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Red Internacional
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Transporte público. Que organizaciones sindicales y estudiantiles convoquen contra alza de pasaje

El Metro volvió a aumentar, asestando otra carga a los salarios de hambre. La indignación no tardó en hacerse oír. Con el descontento existente, se realizaron llamados a evadir, como otra forma de luchar, aunque la evasión fue reducida y la lucha no se desarrolló. ¿Cómo pasar del descontento a la lucha?

Jueves 18 de febrero de 2016

Servicios públicos funcionando como privados

El Metro es parte del sistema del Transantiago, en manos de la empresa privada, que brinda malos servicios, tiene por contrato ganancias aseguradas y recibe un subsidio estatal de 1.500 millones de dólares al año. Como parte del sistema privado de transporte colectivo de pasajeros, funciona según sus reglas: abusa del pueblo trabajador con sus altos costos, brinda servicios de mala calidad, y explota a sus trabajadores.

Es una exacción más al bolsillo del trabajador. Los gastos en transporte pueden llegar a ser más del 20% del salario mínimo. Para el trabajador del Metro, el sello es la explotación: el 70% son subcontratados, no pueden trabajar con todas las condiciones de seguridad necesarias. El servicio es malo, porque no se invierte lo necesario. ¿Por qué? Porque se usa para subsidiar a los privados del Transantiago. Como denunció el sindicato, el costo de operación del Metro se cubre con un pasaje de 350 pesos, el resto se transfiere.

Y lo recubren con mentiras: se anunció que el aumento de 20 pesos para alcanzar 740 pesos el pasaje es para financiar el boleto rebajado para los adultos mayores. Lo cierto es que el incremento de la tarifa se traduce en 3 mil millones de pesos al año, mientras que la ampliación del beneficio a la tercera edad tiene un costo de sólo 600 millones.
Ante todo esto, que viene desde su inicio, los usuarios responden en rechazo.

Los rechazos

Uno de los rechazos es precisamente, la evasión. Las empresas y el Gobierno denuncian que la evasión va en alza. El 2015, como informamos aquí, la evasión fue de casi el 27%.
Para eso, reforzaron medidas criminalizadoras, con campañas acusando a quienes evaden, reforzando la fiscalización, aumentando y tratando de hacer efectivas las altas multas, de 64 mil pesos, un 25% del salario mínimo.

Es un gesto obligado ante los salarios de hambre. Es una forma de rechazo.
Ahora, con la nueva alza en el Metro, se convocó a evadir, como otra forma de luchar. Se hace parte de un ánimo de rechazo, incluso de una práctica habitual cotidiana. Pero como ésta, aunque al concentrarse cobra vigor como acto político e impacto mediático, deja librado a cada trabajador, cada estudiante, cada persona mayor, cada usuario, a poder hacerlo o no, y a que el estado se ensañe con el solo como individuo, multándolo o deteniéndolo.

Hay que organizar el descontento

Hubo otras veces en la historia que las alzas de los pasajes afectando al pueblo trabajador encontraron la respuesta de trabajadores y estudiantes, como recordamos en La Izquierda Diario aquí, con la unidad de trabajadores y estudiantes, en las calles.

Hoy como ayer, tenemos que pasar del rechazo individual, a la lucha que afecta a todo el pueblo trabajador y al movimiento estudiantil. Las organizaciones sindicales como la CUT y las organizaciones estudiantiles como la Confech- zonal Santiago, deben convocar a una movilización en marzo contra las alzas, y planteando una salida de fondo: dejar de subsidiar a los privados, aumento de sueldos y estabilidad para los trabajadores del sector, y re-estatización del sistema de transporte colectivo de pasajeros, bajo control de sus trabajadores y usuarios. También el diputado Gabriel Boric desde su sillón parlamentario debería hacerse parte de esta convocatoria llamando a movilizarse.