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Red Internacional
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Ambiente. ¿Qué son los humedales y por qué necesitamos una ley que los proteja?

Es urgente la sanción de la ley y son muchos los sectores que la reclaman. La sed de ganancia de los empresarios no puede pasar por encima de la voluntad de la población.

Jueves 29 de septiembre de 2022 19:22

Los humedales son planicies de inundación permanente o intermitente, con gran diversidad de flora y fauna autóctona. Los organismos que viven en estos hábitats están adaptados a las condiciones específicas del mismo. Se encuentran a nivel del mar o en altura, y contienen aguas dulces o saladas.

No sólo son importantes por contener gran biodiversidad y recursos naturales, sino también por las funciones que cumplen. Durante las crecidas de mareas y sudestadas, los humedales juegan un papel imprescindible en el drenaje del agua hacia ríos, arroyos y napas, regulando el exceso y la deficiencia de agua estacional. Son reservorios y purificadores naturales del agua, regulan las inundaciones, y contribuyen a evitar el calentamiento global.

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Sin embargo, estos ambientes ricos, diversos y útiles desde nuestro punto de vista, no fueron valorados por ningún Gobierno y, lejos de protegerlos, fueron enormemente destruidos. A nivel global, según el Fondo Mundial para la Naturaleza, desde 1970 se ha perdido el 85 % de los humedales.

En Argentina, los que quedan corren gran peligro debido al avance de actividades como el agronegocio (agricultura intensiva, ganadería), la minería (sobre todo de litio) y el relleno por parte del negocio inmobiliario (barrios cerrados o countries) que modifican la composición del suelo y la función de estos ecosistemas.

Humedales en Argentina

Los humedales abarcan el 21,5 % de la superficie del país, con aproximadamente 600.000 kilómetros cuadrados. Tenemos los Esteros del Iberá en Corrientes, el Delta del Paraná en Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, la Laguna de los Pozuelos, las Salinas Grandes en Jujuy, Península Valdés en Chubut, entre otros.

Los humedales almacenan el 30 % del carbono terrestre, que de entrar en contacto con la atmósfera por incendios o descomposición contribuirían enormemente al efecto invernadero y, por lo tanto, al calentamiento global. Son territorios ricos con recursos que pueden ser utilizados por la humanidad de manera sustentable y consciente. Se pueden aprovechar estos recursos por debajo del límite de renovación de los mismos. Por ejemplo, es posible la extracción de vegetales para consumo, madera o fibra textil, o la caza o pesca artesanal de animales, de manera que sus poblaciones puedan crecer nuevamente sin comprometer su número para las futuras generaciones.

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Este tipo de utilización de los recursos lo venían haciendo desde hace tiempo los pueblos originarios u otros pobladores. Pero, en las últimas décadas estos territorios sufrieron una destrucción parcial a completa por parte de las actividades de explotación. Los humedales son habitualmente drenados para aumentar la superficie dedicada a la producción agrícola y ganadera. Según especialistas, esta práctica debe ser desaconsejada, ya que se pierden los beneficios que brindan estos ecosistemas.

Por ejemplo, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, analizaron el impacto producido por agroquímicos de uso común en los humedales del cinturón hortícola platense. El estudio demostró que los arroyos aledaños y sedimentos en donde han sido drenados los humedales están tan contaminados por agroquímicos que los organismos más sensibles de la fauna acuática están disminuyendo su población o han desaparecidos.

En cambio, en presencia de humedales se demostró que los agroquímicos pueden precipitar a los sedimentos o ser incorporados por la vegetación. Los humedales actúan como zonas de atenuación, disminuyendo así la toxicidad aguas abajo y contribuyendo a mantener a la fauna sensible y al agua con menor contaminación.

Las actividades extractivas como el fracking, destruyen los humedales. Por ejemplo, se extraen arenas silíceas del lecho del Río Paraná, en Diamante (Entre Ríos), para Vaca Muerta. También está el conflicto socioambiental en el Mallín de los Cual, con los humedales de la comunidad mapuche-tehuelche Cual de Chubut amenazados por un proyecto de explotación de plata y plomo. En este caso no se respetan los derechos de los pueblos originarios a que el Estado los consulte ante posibles afectaciones. Hay denuncias de que jueces y fiscales no están haciendo cumplir con las consultas, favoreciendo así a las mineras.

Los negociados de siempre

El negocio inmobiliario, principalmente en la provincia de Buenos Aires, ha destruido cientos de hectáreas de humedales. En los últimos 30 años en la cuenca del río Luján, Tigre, Campana, Escobar y Pilar empresas como las de Eduardo Costantini (Consultatio), Jorge O’Reilly (Eidico), los hermanos Hugo y Adrián Schwartz (Colony Park) y el Grupo Soldati, entre otros, han ido avanzando sobre los humedales gobierno tras gobierno.

Consultatio ocupa casi cuatro mil hectáreas, entre ellas, las que conforman Nordelta. Gran parte de los humedales de la costa bonaerense ha sido transformada en barrios privados, náuticos, countries y clubes de campo con lagunas artificiales y rellenos. También, rectifican ríos con la excusa de “obras hidráulicas para evitar las inundaciones” para rellenar y comercializar sus planicies de inundación, que son los humedales que reciben, justamente, las crecientes.

Los barrios cerrados levantan murallas de hasta ocho metros para evitar el ingreso del agua, provocando la inundación de los barrios populares cercanos durante las crecientes. El acaparamiento de tierras y destrucción de ecosistemas nativos por parte de estos megaemprendimientos parece ser exponencial, pasando por encima de la voluntad de organizaciones ambientalistas y vecinos.

Las construcciones se deben llevar a cabo de manera integral, respetando los humedales, las formas de vida y la población humana. Hace falta voluntad política para frenar los avances de los empresarios. Sin embargo, esta es inexistente, y las entidades gubernamentales municipales, provinciales y el Estado nacional sólo favorecen las ganancias de los ricos. Hoy se ofrecen a la venta de manera descarada lotes en barrios cerrados que han sido paralizados por irregularidades. Comienzan las obras con la primera autorización municipal, sin tener aprobados los estudios de impacto ambiental, ni la autorización provincial, y van rellenando las tierras, excavando los canales y levantando las murallas.

De manera similar a lo ocurrido en Campana, a fines de 2019 el Concejo Deliberante aprobó la rezonificación de las 500 hectáreas de El Tajiber, un arroyo con su planicie de inundación, antes zona rural, como un área apta para la actividad industrial. Esto pone en peligro al Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, a pocos kilómetros de allí. Es la única zona verde que queda en Campana, ciudad que tiene casi todo su río, el Paraná de las Palmas, ocupado por industrias. Los barrios cercanos a la rezonificación corren riesgo de contaminación industrial e inundaciones.

Es urgente la sanción de la ley de humedales, y son muchos los sectores que la reclaman, incluso, desde hace casi una década. El proyecto de Ley de Humedales consensuado por más de 300 organizaciones socioambientales está en peligro. Diputados del oficialismo, de Juntos y funcionarios de las provincias presionan en contra. Massa en el Congreso y Wado de Pedro junto a Gobernadores del Norte Grande en Estados Unidos avanzan con la agenda extractivista.

También necesitamos asambleas vinculantes de pobladores, ambientalistas y académicos previas a todo tipo de obra que afecte a los ecosistemas. La sed de ganancia de los empresarios no puede pasar por encima de la voluntad de la población y el ambiente en el que vivimos.