Los tentáculos del imperialismo económico español tienen una larga historia en América Latina. Estas son algunas de las empresas que mejores negocios vienen haciendo en el centro del Ibex 35, ¿qué intereses tienen en Venezuela?
Aníbal Maza Zaragoza
Miércoles 13 de febrero de 2019
Como ya hicimos en el artículo anterior, continuaremos pasando revista a algunos de los principales agentes del capital imperialista español en Venezuela. Sus beneficios, intereses, áreas de influencia y sus “currículums golpistas” en Venezuela.
Recordemos que según los datos del Instituto de Crédito Exterior (ICEX), las inversiones más fuertes vienen del Estado Español tras los Países Bajos. Un total de 21 000 millones en 2015.
BBVA: es el mercado, amigo
En enero de 2018 el presidente del banco BBVA Francisco González ya declaraba que “no queremos irnos”, porque es un país "muy rico" según sus criterios, y lo más importante, ya hace un año auguraba a la prensa que “algo va a pasar” en Venezuela. Es bastante probable que ese algo fuera el golpe de estado del ultraderechista Guaidó.
Este banco tiene una larga historia de expansión imperialista por Venezuela y choques variados con el gobierno chavista a lo largo de toda esta década en las que se han sucedido implicaciones en procesos criminales, cercanías a la oposición y réplicas del gobierno venezolano planteando la expropiación de sus filiales en Venezuela.
En enero de 2011, Hugo Chávez advirtió a Pedro Rodríguez, presidente del Banco Provincial de Venezuela, filial del grupo español BBVA, con expropiar la entidad si no "cumplía" las leyes del país. El presidente de Venezuela lo hizo a través de los medios de comunicación estatales.
El banco había estado implicado en estafas inmobiliarias, por lo que el gobierno chavista les obligó a reunirse con las víctimas de su estafa y llegar a un acuerdo bajo amenaza de expropiación. Suponemos que tanto a un lado como al otro del Atlántico las estafas inmobiliarias e hipotecarias son un negocio jugoso para los bancos.
En 2015 los conflictos de este banco con el gobierno venezolano por sus prácticas ilegales continuaron y, debido a la posibilidad de expropiación por el gobierno de Maduro, el banco procedió a una “devaluación” (adoptando un nuevo tipo de cambio). De esta forma el BBVA consiguió recortar las reservas de su filial venezolano de 1.447 millones a 153 millones. El objetivo era dejar la caja vacía por si llegaba la expropiación, el mayor terror del capital bancario.
En 2018 varios ejecutivos del Banco Provincial (la filial venezolana “BBVA”) fueron citados a comparecer ante las autoridades venezolanas por su supuesta implicación en la trama criminal “Manos de papel” en la que se fugaron capitales a Colombia, se contrabandeaba y se financiaba a Diosdado Cabello (líder ultraderechista de la oposición venezolana).
Recordemos que este Banco contrató al célebre Comisario Villarejo para labores de espionaje ilegales a miembros de la alta burguesía, varios ministros del gobierno, e incluso al propio presidente del Gobierno. Con este modus operandi en la metrópoli, ¿hasta dónde llegarán sus actuaciones en países como Venezuela, que forman parte del “patio trastero” del capitalismo español?
Banco Santander: la sombra de los Botín es alargada
Este coloso financiero tuvo que ver cómo su filial bancaria del Santander en Latinoamérica fue expropiada por el gobierno de Hugo Chávez. En mayo de 2009 se llegó a un acuerdo de venta con el Estado venezolano por 775 millones de euros, y el banco se nacionalizó.
Esta política de nacionalizaciones del chavismo fue financiada con las ganancias que proporcionaba el petróleo, y aunque siempre es tentador ver a banqueros sufrir por sus negocios, en realidad recibieron millonarias indemnizaciones. Esta política es muy distinta de las expropiaciones sin indemnización que inauguró el gobierno bolchevique en 1917 y que fueron relativamente frecuentes a lo largo del s. XX.
Telefónica: Un imperio venido a menos al otro lado del charco
Telefónica tiene una larga presencia en Venezuela, en 2004 adquirió Bellsouth, que controlaba operaciones de telefonía móvil en una decena de países latinoamericanos con más de 10 millones de usuarios. Esta operación financiera rondaba los 4.731 millones de euros. En 2005 Telefónica compró Telcel para expandir sus redes de negocio en el país de Bolívar.
En 2008 la multinacional española estaba facturando 2.611 millones de euros, actualmente tiene una caída en sus desorbitados beneficios pues ha pasado de ganar 88 millones de euros en 2017 entre enero y septiembre a 16 millones en 2018. Unos ingresos en caída que bien justificarían “facilitar” un cambio a un gobierno títere de Guaidó para recuperar los beneficios que no han ganado.
SM Pharma: Entran en escena las farmacéuticas
La farmaceútica española SM Pharma, con sede en Zulia (Venezuela), se encuentra actualmente confiscada y su gestión bajo intervención estatal desde mediados de 2018.
La empresa estaba participando del Lock Out de la patronal anti-chavista de Venezuela, pues como afirmaba a Efe un agente gubernamental: «la fábrica estaba paralizada y fue ocupada». Esta fábrica a día de hoy produce dos millones de fármacos.
Según el gobierno venezolano, los gestores habían desviado al exterior 140 millones de dólares. Una práctica bastante habitual entre los capitalistas que hacen negocios en el extranjero. Como era de esperar la Embajada de España intervino a favor de la empresa dando una versión diferente sobre el comportamiento de esos empresarios.
Aves de rapiña: Los imperialistas nunca se fueron
En último lugar, no queda más que recordar que el imperialismo es la fase avanzada del capitalismo y tumbarlo es una tarea histórica para las clases trabajadoras y populares de todo el mundo. Para el capitalista, la obtención de mayores beneficios bien vale provocar una sangrienta guerra civil en otros países y si no tienen agentes en dichos países, bombardearlos y ocuparlos.
Es así como escriben la historia, dejando huellas con la sangre de los pueblos. Para borrarlas para siempre, se hace necesaria la acción revolucionaria de los trabajadores de forma independiente, sin pactos con burguesías locales ni figuras bonapartistas como en el caso del gobierno de Maduro.