El domingo 11 de abril se llevaron a cabo las elecciones generales en el Perú. Pedro Castillo encabeza con el 18,6 % de los votos una elección atrevesada por el coronavirus y la crisis política en el país expresada en la fragmentación de la conformación del Congreso.
Lunes 12 de abril de 2021
Foto: Gian Masko AFP / EFE
El escenario electoral fragmentado refleja la crisis política y el descontento por el manejo de la pandemia de la Covid-19. Al menos seis de las 18 fórmulas presidenciales pueden pasar a la segunda vuelta. Estas elecciones también se eligieron a los 130 miembros del Congreso y cinco representantes al Parlamento Andino.
Al 61% del conteo rápido Pedro Castillo con 18,6% se ubica en el primer lugar de las elecciones generales desarrolladas el domingo 11 de abril. En el segundo lugar esta Keiko Fujimori (14,5), en el tercer lugar Rafael López Aliaga (11,9), en cuarto lugar Hernando de Soto (10,8), a ellos les siguen Yonhy Lescano (9,8) y Verónika Mendoza (7,8%).
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¿Quién es Pedro Castillo?
José Pedro Castillo Terrones nació en 1969 en el poblado de Puña, ubicado en el departamento de Cajamarca. Es docente de primaria, es un conocido líder sindical que organizó la histórica huelga magisterial del 2017 y en 2005 inició su carrera política cuando se convirtió en miembro del Comité de Cajamarca del partido político Perú Posible.
En la actualidad representó al partido Perú Libre, de ideología de bases progresistas y origen regional. Castillo es uno de los ocho candidatos presidenciales que no tiene procesos penales en su contra.
En su plan de Gobierno propuesto se encuentra la idea de modificar la Constitución Política del país, principalmente con el objetivo de llevar a cabo una reforma económica en la que el Estado asumiría un rol de empresario para competir con los privados.
“Actualmente vivimos en un sistema capitalista aparentemente renovado, en un neoliberalismo económico, llamado Economía social de mercado, impuesto desde el año 1993 y desde entonces ha ido en contra de los intereses de las grandes mayorías del país. Para cambiar esta triste realidad, es necesario plantear ajustes en el campo económico, la mayoría de manera drástica”, asegura el plan de Gobierno de Perú Libre llamado ‘Economía popular con mercados’.
En la propuesta también incluye nacionalizar empresas de diversos sectores económicos como el minero, petrolero, hidroenergético, gasífero y de comunicaciones.
“En algunos casos solamente debe recurrirse a la nacionalización y no la estatización, indemnizando al privado lo invertido y administrando el total de las utilidades generadas”, explica el documento.
Sin embargo, Castillo a nivel de sus propuestas programáticas y de su estrategia política parte de visiones reformistas que, a pesar de plantear entre sus propuestas de campaña cambiar la Constitución, gobernar con un sueldo de profesor y reducir el salario de los congresistas, no pone en cuestionamiento la estructura capitalista peruana ni mucho menos la dinámica del capitalismo a nivel internacional.
Dentro de su plan no existe una respuesta radical ante la precariedad laboral y ante la explotación laboral, ni buscan una confrontación real con los grandes grupos económicos que controlan el país. A medida que se acercaba el día de las elecciones han ido rebajando sus tímidas medidas económicas, tal grado que hace poco dijo que en un gobierno suyo no se cobrará un impuesto a la riqueza.
En sus discursos nunca hizo mención ni se dirigió a la clase trabajadora. Apela a la unidad de todos los peruanos, por eso habla de la “gente” o de la “patria”, con lo cual oculta de manera intencional las diferencias de clase que condicionan la dinámica económica, social y política en países capitalistas dependientes como el Perú.
Él, ni el resto de los candidatos, no cree en la necesidad de unir al proletariado para enfrentar a la burguesía nacional o extranjera y al imperialismo. De esta manera reproduce, desde diferentes ángulos, la idea etapista inoculada por el estalinismo que planteaba que se pueden hacer cambios de la mano de una supuesta burguesía nacional “progresista y honesta”.
Pedro Castillo, apela recurrentemente a un discurso indigenista al grado tal que él mismo se definió como “Tawantinsuyano” (en referencia al antiguo Imperio Inca), tiene un entorno más ligado a los sectores campesinos, los sectores populares urbanos y al magisterio. Sin embargo, esto no lo exime de que en su plan de gobierno no rompa con los grandes empresarios extranjeros y con la burguesía nacional. Castillo y su agrupación política, habla de cambiar la Constitución de 1993, pero su planteamiento se reduce a hacerlo desde las instituciones impuestas por el régimen del 93 (instauradas por Fujimori) y al margen de la movilización y la auto organización obrera y popular, lo cual reduce esta consigna a una mera reforma constitucional.
El elemento adicional que ha hecho que Castillo se convierta en un candidato atractivo para los sectores populares, mayoritariamente de las provincias del interior del país tiene que ver con que es percibido por ellos como un luchador consecuente. Esto es por ser un líder del sector mayoritario del magisterio peruano, además que lo perciben como alguien ajeno a los políticos tradicionales tan cuestionados por la población.
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