La noche del 18/09 fue traumática para Aranha, jugador del club de fútbol Santos, de San Pablo. En su regreso al estadio del Gremio el jugador esperaba ser recibido de otra manera, pero bajo silbidos y agresiones verbales, fue víctima de cantos y ofensas racistas por parte de la hinchada local.
Miércoles 24 de septiembre de 2014
Fotografìa: Clube Atlético Mineiro
El 28 de agosto, en el primer partido entre Gremio y Santos por la Copa Brasil, el arquero fue centro de una lluvia de agresiones racistas de parte de la hinchada del Gremio. Claramente enfurecido, el jugador respondió a la hinchada a los gritos su orgullo de ser negro. El hecho hubiera pasado desapercibido, si no fuese por una cámara de TV que filmó a una hincha del club, Patricia Moreira, gritándole “macaco” (mono). El video se viralizó y generó un gran revuelo en las redes sociales. El jugador, al conocer la repercusión, resolvió realizar una denuncia.
Los medios de la clase dominante
En una decisión inédita pero ineficaz el Tribunal Superior de Justicia Deportiva (STDJ) excluyó al Gremio de la Copa Brasil por racismo, los hinchas de ese equipo que habían sido descubiertos gritando ofensas racistas fueron llamados a declarar en la policía bajo acusación de acto de “injuria racial”. Patricia Moreira, la joven que había sido vista en todo el mundo en el video decía llorando en una rueda de prensa: “Lo que dije, mono, no fue racismo de mi parte, fue al calor del juego, el Gremio estaba perdiendo”. Es decir, se disculpaba por haber dejado fuera del campeonato a su equipo y no por el racismo que al día de hoy no admite.
La prensa se articuló para hacer un encuentro entre Aranha y Patricia Moreira, en el que la joven pediría perdón y el arquero las aceptaría y todo sería resuelto diplomáticamente. Pero Aranha sorprendió a todos y mantuvo firmes sus posiciones, negándose a encontrase con la hincha. A partir de ahí, la prensa hizo todo lo posible para invertir los papeles, y pasaron a cuestionar al jugador por no otorgar el derecho cristiano al perdón.
Racismo en el fútbol
El 2014 es un año distinto. El racismo siempre existió en el fútbol pero la novedad es que ahora más jugadores se involucran en el tema. Tras las “jornadas de junio”, cuando miles de jóvenes salieron a las calles a exigir derechos postergados, los jugadores brasileros comenzaron a cuestionar diversos ámbitos del deporte. Este año, el jugador Neymar lanzó la campaña “somos todos macacos” después de que Daniel Alves, lateral del Barcelona, comiera una banana arrojada al campo por la hinchada adversaria.
El hecho tuvo enorme repercusión porque la actitud del jugador fue una respuesta distinta a la “normal” que espera la sociedad: tragarse el racismo y continuar la vida como si nada. Hoy Aranha está solo, no existe campaña ni apoyo de sus colegas de trabajo. Fue demasiado lejos para la clase dominante. Otras personas han hecho denuncias, pero negarse al encuentro con la hincha que implora su perdón y exigir su castigo, es poner en evidencia que este es un país racista y que lo que sucedió en el Estadio de Gremio no fue un hecho aislado como todos quieren hacer creer.
Al referirse al asunto, el mítico ex futbolista Pelé dijo que “Aranha se precipitó un poco al querer pelearse con la hinchada. Si yo parara el partido cada vez que me llamaran macaco o criollo, habría que detener todos los partidos”. Es claro que el rey del fútbol no defiende a la mayoría negra que sufre diariamente el racismo y se ubica como un títere al servicio de los negocios capitalistas. En los años 70 apoyaba a la dictadura, este año llegó a pedir que no se convoquen manifestaciones durante la Copa del Mundo.
La historia nos enseñó que existen dos tipos de negros: los que defienden los intereses de la clase dominante como Obama y los que defienden a la clase explotada como Malcom X. Ciertamente Pelé se encuentra entre los primeros.
¿Democracia Racial?
En Brasil existen dos leyes para tipificar el crimen del racismo, Injuria Racial (artículo 140, 3º del Código Penal Brasilero) y Racismo (Ley 7.716/89). La primera es aplicada cuando hay ofensas y el acusado puede responder en libertad, tiene pena de 1 a 3 años de prisión y es prescriptible en 8 años; la segunda se aplica cuando se tiene una conducta de impedir o negar derechos a los negros o extranjeros, no es plausible de fianza y le corresponden entre 2 y 5 años de reclusión. La hinchada del Gremio está procesada por injuria racial, el club ya fue eliminado del campeonato por racismo, lo que abre una brecha para que el equipo revierta la pena alegando que no puede ser sancionado por un delito distinto.
La existencia de dos leyes para tipificar el delito de racismo y toda la política de los medios de forzar al arquero a encontrarse con la hincha y perdonarla, muestran que la clase dominante no puede permitir que los negros se rebelen contra el racismo. En este régimen de “democracia racial” no existe racismo, a lo sumo “injurias” y “ofensas” como vemos en este caso.
Finalmente, Aranha está aislado y la presión es cada vez más fuerte. Con los papeles invirtiéndose, el resultado se hace más evidente: los racistas estarán libres de proceso, en poco tiempo el club Gremio podrá obtener la reversión de su condena por parte del Tribunal de Justicia Deportiva y el negro discriminado continuará siendo discriminado. Una película que nunca tiene fin en este Brasil de la falsa “democracia racial”.