A propósito de los consejos de Macri para pasar el invierno y la crisis.
Jueves 14 de julio de 2016
Fotografía: Rodrigo Wilson
Mi capacidad de asombro se pone a prueba cada vez que habla Mauricio Macri. Hace unos días lo escuchamos darnos consejos a los trabajadores, diciéndonos que para sobrellevar la crisis del gas, no tenemos que estar “en remera y en patas” dentro de la casa.
Él cree que en nuestras casas los trabajadores tenemos muchos calefactores y que podemos darnos el lujo de tenerlos prendidos en máximo. No sabe cómo vivimos las familias trabajadoras y quienes viven en la pobreza. Yo le voy a contar cómo es.
En mi casa, donde trabajamos tres adultos -yo sigo peleando mi reinstalación a la fábrica y me arreglo haciendo costuras y tengo la ayuda de mis compañeros- no podemos tener al máximo los calefactores.
Mi hija se levanta todos los días una hora antes que sus tres hijos, todos chicos, para calentar la casa y así ellos no sientan tanto frío para empezar el día. Con un sólo calefactor no llega el calor a las dos habitaciones. Las hornallas se van prendiendo también para calentar un poco más el ambiente.
Pero mi situación y la de mi familia, inclusive, está muy lejos de la situación que viven miles. Mi sobrina, sin ir más lejos, calefacciona su casa con garrafas. Quedarse sin garrafas con chicos no es muy agradable. No creo que pueda sentirse muy contenta de andar “en remera y en pata”.
Yo sí puedo imaginar qué se siente al tener frío, porque lo he vivido. Mi familia también.
En Neuquén el diputado del PRO Leandro López dice que no nos quejemos, que el aumento son “tres docenas de empanadas”. ¡Qué sinvergüenza! Claro que con su sueldo no es nada $ 400. La familia de trabajadores no compramos todos los meses tres docenas de empanadas.
¿Qué saben estos millonarios de nuestras necesidades y cómo vivimos? ¿Quiénes se creen para darnos consejos de cómo economizar, cuando nuestra vida es pensar todo el día cómo hacer para que nos alcance el dinero y llegar a fin de mes?
Quieren que la crisis la paguemos nosotros.
Ellos desde sus mansiones, desde su confort, desde su dinero, no podrán imaginar lo que vivimos los obreros y obreras. Qué van a imaginar que millones de trabajadores se levantan a la madrugada para ir a tomar un colectivo, con frío, como mis compañeras textiles. Ellas muchas veces llegan mojadas y así tienen que trabajar nueve horas. Si se enferman les descuentan el presentismo.
A veces con el frío de la fábrica hay que trabajar con camperas, porque los patrones, “hijos de Macri”, prenden la calefacción recién cuando llegan las obreras. Muchas veces estando en la fábrica lo reclamé, porque apenas podíamos tocar las telas del frío en las manos. Después hay que volver a atender a los hijos y ver cómo calentar la casa.
Nos levantamos con frío, trabajamos con frío, nuestros hijos y nietos tienen que estar muy abrigados durante todo el día. ¿En qué momento del invierno las familias trabajadoras podemos andar en “patas y en remera”?
Qué saben ellos de pasar frío. El frío es de los pobres.