Raúl Hasbún, sacerdote pinochetista, salió en defensa de Cristián Precht luego de que fuera expulsado del sacerdocio por su participación en el “caso maristas” y en casos de abuso sexual. La Iglesia Católica dividida, el sacerdote amenaza con anular la decisión del principal rostro del Vaticano.

Suely Arancibia Auxiliar Hospital Barros Luco.
Jueves 20 de septiembre de 2018
El sábado pasado se dio a conocer el veredicto del Vaticano con respecto a Cristián Precht, ex Vicario de la Solidaridad quien estuvo 5 años cumpliendo pena canónica luego de que el Vaticano confirmara conductas abusivas por parte del sacerdote hacia menores y mayores de edad.
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Luego de cumplir esta “pena”, Precht, que durante el golpe militar fue una “figura emblemática” en la defensa de los DDHH, no alcanzó a estar ni un año cuando en 2017 se le interpuso una querella que lo vinculaba al “caso maristas”, uno de los más significativos en Chile con respecto a abusos sexuales y encubrimientos por parte de la “santa" institución, investigación que llevó a cabo el Vaticano y tuvo como resolución la expulsión del sacerdote, luego de que se confirmara su vinculación con los casos de abuso.
En medio de este torbellino es que Raúl Hasbún, sacerdote pinochetista y reconocido defensor del golpe de Estado de 1973, salió en defensa de Precht buscando anular su sentencia, señalando que “no hay especificación de los graves delitos por los cuales fue condenado” y que la decisión se tomó “sin que siquiera se le haya instruido un proceso”, amenazando con acudir a todas las instancias para revertir la situación.
Lo cierto es que Hasbún, al igual que Precht, tiene una dudosa reputación y un llamativo prontuario que le hacen perder validez a sus palabras, ya que históricamente el sacerdote pinochetista ha sido arduo defensor de sacerdotes acusados de abuso, incluso a los que se les han comprobado sus delitos.
Además, ha estado vinculado con atentados hacia trabajadores y la Unidad Popular, interponiéndole el año pasado una querella por homicidio calificado y asociación ilícita tras haber participado en la operación “plan cochayuyo”, junto a efectivos de fuerzas armadas y miembros de Patria y Libertad, que cobró la vida de un trabajador en Concepción.
Ante esta situación, Juan Carlos Cruz, denunciante de Fernando Karadima, señaló que Hasbún es un "infame" que sigue en “su cruzada de maldad defendiendo a pedófilos”.
La “santa” institución y sus personajes ya no pueden librarse ni ocultar una realidad de la cual ya se es consciente, ya no todo está bajo la alfombra y cada vez son más los casos que se vislumbran y salen a la luz pública. Sin embargo, la mayoría de las veces estos casos no quedan en nada, ya que se “juzgan” entre ellos mismos y como bien se sabe, acostumbran a cubrirse sus espaldas. Pero la que se evidencia es una de las mayores crisis por la que ha pasado la Iglesia Católica.
El pasado miércoles, se vieron empujados a manifestar tibias disculpas en su Te Deum Ecuménico, en medio de polémicas, manifestaciones contra el Gobierno, la ausencia de Ezzati mientras es investigado por encubrimiento de abuso sexual a menores, y con cada vez menor presencia de sus fieles. "Vivimos un tiempo de purificación como nunca antes" manifestó el sacerdote presidiendo la ceremonia, sin poder esconder la situación.
Pero la verdad es que esta "purificación" no tiene nada que ver con las necesidades que realmente hay, mientras continúan reproduciendo su histórica doble moral y conservadurismo, además de incidir y tener poder de decisión en los principales debates que impone la sociedad, como por ejemplo el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito, diciendo que supuestamente quieren “salvar” a las dos vidas, manteniendo el aborto en la clandestinidad y riesgo de muerte a las mujeres más pobres, mientras son los mismos quienes se aprovechan de estos menores. La separación entre la Iglesia y el Estado se vuelve una necesidad urgente, que solo con organización y movilización se puede conseguir.