En el marco de la coyuntura por el cambio de rector, y mientras sectores de la comunidad se organizan para realizar una consulta, las autoridades de la UNAM hacen gala de su antidemocracia.
Joss Espinosa @Joss_font
Lunes 30 de octubre de 2023
Quedan pocos días para la designación del rector, como siempre, el proceso se desarrolla de una forma sumamente antidemocrática, siendo solo 15 personas, quienes conforman la junta de gobierno, quienes deciden a espaldas de la comunidad el rumbo de la universidad al designar un rector bajo sus criterios.
Esto no es una novedad, y por ello desde la comunidad universitaria, se han realizado esfuerzo para involucrar al conjunto de estudiantes, docentes y trabajadores en este proceso. En elecciones pasadas, como parte de la Agrupación Juvenil Anticapitalista, junto a otras organizaciones hemos impulsado consultas para conocer que es lo que opina la comunidad en torno a la designación del rector, si creen que es la forma correcta de elegirlo y cómo podemos hacer para democratizar la universidad.
En este año, docentes y colectivos estudiantiles impulsaron una consulta, el grupo es amplio y diverso, y algunos de quienes lo integran, han formado parte de la campaña de Ordorika rumbo a la rectoría. La consulta consiste en dos preguntas, en la primera se lee:
- “¿Estás de acuerdo en que la Universidad Nacional Autónoma de México debe propiciar procesos informados, democráticos, transparentes e incluyentes en la elección de sus autoridades como primer paso para realizar cambios profundos y necesarios?
Y la segunda pregunta es sobre quién creen que debería ser el próximo rector, con el listado de las y los diez candidatos que se mantienen en la contienda.
Aunque es una consulta un tanto acotada, lo cierto es que son esfuerzos necesarios para introducir el diálogo en torno a la antidemocracia en la Universidad. Se han instalado urnas en las explanadas de diversas escuelas y facultades. Sin embargo, las autoridades han respondido de la peor manera.
No bastando con sostener el proceso antidemocrático de la elección del rector y directores de las facultades y escuelas, las autoridades han decidido obstaculizar la realización de la consulta, quitando carteles e impidiendo la instalación de las urnas.
La cereza del pastel es el comunicado que recién emitieron, en el que se lee “La UNAM no ha convocado a consulta alguna relacionada con el proceso de sucesión de la Rectoría”… no vaya a ser que los confundan, y piensen que están tratando de hacer un mínimo ejercicio de participación consultiva.
Para nadie es novedad el actuar de las autoridades universitarias, autonombrándose como “La UNAM” y desacreditando cualquier esfuerzo organizativo que cuestione la antidemocracia. Pero lo cierto es que no, las autoridades no son la UNAM, la UNAM son sus estudiantes, docentes y trabajadores, quienes día a día dan vida y sostienen la universidad, mientras la “casta dorada” de un puñado de autoridades que tienen sueldos altísimos, deciden como conducirla.
Esta enorme brecha entre las autoridades y la comunidad explica también que las primeras no velen por los intereses de la segunda; no es casual, sino que las autoridades históricamente han sido correa de transmisión de los intereses de los sectores empresariales y del gobierno, que desde hace décadas han intentado cortar con todo carácter crítico y popular de la educación, para tecnificarlo cada vez más y que el conocimiento construido colectivamente en las aulas únicamente beneficie al sector privado.
Los ejercicios de organización y denuncia a la antidemocracia son más necesarios que nunca, algo que incluso se expresó en los resultados de la consulta en los que el 95 % de la comunidad respondió afirmativamente a la pregunta sobre si se deben propiciar procesos informados, democráticos, transparentes e incluyentes en la UNAM, con una participación de más de 10 mil estudiantes, docentes y trabajadores. Más aún cuando en semestres pasados hemos visto la organización de asambleas en diversas escuelas y facultades, que exigen condiciones mínimas para garantizar la permanencia en las aulas, como comedores, transporte y becas para todas, todos y todes; sumado a los diversos procesos de organización de trabajadores docentes y no docentes, en el caso de los primeros denunciando los bajísimos salarios a inestabilidad que tienen los profesores de asignatura (que son la gran mayoría de la plantilla docente) y en el caso de los segundos denunciando casos de violaciones al CCT y hostigamiento laboral.
Paros, movilizaciones y mítines, han sido la constante en las últimas semanas, mismas que han tenido nulas respuestas por parte de las autoridades universitarias. Queda claro que hay que acabar con la casta dorada que decide a espaldas de la comunidad el rumbo de nuestra Universidad, es necesario ampliar la articulación de las demandas para avanzar en una lucha que abone a la transformación de ésta, para avanzar no solo en democratizar los procesos de elección de las autoridades, sino en torno a todas las decisiones que se toman en la Universidad, solo así lograremos que deje de responder a los intereses del capital, y responda a las necesidades de las grandes mayorías, del pueblo pobre y trabajador.