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Elecciones EE. UU.. Quién es Tim Walz: el vice elegido por Kamala Harris para mantener a la clase trabajadora con los demócratas

Este lunes comienza la Convención Nacional Demócrata en Chicago donde Kamala Harris será coronada como la candidata demócrata a pelear por la presidencia junto a Tim Walz, elegido para acompañarla como su vice. El actual gobernador de Minnesota pasó de ser quién reprimió las protestas del movimiento Black Lives Matter a ser un héroe de los progresistas. ¿Cuál fue la estrategia detrás de su elección como vicepresidente de Harris?

Lunes 19 de agosto 12:33

Con la coronación como candidata presidencial de Kamala Harris durante la Convención Nacional Demócrata que comenzó este lunes en Chicago, arranca formalmente la carrera hacia las elecciones en Estados Unidos.

Varias de las últimas encuestas sugieren que el viento sopla a favor de la campaña de Harris. La elección del gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su candidato a vice ha ayudado a que la nueva fórmula del Partido Demócrata gane impulso. En menos de un mes, el Partido Demócrata se sacó de encima a Biden y reorientó a todo el partido en torno a Harris para competir con Donald Trump, que en un momento parecía dispuesto a tomar una cómoda ventaja de cara a las presidenciales de noviembre. En un contexto de extrema polarización, el entusiasmo generado por la renuncia de Biden a pelear la reelección y la posibilidad de que la primera mujer negra y del sur de Asia se convierta en presidenta (además de poner sobre la mesa una opción que no sea ni Biden ni Trump) está cambiando la marea a favor del Partido Demócrata.

Los demócratas han pasado de ir a la zaga en las encuestas a tener una estrecha ventaja sobre Trump, de perder prácticamente todos los estados clave a mostrar a Harris por delante en varios estados en disputa. Harris está realizando grandes actos en estados clave como Georgia y Arizona, donde una multitud entusiasta la saluda y corea junto con ella su lema clave, que resume su enfoque en la defensa de los derechos democráticos: "No vamos a volver atrás". A menos de 90 días de las elecciones, la campaña de Harris está empezando a presentar su plataforma. Sin embargo, la elección de Walz como candidato a vice fue una maniobra que permitió al Partido Demócrata revitalizar y aportar nuevo entusiasmo a la defensa más amplia de su política de "mal menor" para enfrentar a Trump y JD Vance, posicionándolos para atraer de nuevo a sectores que en los últimos años se habían alejado de los demócratas.

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¿Walz es el "centro progresista"?

Walz es una figura contradictoria, con reputación de gobernador progresista, con algunas excepciones muy notables, como el despliegue de la Guardia Nacional para sofocar las protestas tras el asesinato de George Floyd, una medida que fue más allá de lo que otros gobernadores estaban dispuestos a hacer y que recibió elogios de Donald Trump. Como congresista, Walz votó de manera más conservadora que la mayoría de los demócratas en la Cámara de Representantes: un análisis independiente sobre su último mandato en el Congreso lo clasificó como el duodécimo representante demócrata más conservador. Fue uno de los únicos demócratas que votó a favor de los recortes de impuestos de Bush en 2012 y recibió el respaldo de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, cuyo apoyo rechazó más tarde después del tiroteo de Parkland).
Esta es la combinación perfecta para complementar a Harris. Walz no se ha opuesto al establishment; simplemente ha abrazado algunos de los programas sociales más progresistas y la defensa del aborto y la atención de afirmación de género. Esto no desafía al establishment del partido, y le da cobertura de izquierda a Harris mientras se inclina hacia la derecha en temas como la inmigración, un área en la que el historial más progresista de Walz como gobernador de apoyar las ciudades santuario y las licencias de conducir para inmigrantes indocumentados también le da cobertura a Harris (aunque también es algo que puede ser utilizado por la campaña de Trump en una elección que está polarizada firmemente hacia la derecha en torno a la cuestión de la inmigración, gracias en gran parte a los intentos de Harris de "superar en mano dura" a Trump en la frontera).

Esta condición de progresista moderado permitió que todos, desde Joe Manchin hasta los Socialistas Demócratas de América (SDA), elogiaran su incorporación en la fórmula. El DSA en particular se jactó de que se trataba de una victoria para el movimiento por Palestina. El hecho de que el mismo hombre que desató la violencia militar contra los manifestantes por los derechos civiles ahora sea proclamado amigo de los movimientos muestra cuán desorientada y equivocada está gran parte de la izquierda y la dirigencia de estos movimientos en el momento político actual. En lugar de luchar por crear verdaderas alternativas políticas, demasiados dirigentes progresista están siguiendo de manera oportunista la política del mal menor. Esto demuestra que la elección Walz por parte de Harris es una medida inteligente para mantener ese "entusiasmo" sin implicar una concesión significativa al ala izquierda.

En parte, la popularidad nacional de Walz se basa en la percepción de que puede hacer frente a los ataques de la extrema derecha y defender los derechos democráticos, pero que puede hacerlo sin alejar por completo a la base de Trump. Casi inmediatamente después de la decisión de la Corte Suprema de revocar Roe v. Wade (que había habilitado el derecho al aborto desde la década de 1970), Walz firmó una ley para consagrar los derechos al aborto en Minnesota. Apoyó y firmó proyectos de ley para convertir a Minnesota en un "estado refugio" para las personas trans que buscan atención de afirmación de género, y prohibió las "terapias de conversión". Walz fue catapultado a la atención nacional después de volverse viral por sus comentarios llamando a Vance y Trump "raros". La frase que utilizó fue "sencillamente raros", él dijo ”These guys are just weird” para referirse a Trump y Vance. En inglés tiene una acepción algo siniestra y peyorativa para referirse a algo extraño y estrafalario. Esa frase dolió en la campaña republicana y la expresión ya ha sido adoptada por una amplia franja de portavoces del Partido Demócrata, incluida la campaña de Harris. Esta frase de Walz mostró una nueva forma de competir contra Trump y la extrema derecha: en lugar del pesimismo del "votá por mí o vamos a tener fascismo" que ofreció Biden, los demócratas ahora están usando un toque más liviano de esta lógica, esforzándose por presentar a la extrema derecha como por fuera de la realidad y con un discurso político delirante. Queda por ver cuán efectiva será esta retórica, pero permite a los demócratas presentar mensajes más esperanzadores, lo que probablemente también ayude a inspirar entusiasmo por sus campañas. El hecho de que Walz haya sido pionero en este cambio probablemente también lo hizo atractivo para Harris y sus asesores.

El Partido Demócrata se encontraba en una posición precaria, ya que se enfrentaba a las posibles consecuencias de reemplazar a un presidente en funciones que estaba en su primer mandato. Esto le dio más peso a la elección de quién acompañaría a Harris como vicepresidente en un escenario político inestable, especialmente porque los demócratas necesitan unir a un partido fracturado, movilizar a una base alienada y presentarse como la fuerza política más "estable" ante los votantes temerosos de una segunda presidencia de Trump. El entusiasmo generado por la campaña de Harris se puede ver en su logro récord de recaudación de fondos de $ 81 millones en las 24 horas posteriores a su anuncio como nominada, y en la rapidez con la que se aseguró la nominación a través de promesas de apoyo de una mayoría de delegados demócratas. Esto abrió el espacio para que los demócratas pasaran a la ofensiva con su elección de vicepresidente y recuperaran influencia sobre una base que tenía dudas sobre si el partido podría defenderse contra la derecha, navegar en una economía incierta y recuperarse de la mancha de su apoyo incondicional al genocidio de Israel en Palestina. Así, de la lista de posibles candidatos a vice que tenía Harris sobre el escritorio, Walz surgió como el que puede atraer a los votantes como un político realista y anti-élite que puede lograr resultados y no cuestiona el status quo demasiado en voz alta.

En cierto sentido, el entusiasmo generalizado por Walz pinta un cuadro contradictorio de las aspiraciones de la base del Partido Demócrata y muestra una parte de la crisis más amplia del partido y su base.

Por un lado, los demócratas necesitan el apoyo de los jóvenes que se han visto politizados por el sanderismo, la polarización de Trump, Black Lives Matter, la pandemia y el movimiento palestino. Por eso, el partido tiene que mostrar un barniz progresista. Esto se expresó a principios de este año tanto en las combativas protestas contra Biden y el genocidio en Palestina, como en la protesta más electoral de la "campaña no comprometida" (aquellos que en las primarias votaron una papeleta de rechazo a la candidatura de Biden), que sacudió al Partido Demócrata, al igual que las encuestas que revelaron cuántos estaban pensando en no participar en estas elecciones.

Esta crisis aumentó las tensiones dentro del Partido Demócrata en torno a la nueva candidatura de Biden, que finalmente estallaron después de su desastroso desempeño en el debate con Trump. Sin embargo, esta crisis lleva años cocinándose en el Partido Demócrata, al menos desde el 2016, cuando el establishment del partido maniobró para evitar que Sanders ganara más peso en la pelea por la candidatura demócrata (que terminó ganando Hillary Clinton), como también lo hicieron con la campaña de Sanders en 2020 (que terminó ganando Biden). Pero todas esas maniobras agrandaron la crisis al tener que lidiar el partido demócrata con los sectores progresistas de su base, a los que mantuvieron alineados recurriendo a una política de mal menor basada en el miedo a Trump y la extrema derecha, todo ello con la cooperación del mismo Sanders, el Squad (la bancada del ala progresista del partido demócrata en la cámara baja), las ONG y dirigentes de los movimientos sociales. El genocidio en Palestina y la impopularidad masiva de Biden resultaron demasiado amenazantes, por lo que Harris surgió como una solución. Walz ayuda a solidificar la narrativa de que Harris es diferente, que está escuchando a la base y que no necesitan abandonar el partido.

Por otra parte, los demócratas también tienen una necesidad estratégica de recuperar los lazos con la clase trabajadora, un sector que está surgiendo como actor político más central en la escena nacional (en un momento en que la lucha de clases está cobrando impulso y volviéndose más popular, como se vio con la huelga de la UAW del año pasado, que fue ampliamente apoyada), y que viene de un largo proceso de divorcio con el Partido Demócrata y que se ha vuelto un sector en disputa tanto para los demócratas como para los republicanos. Este espacio disputado significa que los demócratas también tienen que hacer promesas a la clase trabajadora.

En tercer lugar, los demócratas están constantemente disputando un espacio con los republicanos para conseguir más votantes moderados de clase media, lo que en 2020 se ha llamado la “batalla por los suburbios”. Esto significa que no pueden dar la apariencia de ir “demasiado lejos” en sus guiños a la izquierda del partido. Al mismo tiempo, los demócratas son un partido del capital imperialista y también tienen la tarea de representar a un ala de la burguesía. Para no poner en peligro el apoyo de sus grandes donantes ni socavar los intereses del capital, los demócratas necesitan encontrar un equilibrio entre hacer concesiones a los trabajadores y respaldar a los patrones.

Parte de estas contradicciones fueron muy prominentes cuando un sector de la juventud multirracial, un grupo demográfico clave para los demócratas, rechazó a Biden y lo llamó "Joe el genocida" por su apoyo a Israel. El ascenso de Harris ha vuelto a unir las piezas, pero no ha resuelto los problemas subyacentes. Harris necesitaba elegir a un vicepresidente que pudiera atraer a un amplio sector de la base, un progresista moderado. En Walz, Harris encontró esa figura que podía mantener vivo el entusiasmo de los sectores progresistas de la base pero que también no asustara a demasiados grandes donantes o votantes moderados.

La elección de Walz es una señal de que Harris está haciendo guiños al ala izquierda de la base del partido, en un claro intento de atraer a estos sectores de nuevo al partido después de que se alejaran ante la candidatura de Biden y su apoyo al genocidio. Esto es crucial, porque recuperar la base requiere cooptar el movimiento por Palestina y desviarlo hacia la campaña de Harris. En este sentido, era importante para este objetivo -sin hacer realmente concesiones significativas, como prometer dejar de vender armas a Israel- elegir a alguien que fuera visto como un amigo del movimiento.

En comparación con el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, otro de los tres finalistas que tenía Harris para elegir para el puesto de vicepresidente, Walz es significativamente menos ofensivo para el movimiento palestino. Si bien Walz, como esencialmente todos los demás miembros del Partido Demócrata, apoya firmemente a Israel y, en el Congreso, votó regularmente a favor de la ayuda a Israel, es menos sionista empedernido que Shapiro, quien comparó a los manifestantes pro palestinos con el KKK, apoyó la destitución del presidente de la Universidad de Pensilvania después de la infame audiencia del Congreso sobre el supuesto "antisemitismo en el campus" e incluso apoya leyes que castigarían a las instituciones por desinvertir en Israel. Si Shaprio hubiera sido elegido, Harris podría haber liquidado los lazos entre su campaña y el movimiento palestino y los votantes árabes estadounidenses en estados clave como Michigan. Elegir a Walz en lugar de Shapiro permite a sectores del movimiento (como lo hizo DSA) tomarlo como una "victoria" y demostrar que "pueden presionar a la campaña de Harris".

Un nuevo guerrero en la batalla por la clase trabajadora

Si bien el Partido Demócrata pretende cooptar y desviar el movimiento palestino, su otra tarea es retener a su base tradicional de clase trabajadora, que se ha ido desprendiendo del partido en los últimos años, un proceso conocido por los politólogos como “desalineamiento”, que se intensificó con la entrada de Trump en la escena política. Sin embargo, el desalineamiento es anterior al "momento Trump" y ha estado ocurriendo durante todo el período neoliberal, a medida que los demócratas se alejaban de las posiciones más "populistas" del partido en la era del New Deal y sus secuelas, eliminando los derechos de los trabajadores, destruyendo los programas sociales y empeorando así sus condiciones de vida. Esto puso en peligro la posición de los demócratas ante su base tradicional y comenzó a dividir la coalición del New Deal.

En este sentido, la elección de Walz representa un intento de contrarrestar la elección de Vance por parte de Trump y presentar un candidato que pueda, según la campaña de Harris, hablar a sectores de la clase trabajadora blanca desde una perspectiva más progresista. Walz, veterano y ex profesor, es el complemento perfecto para Vance: ambos provienen de entornos de clase trabajadora y se presentan como rivales de la casta política que sumió a Estados Unidos en guerras brutales en Oriente Medio y manejó mal la crisis económica de 2008. Walz, gobernador del Medio Oeste con experiencia en la polarización política (fue elegido al Congreso en un distrito conservador y ocupó el escaño durante 12 años, incluido en 2016, cuando su distrito votó tanto por Walz como por Trump), es visto como la esperanza del Partido Demócrata para apelar a sectores desilusionados de la clase trabajadora cuyos votos están en disputa.

Este parece haber sido un factor clave en la elección del candidato a vicepresidente de Harris, y subraya que esta elección sigue siendo una batalla por la clase trabajadora. Esto es evidente en el hecho de que Walz cuenta con el fuerte respaldo de sectores de la burocracia sindical. Cuenta con el apoyo público del presidente de la UAW (automotrices y otros), Shawn Fain. Como prueba adicional de la centralidad de la clase trabajadora en esta elección, el primer evento público en solitario de Walz fue su discurso en la conferencia de la AFSCME (trabajadores estatales y municipales), donde declaró: “Sabemos que cuando los sindicatos son fuertes, Estados Unidos es fuerte. Es por eso que Harris y yo nos hemos unido a los trabajadores en la línea de piquetes”.

Esta visión de Walz como candidato pro-trabajadores se complica por su legado real. Si bien es cierto que firmó algunas leyes a favor de los trabajadores, también, como gobernador, se puso del lado de la Clínica Mayo, un gran empleador en Minnesota, en contra de las enfermeras que peleaban para que se contrate más personal ante la cantidad de trabajo. Esta decisión llevó al sindicato de enfermeras de Minnesota a emitir una declaración de repudio.

Walz, como tantos otros demócratas, quiere tener las dos cosas a la vez: presentarse como un guerrero de los trabajadores en público, cuando es políticamente beneficioso, pero también hacer lo imposible en privado para mantener contentos a los intereses corporativos. Esta es la contradicción fundacional del Partido Demócrata: como cementerio de movimientos sociales, el partido se presenta como una alternativa progresista a los republicanos, al tiempo que representa las demandas del capital. No puede surgir ningún progresismo verdadero de este partido. Todos sus gestos hacia la política progresista son intentos cínicos de mantener el poder y cooptar a los movimientos. Este es el juego de suma cero que los demócratas ofrecen en cada elección, y casi siempre se centra en el miedo a la derecha y la defensa de los derechos democráticos. Pero no es un detalle cómo trató Walz a los manifestantes de Black Lives Matter, y no es un detalle cuántos ataques a los derechos democráticos se produjeron bajo el gobierno de Biden. Los demócratas no son una forma viable ni realista de derrotar a la derecha (basta con ver hasta qué punto se están inclinando hacia la derecha en el tema de la inmigración); más bien, necesitamos formar nuestro propio frente unido para derrotar a la derecha y defender todo lo que hemos ganado con duras luchas. Podemos construirlo con nuestros sindicatos y organizaciones de movimientos sociales, con nuestra lucha y nuestro coraje, no con su cinismo y su discurso hipócrita.
Ellos hablan de defender la democracia mientras bombas fabricadas y financiadas por Estados Unidos caen sobre escuelas de Gaza. Hablan de defender a los trabajadores mientras reciben donaciones de grandes cantidades de dinero de capitalistas que, sin duda, no están interesados ​​en los derechos de los trabajadores. Walz no es más que el último de un elenco de personajes destinados a apaciguar nuestra justificable rabia contra el Partido Demócrata. No deberíamos caer en su trampa.


La versión original de este artículo fue publicada en inglés en el sitio Left Voice.