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Red Internacional
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Rastros del materialismo de Marx en su lectura sobre Epicuro

Recientemente el Círculo de estudio sobre Marx y marxismo inauguró un ciclo de estudio sobre los llamados años juveniles de Marx, casi siempre asociados a su formación filosófica, a su tesis doctoral terminada en 1841 y los años inmediatamente posteriores, antes de la publicación del Manifiesto Comunista en 1848.

Miércoles 18 de enero de 2023

La primera charla estuvo enfocada en la tesis doctoral de Marx y contó con una participación de más de 65 personas, de varios países de América Latina, entre ellos México, Uruguay, Perú y Bolivia, así como de Costa Rica. Acá realizamos un punteo de los elementos que fueron tema de conversación en dicha charla y aprovechamos para profundizar con algunos elementos que no pudieron ser tocados.

Vale mencionar antes que el ciclo de estudio del Círculo reviste interés no solo por la materia de discusión, que está acompañada de las mejores ediciones en castellano de las obras de Marx, sino también porque las y los animadores de las charlas son intelectuales de la izquierda costarricense que tienen lecturas consistentes de la obra de Marx, como Helio Gallardo, George García y Roberto Ayala, entre otros. Por lo anterior desde La Izquierda Diario saludamos la importante iniciativa que ha tenido el Círculo.

Entrando en materia, la tesis está enfocada en la diferencia entre dos filósofos antiguos que son parte de una misma comprensión sobre los “principios” físico-filosóficos, ya que son atomistas y por ello parten de los ‘átomos’ y ‘el vacío’ como principios. Pero después difieren en muchos ámbitos específicos de problemas filosóficos, como su definición de ciencia, su actitud ante el conocimiento, etc. Estos filósofos son Demócrito y Epicuro.

El atomismo

El atomismo fue fundado por Leucipo y su discípulo Demócrito. Ambos son elogiados por Arisóteles, que dice de ellos que fueron “quienes desarrollaron con mayor método una explicación única que abarca todos los procesos, tomando el punto de partida que por naturaleza corresponde”.

El atomismo se desarrolló para lograr una definición de ‘movimiento’ que pudiera sobrevivir después de la llamada crisis eleática, pues Parménides recién había descubierto el principio de identidad y con una tenacidad radical sobre la identidad del ser en el pensamiento, llegaba a poner como ‘no-ser’ todo aquello material y perceptible que cambiase. El atomismo reconocería la identidad del ser en el concepto de ‘átomo’, reconocería una definición del ‘no-ser’ como ‘vacío’ (que ya había sido postulado por los pitagóricos como el número cero) y, postulando después que ‘los entes’ que percibimos son conglomerados de átomos, cuyas propiedades percibimos solamente porque en dichos conglomerados emergen cualidades que ningún átomo de manera individual podría hacer emerger. De esta manera el movimiento, el cambio, la transformación, lo perceptible, etc. todos son posibles aceptando la premisa sobre la identidad del ser, sobre la conformación de los conglomerados y la definición sobre el vacío como no-ser o simplemente lugar en donde se mueven los átomos. En ese sentido el vacío es además una necesidad lógica, ya que si todos los átomos estuviesen absolutamente en contacto entre sí, no podrían moverse y no se podría explicar ni el ‘movimiento’ ni el ‘cambio’.

En la medida en que el Imperio Romano de Occidente colapsó, arrastrando tras de él la cultura de la época pagana, esta filosofía fue combatida, vilipendiada y finalmente ocultada por cerca de un milenio por el ascendente cristianismo, para después empezar a ser retomada desde los últimos años de la Edad Media hasta una victoria que parece definitiva en el ámbito de la ciencia natural pues el átomo y sus partes son hoy el principal objeto de estudio en física y en el olvidó han quedado la vieja ‘sustancia’ aristotélica y los sólidos geométricos platónicos como fundamento de la realidad percibida.

Marx y el atomismo

Una de las preguntas que se ha formulado la bibliografía especializada contemporánea es respecto del contexto filosófico y político de la juventud de Marx, marcada todavía por la reciente muerte de Hegel, el ascenso de Federico Guillermo IV, la partición de la escuela hegeliana en los viejos de derecha y los jóvenes de izquierda, etc. En este sentido en términos generales apuntan Alfredo Sabetti, Diego Fusaro, Olavo de Carvalho e incluso George Lukács, quien ubica los esfuerzos de la izquierda hegeliana en búsqueda de un Hegel esóterico y revolucionario. Desde el punto de vista del desarrollo de Marx acá se operaría una primera definición de materialismo, misma que tendría un énfasis en la definición de ‘subjetividad’, definición que era buscada por la izquierda hegeliana dentro del sistema filosófico del maestro.

Además de este contexto es pertinente tomar en cuenta otros dos flujos o tendencias filosóficas significativas dentro de las que estaría el joven Marx.

La primera de estas tendencias es, como decíamos más arriba, la recuperación de la filosofía atomista en el universo filosóficamente culto desde que reaparece el De Rerum Natura de Lucrecio, que va a tener un impacto en Marsilio Ficino, Nicolás Copérnico, Maquiavelo, Giordano Bruno, Botticelli, Montaigne, Pierre Gassendi, Descartes, Locke, Newton, Kant y… Marx, entre muchos otros. Resulta interesante que aún cuando Marx está en el contexto hegeliano descrito arriba, también está en uno de los territorios más inhóspitos de la filosofía hegeliana pues el lugar que ocupa el atomismo en el sistema hegeliano en el mejor de los casos sería menos que secundario y/o de total rechazo por parte de Hegel, especialmente en el caso de Epicuro. Esto no significa que Hegel no tenga una recepción positiva del atomismo, así por ejemplo el ‘vacío’ aparece al filósofo alemán como un momento de formación de lo ideal al ser una abstracción racional. Pero en su opinión específica sobre Epicuro se separa el gran filósofo alemán de una importante tradición científica y filosófica que conscientemente giró al atomismo para poder llevar adelante mejores investigaciones científicas, al punto que que el atomismo es al menos una de las causas de la revolución científica copernicana y todo su impacto posterior, hasta llegar al punto culminante de esta revolución, cuando se desarrolla el concepto de ‘historia’ como proceso de la naturaleza. Vale la pena recordar acá que el libro V de De Rerum Natura es una hermosa especulación sobre el proceso de hominización y el surgimiento de las sociedades políticas a partir de comunidades naturales, especulación que con justicia debe ser tenida como antecedente del materialismo histórico. También vale la pena recordar que este materialismo tuvo un gran impacto en el materialismo francés, no solo en la física de la época, sino también en filosofía política y moral.

La segunda tendencia de que participa Marx es dentro de la disciplina de la historia de la filosofía. Allí Marx forma parte de una lectura del atomismo que apunta a la separación específica entre Demócrito y Epicuro, separación que no es realizada siempre en la historia de la filosofía. Por ejemplo en Santo Tomás discute contra ‘una’ única escuela atomista. Contemporáneamente esta separación sin embargo es clara, ya que Epicuro habría formulado una solución a las críticas que han realizado Platón y sobre Aristóteles a Demócrito. En la solución a estas críticas, Epicuro hizo recepción de Aristóteles, lo que tuvo efectos significativos en su proceso de formación. Carlos García Gual, traductor al castellano de la obra de Epicuro y gran conocedor de la filosofía antigua, es un buen referente en castellano de este énfasis contemporáneo de la lectura de Epicuro.

En efecto, en Acerca del Cielo, respecto del movimiento de traslación local de los cuerpos, Aristóteles exige a Leucipo y Demócrito una definición de dicho movimiento, así como del movimiento que debería ser natural a los átomos, que el estagirita supone como una suerte de motor interno del átomo. Célebremente Epicuro postulará que el movimiento de traslación local de los cuerpos es posible por el peso propio de los átomos, que los hace caer a centros gravitatorios formados por otros conglomerados atómicos, peso que hace que el movimiento natural de los átomos tenga la forma geométrica de una desviación mínima perpetua de la línea recta.

Aunque para la época de Marx no se había llegado aún al grado de conocimiento que se tiene hoy de la influencia de Aristóteles en Epicuro, que Marx participe de una lectura que divide a los atomistas es importante para comprender sus esfuerzos filosóficos posteriores, donde se irá delineando un reconocimiento de dos materialismos, uno que reiteradamente es criticado por Marx como ‘abstracto’ y otro materialismo, al que Marx no le pone nombre y que pondría énfasis en los fenómenos como procesos emergentes, que bien podría ser llamado materialismo dialéctico, emergente, evolutivo, del desarrollo, etc.. Estos dos materialismos son explícitos en El Capital y sus contornos se fueron desarrollando a través de la obra previa de Marx. Así, este materialismo ‘abstracto’ se corresponde con el materialismo mecanicista de Hobbes, Descartes, Newton, etc. El otro materialismo descrito por Marx debemos asociarlo al menos a Epicuro, a Darwin y al propio Marx.

Marx sobre Demócrito y Epicuro

En la charla para animar el círculo de estudio, se partió de ver la diferencia entre ambos como dos formas diferentes de la praxis científica, parafraseando a Marx, como un criterio más general de separación entre Demócrito y Epicuro, y más específicamente la diferencia entre ambos respecto de la definición de átomo.

Veamos las diferentes formas de la praxis científica. Demócrito es escéptico, por ello las percepciones de los sentidos le parecen motivo de duda y no de conocimiento. Por ello no podríamos conocer nada a través de los sentidos, pues lo verdadero es exclusivamente el átomo como un principio substancial que no podemos percibir, salvo por sus cualidades. Como no podemos percibir los átomos, entonces según Marx el átomo para Demócrito sería una abstracción, que sería el único objeto de reflexión verdaderamente científico-filosófico de Demócrito. Como es escéptico, Demócrito recorre el mundo teniendo la mayor cantidad de experiencias perceptivas posibles pero solo consigue conocer el átomo de manera abstracta, como ‘sustancia’.

Epicuro no dudaría de las experiencias de sus sentidos. Al ser estas lo único de que disponemos respecto de conglomerados atómicos exteriores, no tenemos ningún motivo para dudar de dichas percepciones y al ser los átomos imperceptibles, no podemos tener ninguna experiencia específica de ellos de manera individual, sino solo de las cualidades cuando actúan como un conglomerado. El átomo, el vacío, y todos los conceptos están más allá de la experiencia y solo puede ser pensados y conocidos por especulación filosófica. Por ello tenemos conocimiento tanto de las experiencias de los sentidos como de las abstracciones sobre lo que está más allá de la experiencia. Por ello Epicuro es dogmático y no requiere más experiencias que las que inmediatamente surjan, por tanto no requiere recorrer el mundo en busca de experiencias, sino que todas sus experiencias son vehículo de conocimiento.

A través de esta separación, se entiende que Demócrito sea una suerte de científico que se orienta empiricamente a detallar toda la mayor cantidad de información, para obtener resultados racionales que son objeto de una suerte de duda metódica perpetúa, construyendo un ideal abstracto del objeto del conocimiento científico, como lo sería acceder realmente al estado actual de los átomos y los conglomerados que se estudien. Por postular ese ideal abstracto como único objeto de conocimiento, Marx definirá a Demócrito como ‘abstracto’.

Epicuro tiene suficiente con la mera información percibida de la cual no se hace duda alguna y el error viene de la mala asociación entre percepción y concepto que se haga subjetivamente, concepto que a su vez tienen un interesante proceso de formación previo. Más aún, la propia acción perceptiva es un hecho físico del mundo. Por ello la percepción es una forma de choque entre los átomos. De allí que en Epicuro se consolida una “ciencia natural de la autoconciencia” en palabras de Marx. La autoconciencia, que en el sistema hegeliano no es otra cosa que la subjetividad individual, es acá objeto de una ciencia de la naturaleza, no de una ciencia del espíritu. La certeza que nos da la percepción es posible porque dicha percepción es un hecho físico del mundo, que por ejemplo contemporáneamente podemos estudiar como campos electromagnéticos con un correlato biológico en las cadenas neuronales, en los nervios. En este sentido ha dicho Lucrecio: “pues nada puede tocar y ser tocado, si no es cuerpo”. En este sentido, en los cuadernos preparatorios de la tesis, Marx apunta que la percepción al ser un hecho físico entonces rodea al resto del mundo, haciendo que las barreras entre mundo y subjetividad se mezclen, y con ello la racionalidad y el propio mundo, permitiendo el conocimiento posible a partir de la experiencia, a partir del contacto de los átomos.

Se entiende entonces que el supuesto o el fundamento del conocimiento no es el estado en acto de los átomos y la abstracción que de ello podemos hacer como en Demócrito, sino que para Epicuro el fundamento del conocimiento es la certeza que el sujeto tenga de su propia experiencia. Esta diferencia, pero de manera más específica, se aprecia en la manera en que ambos atienden a las definiciones de átomo.

Ya sabemos que para ambos el átomo es uno de los principios físicos. Pero lo es en sentido diferentes. Para Demócrito el átomo está definido como una causa material irreductible y por ello solo puede ser conocido como una estructura formal actual de la composición del conglomerado de átomos. Este es el atómo definido como στοιχεῖον, stoicheión, el átomo como sustrato material. Para Epicuro el átomo está definido como principio en un sentido temporal, como αρχή, arché, principio que hace posible la emergencia de las cualidades de los conglomerados y por ello hace posible el contacto entre cuerpos exteriores y el cuerpo que percibe. Por ello las cualidades percibidas no son ilusiones, sino estados actuales físicos, lo que conlleva según Marx a que en Epicuro haya una contradicción entre la existencia y la esencia de los fenómenos, ya que sabemos de la existencia de los fenómenos por la percepción que tenemos de los mismos y eso es conocimiento, a la vez que asumimos que la estructura actual del conglomerado de átomos percibidos, la esencia, nos es cognoscible por especulación filosófica y también es conocimiento.

Aunque no es para nada claro que Marx llegase posteriormente hasta allí y más bien tendiese a ser crítico de la especulación como método de conocimiento, también es claro que su teoría del valor supone un método racional de dilucidar de la misma. Además, en la medida en que la izquierda hegeliana está en la búsqueda de una definición de subjetividad que les podría permitir un discurso revolucionario, la aproximación de Marx a Epicuro calza en el contexto filosófico de su entorno. También el carácter temporal de los fenómenos de conocimiento científico, que posteriormente serán metódicamente desarrollado por Marx y Engels como un elemento de sus fundamentos epistémicos, encuentra un primer desarrollo desde Epicuro. Por otro lado el término abstracto Marx lo usará también para Descartes y el materialismo mecanicista francés, así como para Feuerbach e incluso Hegel. De manera que estamos en presencia de los primeros contornos del desarrollo intelectual de Marx dentro de la filosofía materialista.

Marx y un posible papel en la física contemporánea

En 1953, el físico Max Born, quien un año más tarde sería premio Nobel de la Fïsica por sus contribuciones en mecánica cuántica, señalaba: “Yo enfáticamente niego que el desarrollo de la física pueda ser usado como un paradigma para la verdad de la doctrina marxista”.

Por supuesto, Born mismo aclara que polemiza contra la obra de Stalin Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, de la cual Born toma la dialéctica tesis-antítesis-síntesis como una suerte de abstracción que en ningún sentido específico puede ser asociado a algún desarrollo en la física del siglo XX.

Dos cosas en todo caso resultan llamativas del texto de Born. En primer lugar que no toma en cuenta al menos las definiciones que podrían ser relevantes del único texto en donde Marx explícitamente trata sobre problemas atómicos, como es su tesis doctoral. En segundo lugar, si Born hubiera estudiado esos documentos habría notado la crítica específica a la triada dialéctica altamente populariza de tesis-antitesis-síntesis que Marx realiza efectivamente como una forma muy general de expresión de cualquier proceso o fenómeno.

Además, habría que suponer que existe una continuidad entre el texto de Stalin y las ideas de Marx, hecho que Born no se molesta en hacer. En ese sentido, creemos que una definición ampliamente divulgada de ‘materialismo’ y que es usada por Stalin puede acarrear consecuencias dualistas, mismas que no se pueden extraer de las aproximaciones de Marx al atomismo.

Stalin supone que el materialismo es el posicionamiento filosófico que defiende la independencia de la materia “respecto de nosotros”. Sin embargo, si la materia es independiente de nosotros ¿qué somos nosotros ya que no podríamos ser materia? ¿Seríamos independientes de nosotros mismos? ¿Cuál sería la definición del sujeto ya que no podría ser material? Y más aún ¿Cómo podríamos conocer o percibir la materia si ella fuera totalmente independiente de nosotros? Parece que en ninguno de estos sentidos nos es permitido estar satisfechos con esa definición de materialismo que solo lleva a aporías o a tener que reconocer la subjetividad sin materialidad, o sea como forma, o sea como Aristóteles y Descartes, esto es, de manera dualista.

El énfasis que Marx extrae de Epicuro permite otra definición de materialismo, según la cual el materialismo es una posición filosófica que afirma la materialidad de nuestra experiencia subjetiva, o si se quiere, nuestra experiencia subjetiva es una parte más del conjunto de conglomerados atómicos del mundo, nuestra experiencia subjetiva es un hecho material del mundo. La existencia de objetos exteriores en sí misma como un criterio filosófico verdadero aparece después y de manera relativa cuando Marx critique a Feuerbach, a quien ciertamente acusa de haber olvidado que la producción a través de la técnica y del trabajo es parte del proceso de creación de los objetos que determinan nuestras percepciones. El fundamento material último como una estructura en acto formal de átomos no es en realidad un argumento aportado por Marx. Más bien la afirmación de la subjetividad que emana de Marx más tarde se desarrollará como el énfasis en la praxis subjetiva, que en las tesis sobre Feuerbach aparece asociada a la capacidad perceptiva humana. Además, la abstracción más general que el atomismo filosófico realiza no es la existencia de una objetividad ‘independiente’, sino más bien de una objetividad ‘eterna’, donde se repiten las formas de desarrollo, similar a como Engels postula en la Dialéctica de la Naturaleza la tesis atomista de la creación y la destrucción de los mundos.

En este sentido, creemos que el énfasis en el rol de la subjetividad respecto del conocimiento que pone Marx se puede asociar al problema del rol de la subjetividad en la física cuántica y de la relatividad tal y como este fue presentado por el físico soviético Boris Hessen. Pero esto es más tema del futuro.

Será muy importante en próximo periodo inmediato el estudio de las aproximaciones que Boris Hessen, un físico asesinado por régimen stalinista en 1936 y de quien cabe la posibilidad que haya muerto auto reconocidamente como un “trotskista”, realizó explorando las relaciones entre la teoría de la relatividad y la cuántica y la dialéctica materialista. Hessen trabajó de manera conjunta con Deborin en Bajo la Bandera del Marxismo, revista cuyo primer artículo del primer número es de Trotsky, revista diseñada para divulgar las ideas del marxismo. En ese sentido Hessen y Deborin se consideraban a sí mismos dialécticos, frente a los mecanicistas reduccionistas.

En este sentido, es esperable que la comparación que Hessen realiza entre posturas de Marx y de Einstein sean motivo de importante debate. Desde nuestro punto de vista resulta llamativo que para Hessen la relatividad ‘solo permite conocer y observar procesos’ o que ‘el conocimiento real es solo relativo’. O que también Hessen postule el conglomerado de los átomos como la base para la emergencia de las cualidades percibidas, que da origen a una metodología estocástica para la especulación sobre el la estructura actual formal del conglomerado. O la manera en que Hessen preveé que la curvatura del espacio propuesta por Einstein podría ser verdadera, entonces se apresura a aportar una definición de vacío asociado al éter que Einstein reconoce, que no es otra cosa que el espacio que permite y “lleva” a los impulsos electromagnéticos. Todas estas ideas pueden ser asociadas al atomismo y a postulados filosóficos de Marx. De producirse una síntesis, las ideas del marxismo obtendrían una importante conquista intelectual pues podría empezar a debatir específicamente en el campo de una de las ciencias más importantes de la modernidad y posmodernidad contemporánea, lo que a su vez sería una importante conquista del pensamiento dialéctico.

Una última vez, Marx y Epicuro

Epicuro es tal vez el filosófo más vilipendiado y odiado de la historia. Es el primer “perro muerto”. Su sistema exige reconocer que los átomos básicamente se mueven por sí mismos de ninguna manera racional per se. Llamativo que para Lenin, Epicuro entra con justicia al fondo de la sala de los materialistas dialécticos. Pero eso no hace del todo claro el motivo de elección de tema de tesis doctoral por parte de Marx. Además, llamativamente hay un énfasis relativamente poco trabajado en los diversos comentaristas desde épocas tempranas, como por ejemplo Mehring o el mismo Engels cuando se refieren a la tesis doctoral.

Epicuro fundó su jardín no en Atenas, no en la pólis, sino en sus afueras. Este hecho ya de por sí era extraño especialmente para un ateniense, basta recordar la definición aristótelica de ser humano como animal político, o sea, animal de la pólis. Epicuro no reconoce el carácter político de la relación social y por ello deja entrar en su jardín a esclavos, a mujeres, a prostitutas, a gente que no sabe de geometría, e incluso pudo haber llegado a decir que era mejor quien no había recibido educación formal del todo, puesto que cualquiera que preste atención a sus propias experiencias y a la justa razón puede tener acceso al conocimiento y con ello a la libertad.

Como se comentó en la charla, comunidades como las del Jardín no fueron utópicas en sentido alguno, sino que se propagaron en la antigüedad por cerca de 800 años. En ellas la amistad era altamente estimada pues era una manera de transmitir conocimiento, en un ambiente de comunismo del trabajo y la reproducción y distribución equitativa del consumo, basado en un hedonismo del mínimo placer posible como el placer mejor y libre.

El epicureísmo además, enseñaba a no temer la acción de los dioses ya que ellos, si existen, no actuan en nuestro mundo, no temer al dolor que es pasajero, no temer a la muerte que cuando ella está ya nosotros no y no temer al destino, ya que no existe debido al carácter desviado permanente de la caída de los átomos. Siendo esto así, la libertad se abre a cada paso, a cada instante. No es la libertad del individuo aislado, sino la posible libertad colectiva ejercida a partir de la certeza de la experiencia compartida y de la justa razón. Estas ideas políticas debieron haber impactado la imaginación del joven Marx, pronto a abrazar las ideas del comunismo, de una sociedad sin Estado, de una igualdad natural común a todos los seres humanos y un mundo libre de opresión y explotación.