Es año de elecciones y quienes nada tenemos que ver con el gobierno antiobrero y represor ni con las oposiciones patronales (la que convive con el PSUV y la servil a EEUU), hemos estado evaluando opciones y posibilidades para pelear también en ese terreno. La imposición del cronograma express y las proscripciones hacen casi imposible participar. Sin embargo, hay sobre la mesa alianzas y candidaturas que se reivindican de izquierda y, recientemente, se constituyó un frente político. Aquí nuestro punto de vista y una propuesta hacia quienes reivindicamos la construcción de una alternativa política propia de la clase trabajadora, las mujeres y el conjunto de sectores sociales oprimidos.
Jueves 21 de marzo de 2024
Hace dos meses el Partido Comunista de Venezuela (PCV), el Movimiento Popular Alternativo (MPA) de Manuel Isidro Molina y Patria Para Todos (PPT-APR), anunciaron la voluntad de conformar una alianza político-electoral. A esta alianza anunciada se incorporaron hace un par de semanas Marea Socialista y el PSL, dando paso a la conformación de un frente político denominado Encuentro Popular Alternativo (EPA), una suerte de frente amplio que iría desde sectores de centroizquierda hasta organizaciones que se reivindican obreras y socialistas. Luego de esto, el PCV anunció como su candidato presidencial a Manuel Isidro Molina, que, siendo el PCV y el MPA dos de las principales organizaciones de ese frente, y apareciendo en la portada del periódico del PCV la consigna “¡EPA, Manuel Isidro!”, aunque no parece haber consenso con el resto de los integrantes, hasta el momento es la única candidatura presidencial surgida de organizaciones de ese espacio y que está puesta en la calle.
Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) sostenemos que se necesita una propuesta que exprese la independencia política de la clase trabajadora ante el sistema capitalista y ante cualquier proyecto que implique sostenerlo. Una referencia política (y electoral, en caso de elecciones) que postule un programa propio como clase ante los grandes problemas: el enorme endeudamiento nacional, la destrucción del salario y los derechos laborales, las condiciones de súper explotación de la clase trabajadora en general, y de la juventud en particular, el desmantelamiento de las empresas públicas, el rentismo, la subordinación nacional a las necesidades del capitalismo mundial, el colapso de la salud, la educación y los servicios públicos, la podredumbre de las fuerzas represivas, la reforzada opresión de las mujeres y la diversidad, la miseria material y la pobreza estructural (hoy extendidas como nunca antes), los graves problemas y desafíos en materia ecológica, el saqueo de los recursos naturales por las transnacionales, etc. Un programa que plantee como perspectiva estratégica la lucha por conquistar un gobierno de los trabajadores, en alianza con los sectores populares y campesinos pobres.
¿Es posible construir una referencia política con ese contenido desde el EPA y la candidatura presidencial del PCV/MPA? Consideramos que no. Si bien Manuel Isidro Molina (MIM) no se plegó ni a los gobiernos chavistas ni a la oposición proimperialista –algo que pocos en el espectro político nacional pueden exhibir–, y es parte de la defensa de derechos laborales y democráticos, sin embargo, diferenciarse de “los dos polos de la destrucción nacional” –como acertadamente los llama– no implica ser portador de un proyecto político propio de la clase trabajadora en clave anticapitalista.
Es lo que vamos a desarrollar a continuación, partiendo de una cuestión fundamental: seguiremos, y debemos seguir, como lo hemos venido haciendo, articulando y luchando en frente único por una serie de derechos económicos (salarios, contratos colectivos, etc.) y políticos (libertad de los trabajadores presos, etc.), incluyendo la lucha contra las proscripciones electorales. En el camino de diseñarse elecciones a la medida, el autoritarismo del gobierno proscribe a todo factor que se ubique a su izquierda, así sean sectores de centroizquierda o chavistas críticos tardíos. La lucha porque se respeten los derechos de todos a la participación política, incluyendo los de ese frente político que no integramos, es parte fundamental de nuestra orientación, tal como expresamos en la reciente acción unitaria contra las proscripciones.
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De los propósitos del Encuentro Nacional por la Defensa de los Derechos del Pueblo al EPA
El frente político-electoral Encuentro Popular Alternativo es continuidad del espacio conformado tras el Encuentro Nacional por la Defensa de los Derechos del Pueblo (ENDDP), realizado en julio de 2023, una iniciativa del PCV, PPT-APR, MPA y otras organizaciones que ya no hacen parte de ese espacio. El Llamamiento para este Encuentro planteaba construir una alianza para “disputar el poder a los polos oligárquicos dominantes… la construcción de una alternativa de poder para las mayorías oprimidas”, no se trataba solo de unidad de acción o frente único para defenderse o luchar por determinadas reivindicaciones, sino de una propuesta para luchar por el poder político.
Desde la LTS participamos del encuentro, pues constituía una actividad progresiva y pertinente, si de coordinar esfuerzos se trataba, para la defensa común de derechos y ante la arremetida gubernamental y empresarial en distintos niveles, pero no firmamos ese llamamiento y declinamos también ser parte orgánica del espacio político que se conformó como continuidad del mismo. ¿Por qué? Porque no es lo mismo hacer unidad de acción o frentes únicos para luchar por determinados derechos o causas, “golpear juntos” (Lenin), que formar frentes con propósitos de poder político, donde pasan a ocupar un lugar determinante las concepciones, estrategias y prácticas políticas. En ese sentido, ¿qué planteaba el llamamiento que, desde nuestro punto de vista, era muy problemático, si se trata de conformar espacios políticos comunes?
Uno de los argumentos del texto para cuestionar las actuales leyes de inversiones extranjeras y de zonas económicas especiales, es que favorecen a las transnacionales “en detrimento de la producción nacional”, pero, aunque eso pudiera ser parcialmente cierto, la defensa de la producción nacional, en esta sociedad capitalista, no forma parte de un programa propio de la clase trabajadora, sino que es una fórmula de colaboración de clases, porque eso se traduce en la defensa de los intereses de los empresarios nacionales “productivos”, y es un arma con la cual han embaucado más de una vez a nuestra clase. Ha sido en nombre de la “producción nacional” que, históricamente, en fábricas nacionales (ejemplos emblemáticos las textileras) han aplastado reivindicaciones y luchas obreras, porque la burguesía nacional, atrasada como ninguna, necesita no solo “subsidios” del Estado sino también condiciones de súperexplotación para poder obtener los niveles de plusvalía que le permitan “competitividad” ante otros capitalistas.
Esta es una cuestión elemental para quien defienda la independencia política y programática de los trabajadores. Si se quiere conformar una alianza política verdaderamente clasista, que exprese una propuesta propia de la clase obrera para los asuntos nacionales, no tienen cabida esas ideas.
Siguiendo esa misma línea, el llamamiento se dirige también “a todas las fuerzas… patrióticas, consecuentemente democráticas y antiimperialistas… a militares honestos”. Un borrador anterior decía “militares patriotas y honestos”. Hay un problema elemental: si la clase trabajadora aspira a su propio poder político no busca alianzas políticas con militares de las FFAA que garantizan la dominación de clase capitalista.
Estas no son cuestiones menores, por estas concepciones, a lo largo del siglo XX en nuestro país, la izquierda hegemónica reiteradamente renunció a la lucha por el poder de los trabajadores, buscando en cambio siempre militares y sectores empresariales “progresivos” con los cuales hacer causa común, siendo de hecho el chavismo la expresión más acabada de eso. ¿No es acaso el chavismo la expresión más exitosa –triunfó y pudo gobernar– que ha dado la historia nacional en cuanto a movimiento de “militares patriotas y honestos”? Y ese es el proyecto que no solo encuadró en la disciplina del Estado capitalista la energía obrera, popular y campesina (como hemos explicado en diversos trabajos), sino que decantó en el retroceso histórico más grande que haya tenido nuestra clase, con un legado de crudo militarismo y una nueva reconfiguración de las fracciones de la burguesía nacional. ¿No debería ser suficiente el veredicto de esta amarga experiencia histórica para dejar atrás de una vez por todas esas fórmulas reaccionarias?
La lógica política a la que apuntaba el llamamiento era a esas que proponen proyectos políticos “populares” o “patrióticos” cuyos fundamentos son la conciliación de clases, pues, su propósito no es que la clase trabajadora haga su propia revolución para llevar a cabo un programa anticapitalista, sino que luche por reformas y cambios en los límites de un capitalismo gestionado en clave “patriótica”, “antiimperialista” o “popular”.
Estas concepciones, contrarias a la independencia de clase, las arrastra el frente amplio recién conformado y su candidatura presidencial, porque son las que sostienen tanto el virtual candidato como las principales fuerzas que lo conforman y que, hasta ahora, le vienen marcando en todo momento la política. Veamos.
¿Cómo se expresan concepciones contrarias a una estrategia obrera independiente?
Los lineamientos de gobierno de Manuel Isidro y su movimiento (MPA), que se reivindica de centroizquierda, proponen una recuperación de la economía mediante “la participación conjunta e interactiva del sector privado, la asociación productiva de trabajadoras y trabajadores, y el Estado”, así como un gobierno de “unidad nacional” para el “desarrollo armónico” del país. Es la antiquísima fórmula que propone lograr el “desarrollo” mediante la “unidad” entre las clases. Ese colaboracionismo de clases es la negación de la independencia política de los trabajadores, y, bajado a tierra a la realidad del país, sería totalmente impotente para defender consecuentemente sus intereses de clase.
Si algo está en la base de la tragedia social a que nos han sometido, es que los intereses de los capitales financieros internacionales (deuda externa) y de los empresarios, banqueros y grandes comerciantes del país, se han impuesto por sobre los de los trabajadores y sectores populares: entre 2014 y 2018 la deuda externa se pagó a costa de disminuir drásticamente los recursos para salud, alimentos, educación, salarios y demás necesidades básicas; banqueros y empresarios de todos los bandos operaron una descomunal fuga de capitales que desangró al país, mientras aquí faltaba de todo, en el exterior, la clase capitalista venezolana, tanto la tradicional como los nuevos favorecidos por el chavismo, acumulaba miles de millones de dólares; en el giro “liberalizador” desde 2018 para acá, la base del nuevo ciclo de ganancias y prosperidad de los empresarios y grandes comerciantes es la ruina del salario, el desconocimiento de los derechos laborales, aumento de las horas de trabajo y su intensidad, libertad de imponer y aumentar los precios a placer, para padecimiento del bolsillo popular.
¿Cómo se supone que el “esfuerzo conjunto” del capital privado y los trabajadores va a dar ahora resultados distintos a ese despotismo del capital contra las masas trabajadoras? La clase obrera venezolana no puede proponerse ninguna “reconstrucción del país” ni proyecto de “desarrollo” que no sea afectando y combatiendo los intereses capitalistas que se le han impuesto brutalmente. No puede ser, por tanto, un proyecto de “esfuerzo conjunto” ni de “unidad nacional”, al contrario, lo que necesita la clase trabajadora es desarrollar su lucha de clases sin expectativa alguna en que puede armonizar sus intereses con los de los capitalistas, luchar por un plan de emergencia obrero y popular donde las necesidades de los trabajadores y sectores populares se impongan por sobre las de los explotadores, ricos y poderosos de todas las tendencias políticas.
El PCV -que es la fuerza política preponderante en el EPA-, aunque nominalmente se reivindica “comunista”, ya es sabido que sostiene esa concepción de impulsar proyectos políticos con las llamadas “fuerzas auténticamente patriotas, antiimperialistas”, etc., cuya base es la colaboración de clases, es por eso que fueron parte integral del chavismo y, hasta hoy, no se les conoce cuestionamiento a esa política. Al contrario, cuando, luego de llevar años anunciando un “deslinde” con Maduro que nunca ocurría, por fin y recién a mediados de 2020 rompió, lo hizo aun reivindicando el legado de Chávez (como hemos explicado aquí, aquí y aquí), pues, es acorde a sus concepciones estratégicas. Incluso, tampoco se les conoce algún balance crítico de su apoyo a Maduro hasta hace apenas unos años. ¿Reivindican aún ese apoyo?
Esto no es poca cosa, el chavismo –una “fuerza patriota y antimperialista”– es la experiencia (trágica) más reciente de un embauque a la clase trabajadora en un proyecto que prometió el “desarrollo nacional” y la “emancipación” sin gobierno propio de los trabajadores ni supresión de la propiedad capitalista, sino bajo el esquema de un “Estado (burgués) fuerte” que se enfrentaba parcialmente a algunos de los capitales imperialistas (mientras permitía el posicionamiento de otros) y, a lo interno del país, hacía de “árbitro” en el conflicto entre las clases. Sin embargo, se autodenominó como “revolución socialista”, contó con el apoyo decidido de millones de trabajadores, mujeres, campesinos y jóvenes, llevándolos a un callejón sin salida y al descrédito de las ideas “socialistas”. Una propuesta política de la izquierda que se reivindica anticapitalista y socialista en Venezuela, debe limpiar las banderas del socialismo, deformadas totalmente y manchadas a los ojos de las masas por el chavismo, debe dejar absolutamente claro ante los trabajadores y el conjunto del pueblo que cuando habla de luchar contra la explotación capitalista, de estatizaciones y control obrero, poder de los trabajadores, etc., no tiene nada que ver con reivindicar el legado del fraude que significó el chavismo en cuanto supuesta “revolución” y “socialismo”. Eso no es posible en un frente político cuya principal fuerza reivindica el proyecto de Hugo Chávez e, incluso, el apoyo a Maduro hasta 2020.
El PPT-APR comparte con el PCV esa trayectoria de apoyo y sostén al tibio nacionalismo burgués de Chávez y, aunque en este caso sí ha habido un ejercicio crítico sobre esa política –planteando Rafael Uzcátegui cómo esa izquierda hipotecó su independencia ante los gobiernos de Chávez–, no implica la renuncia a nuevos proyectos “populares” o “patrióticos” que niegan la independencia política de los trabajadores.
Construyamos un polo de independencia de clase, consecuente con los derechos de las y los oprimidos, que luche por tener expresión electoral propia
Como señalamos al inicio, estas discusiones no son impedimento alguno para que entre todas estas organizaciones sigamos coordinando acciones y espacios de frente único para luchar por diversas causas que compartimos, pero si se trata de construir una referencia política que proponga una salida de fondo a los problemas del país y las mayorías trabajadoras, debemos apuntar en un sentido diferente a lo que está puesto hoy sobre la mesa.
Le hacemos este planteamiento a aquellas corrientes, activistas y militantes que concuerden con la necesidad de poner en pie una referencia que reivindique la capacidad de la clase trabajadora para tener un proyecto político propio, enfrentado a todas las variantes del sistema capitalista. En el caso específico de los compañeros del PSL y Marea Socialista les planteamos: siendo parte del espacio político del ENDDP, la alianza del PCV, PPT-APR y MPA les resultó un madrugonazo, pues no fue discutida ni informada previamente en ese espacio, sin embargo, ustedes se propusieron esperar que en ese espacio se discutiera el programa, para tener el perfil político y los acuerdos programáticos que tendría, pero aun sin esa discusión terminada, aun sin quedar claro el programa, dieron el paso de integrarse y formar el EPA y, dos semanas después, ya ese frente tiene un virtual candidato. Es decir, sin que se haya definido y publicado un programa, menos aún un candidato, ya en los hechos ese frente tiene un candidato presidencial y un perfil político de colaboración de clases.
La pregunta es, ¿por qué quienes reivindicamos la necesidad de una referencia que exprese la independencia política de la clase trabajadora no estamos colocando también sobre la mesa la voluntad de constituir un frente político que tenga expresión en las disputas electorales (bien sea la presidencial –cuestión casi imposible a estas alturas– o las parlamentarias del próximo año)? Es necesario que sobre la mesa de las opciones de los activistas, militantes y corrientes que se reivindican de izquierda, se coloque también una opción que contemple, entre otras cuestiones, algunas coordenadas de delimitación política como estas:
- Denunciar que entre el Gobierno-PSUV, las cámaras empresariales, la burocracia sindical gobiernera y traidora, y la oposición asimilada al gobierno, prima un consenso patronal que pretende “recuperar la economía” sobre la base de esa enorme ventaja para los capitalistas nacionales y extranjeros que es la imposición de condiciones de sobre explotación, la destrucción del salario, los derechos laborales y el debilitamiento extremo de las organizaciones de lucha de la clase obrera (incluida la persecución y represión); que la oposición servil a los EEUU (referenciada hoy en María Corina), aunque esté enfrentada al gobierno, comparte lo fundamental de esas políticas patronales; y señalar claramente que frente a eso la alternativa no son “esfuerzos conjuntos” ni de “unidad” entre la clases, sino el desarrollo de la lucha de clase de los trabajadores y el pueblo pobre por imponer un programa obrero y popular por sobre los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros y los terratenientes.
- Señalar cómo todas esas fracciones de políticos patronales reafirman el sometimiento nacional y del pueblo venezolano a los capitales financieros extranjeros con los cuales el chavismo nos endeudó brutalmente (sean gringos, europeos, chinos o rusos), pues avalan la deuda externa y buscan más endeudamientos de ese tipo; que plantee que la única salida progresiva de fondo para las mayorías trabajadoras es romper con ese sometimiento, mediante un desconocimiento soberano de la deuda y destinar esos recursos a salud, educación, vivienda y demás necesidades del país.
- Ante una situación mundial cada vez más inestable, marcada por el declive de la hegemonía estadounidense, la emergencia de otras potencias capitalistas que le disputan y el auge del militarismo, es fundamental mantener la independencia política ante posibles escaladas de conflictos como, por ejemplo, la disputa por el Esequibo. En el país, todo el arco político burgués, desde el gobierno hasta los opositores, levantan un patrioterismo reaccionario que nos podría llevar a enfrentarnos entre pueblos. Allí también se expresa la ausencia de una posición de independencia de clase en la candidatura del EPA, pues Manuel Isidro rechazó el referéndum de Maduro del año pasado, pero desde la posición de quienes le reclaman al gobierno ser más ofensivo en el reclamo, incluso sin descartar el uso de la acción militar; de hecho, en su programa de gobierno plantea “la creación e incorporación del nuevo ‘Territorio Federal Esequibo’”, algo similar a lo indicado en una de las preguntas del referéndum. Esta nueva referencia política debería sostener una elemental posición de internacionalismo entre los pueblos, que rechace que nos lleven a enfrentamientos fratricidas por intereses que no son los nuestros.
- Que sea resueltamente defensora de todas las libertades democráticas, contra la represión y las persecuciones, sin enlodarse por eso con la demagogia de los Estados Unidos y sus alfiles en el país.
- Una referencia política que no tenga deudas con el legado de saqueo de la renta pública hacia manos privadas, militarismo y falso “socialismo” del chavismo, que explique más bien cómo este preservó y profundizó los males del capitalismo dependiente venezolano, y que por eso la solución a la debacle social no es “más capitalismo”, porque lo que ha fracasado no es ninguna propuesta socialista.
- Que luche resueltamente contra la opresión machista y patriarcal, defensora abiertamente y sin complejos de los derechos plenos para las mujeres, como el derecho al aborto, y de la comunidad sexogénerodiversa, incluyendo el derecho a la identidad y al matrimonio.
- Defensora de los derechos de la juventud trabajadora y popular, hoy totalmente precarizada y sobre explotada por las condiciones que imponen el gobierno y los empresarios, y víctima de la brutal violencia policial en los barrios, circunstancias que tampoco cuestionan ninguna de las oposiciones patronales, ni María Corina ni los otros.
- Que se plantee por un internacionalismo militante en apoyo a las luchas de los trabajadores, las trabajadoras y los pueblos oprimidos del mundo.
- Una referencia que plantee como objetivo estratégico la conquista de un gobierno propio de los trabajadores en ruptura con el capitalismo.
Estamos seguros de que hay militantes de la causa de los trabajadores presos, jóvenes universitarios con sensibilidad social, trabajadores que se movilizan, activistas del movimiento de mujeres, militantes de izquierda, que estarían dispuestos a dar un paso al frente para construir una referencia político-electoral con este perfil. Es el llamado que hacemos a los compañeros del PSL, de Marea Socialista, y a aquellas corrientes, activistas y militantes que concuerden con esta perspectiva.