierno, que represente los intereses de las y los trabajadores del país y se plantee transformar de raíz este sistema de explotación y miseria; que como parte de sus demandas luche por una educación pública, laica y gratuita, al servicio de las hijas e hijos de las y los trabajadores, por incremento al presupuesto educativo, por más y mejores escuelas, por un regreso verdaderamente seguro a clases presenciales y por plenos derechos laborales para las y los docentes.
Sulem Estrada, maestra de secundaria
Maestra de secundaria