Verónica Zaldívar @verodivar
Miércoles 19 de noviembre de 2014
El día de ayer se registró un nuevo incidente en las vías, llevando a que incluso el ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo deba salir a hacer declaraciones. Se dijo que la formación de la línea Mitre había sufrido un principio de incendio entre las estaciones Villa Urquiza y Pueyrredón, pero Randazzo alegó que el tren pasó sobre un alambre de púas en las vías y eso produjo que la formación se detenga y haya humo. Es válido preguntarse cómo con tanta inauguración pomposa y tanta foto de trenes nuevos made in China, un obstáculo de esa índole termina ocasionando tantos trastornos. Más allá de eso, lo que no puede negar el ministro es que hubo decenas de heridos en el incidente, la mayoría a causa de saltar a las vías en la desesperación al ver humo. Aunque Randazzo minimice el hecho, la situación que se generó no sale de la nada, sino que tiene estrecha relación con los tristísimos antecendentes que tiene el ferrocarril en cuanto a muertes de pasajeros, siendo el caso más grave el de Once donde murieron 52 personas y cientos resultaron heridas. Los incidentes en las vías se siguen sucediendo semana a semana; sólo dos días antes de este último hecho, una formación de la línea San Martín descarriló a pocos metros de la estación Paternal, dejando 11 personas heridas.
Chapa y pintura
Hace pocos días, el mediático ministro se mostró supervisando la llegada de 30 coches nuevos al puerto de Buenos Aires, justamente para la línea Mitre. Cada arribo de formaciones, cada avance en las obras en cualquiera de las líneas, es aprovechada para exaltar las bondades del “modelo” kirchnerista. Pero en el juego de las apariencias, día a día en las vías se dejan traslucir problemas estructurales irresueltos.
Los mismos familiares de las víctimas de Once denunciaron desde el primer momento que el gobierno estaba invirtiendo en arreglar lo más visible, pintando vagones, poniendo pantallas LED y cámaras y arreglando algunas estaciones, en vez de atacar los problemas más graves. Éstos son consecuencia de décadas de abandono y falta de inversión en infraestructura ferroviaria, primero directamente por el Estado, luego por las concesionarias privadas, que recibieron millones en subsidios que no invirtieron; todo esto con la complicidad de los sucesivos gobiernos, que no llevaron a cabo los controles correspondientes. Durante la última década, el ejemplo más claro de funcionario enriquecido a costa de su sociedad con empresarios como los Cirigliano es el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, quien hoy enfrenta numerosas causas en la justicia, aunque se pasea por las calles con absoluta impunidad.
Como denuncian organizaciones de usuarios y trabajadores del ferrocarril, por más coches nuevos que haya, los problemas de infraestructura son tan graves que impedirán que esos coches sirvan para mejorar la frecuencia del servicio, hoy absolutamente ineficaz para grandes áreas metropolitanas como la Ciudad de Buenos Aires y el GBA. Como se vio en dos oportunidades en lo que va de la semana, los pasajeros puedan quizás viajar en vagones nuevos pronto, pero su integridad física seguirá comprometida mientras no se reemplacen del todo las vías y otros materiales obsoletos. Los sistemas de señalización, en muchos casos, parecen salidos de una película antigua, y no están resueltos problemas fundamentales como el soterramiento de la línea Sarmiento; mientras ésta circule a la altura del tránsito vehicular, será imposible aumentar la frecuencia al nivel que se requiere, porque se interrumpiría en forma permanente el tránsito en las calles donde pasa el tren.
Hace pocos días usuarios y trabajadores del Sarmiento pusieron en evidencia que se desguazó una formación nueva comprada a la empresa china CSR Sifang (la RC 03) para usar sus partes como repuestos en otras dos de estas formaciones, que presentaron fallas. Formaciones que costaron millones, rotas o desarmadas a poco de estrenarse. Todo esto es el resultado de las grandes dosis de improvisación y pragmatismo con las que se viene actuando en materia ferroviaria, apostando a resultados rápidos y visibles, mientras las fallas emergen por todos lados en medio de la maraña de “buenas noticias”.