La excandidata presidencial de Acción Nacional, Josefina Vásquez Mota se pronuncia por la militarización de las calles de pueblos y ciudades y asegura que “crecen las exigencias (hacia el ejército) para estar al lado de los ciudadanos”.
Raúl Dosta @raul_dosta
Jueves 20 de octubre de 2016
Josefina Vázquez Mota, presunta aspirante a la nominación del Partido Acción Nacional como candidata a la gubernatura del Estado de México, escribió el día de ayer en El Financiero un artículo titulado Que Vengan las Fuerzas Armadas. En él asegura que es necesario “que el ejército venga junto con la marina a patrullar las calles, los municipios y los estados con altos índices de inseguridad (…) a realizar el trabajo que los diversos órganos de gobierno deberían llevar a cabo”.
Estas lamentables declaraciones corresponden a un a ex funcionaria pública que en los sexenios panistas fungió como secretaria de desarrollo social con Vicente Fox, y como secretaria de educación con Calderón. Con esta posición trata de ubicarse al frente de aquellos sectores de derecha recalcitrante que quisieran la militarización del país en todos sus planos, incluso reclama la presencia del ejército “en actos de orden político, como la toma de protesta de un alcalde o un gobernador”.
Es tanta la ilegitimidad que va percibiendo la población acerca de los miembros de la casta política (como los Padrés y Duarte que hoy andan a salto de mata) que, según la visión de Vázquez Mota, tienen que ser fuertemente custodiados. ¿A quién le teme más Vázquez Mota, a la narco-delincuencia o a que la gente que protesta en las calles, desborde los fuertes dispositivos de las policías locales y federal?
Dice que se requiere al ejército para erradicar los plantíos de enervantes pero, descontando que esta institución era la impulsora en los setentas de esta actividad, hoy proscrita, en colaboración con la CIA; las cúpulas militares han sido cuestionadas por décadas, y algunos de sus mandos encarcelados, por el contubernio con ciertos capos de las drogas. De manera que la “guerra contra el narcotráfico” impulsada por su entonces jefe Felipe Calderón, ha resultado en una gran carnicería en las poblaciones donde se dan enfrentamientos entre los matones de las diversas bandas en medio de la inacción de los “heroicos” militares.
Por eso los operativos para detener a los criminales más poderosos” que, según ella, “suelen estar a cargo de las Fuerzas Armadas”, se dan sólo cuando la DEA y otras agencias estadunidenses los empujan a ello, pero en general, el crimen organizado se las arregla ante tantos operativos surgidos en el imaginario de Vázquez Mota
En realidad, los operativos más letales se dan en otro ámbito, el cual no registra esta notable militante del PAN, que mantiene un perfil bajo luego de su derrota en la contienda presidencial ante el priista Enrique Peña Nieto, pero que al mismo tiempo ha sido reconfortada por el gobierno de éste, que le asignó una ayuda presupuestal a su fundación transfronteriza Juntos Podemos acumulando más de 900 millones de pesos.
Operativos militares, muerte de civiles inocentes
En realidad, dichos operativos letales se dan mayormente en las incursiones militares contra gentes desvalidas que, acusadas de ligas con la delincuencia o en medio de las “persecuciones” a ésta, han sido masacradas en lugares como Tlatlaya, Tanhuato, Iguala, Apatzingán y otros como mencionamos aquí. Los trabajadores y el pueblo pobre hemos tenido grandes bajas a manos de las fuerzas armadas. Pero por lo que vemos, esas bajas no le importan a JVM ni a los que están en las estructuras del poder, tampoco a los partidos oficiales de este régimen que sirve a los patrones y transnacionales.
Acostumbrados a abusar, torturar, desaparecer y asesinar a los pobres, a los trabajadores, a los que protestan, sin dar explicación alguna, ahora se sienten mal por las 15 bajas de Culiacán (cinco muertos y diez heridos), que dejaron “dolido por los arteros hechos suscitados” al general Cienfuegos, jefe del ejército.
Efectivamente. hace unos días fueron emboscados y muertos cinco soldados en Culiacán, a los que las cúpulas política, empresarial y militar les han rendido sendos homenajes, desatando los lamentos del general Cienfuegos, quien asegura que “nuestro ejército es muy chiquito”, en un país que no está amenazado militarmente por alguna potencia, debido a que estamos subordinados estratégicamente a EE. UU.; y clama por incrementar su membresía, “para poder cubrir las tareas de seguridad en todo el país”, es decir, quiere más soldados bajo la óptica de extender sus operaciones a patrullar las calles en poblaciones y ciudades.
Josefina Vázquez Mota no sólo justifica la militarización (“lo que en un principio pretendió ser presencia temporal, hoy se ha convertido en una responsabilidad cotidiana”) sino que abandera la demanda de legitimización de esta expansión del ejército a las calles contra el deseo popular de que los soldados permanezcan en sus cuarteles. Por eso suscribe la demanda de Cienfuegos de que el ejército sea dotado de un marco jurídico “que les brinde certeza y seguridad”.
La debilidad del gobierno peñanietista, que teme que el descontento social inunde las calles del país, pone entre los principales objetivos de las clases dominantes, del gobierno y parlamentarios al servicio de los capitalistas y las transnacionales, un régimen que les garantice el cumplimiento de sus planes de explotación y para ellos la mejor salida es la militarización del país.
Por eso Peña Nieto, en el acto por los 100 años de la industria militar resaltó la preocupación de su gobierno por privilegiar las instituciones armadas, a las que les ha incrementado el presupuesto en más de 36% entre 2012 y 2016, explicó. Así, mientras EPN apoya el fortalecimiento de estos aparatos de represión, ha propuesto para 2017 el recorte del 10.6% al presupuesto educativo.