Fue también un 29 de octubre, un año exacto antes del desalojo en Guernica. Alberto Fernández publicaba una foto con Brian, un joven estigmatizado por su forma de vestir. Realidad y relato a casi un año de gestión.
Viernes 30 de octubre de 2020 23:10
Fines de octubre de 2019. Es domingo, el día de las elecciones presidenciales que terminarán de consagrar a Alberto Fernández como presidente electo. Un meme recorre las redes sociales en los celulares de los votantes. En él se observa la imagen de Brian, un joven presidente de mesa, y una frase: "Si votás en Moreno no lleves cosas de valor". Otra vez la cloaca rancia de la derecha en las redes estigmatizando a un pibe por su forma de vestir, por su clase social, reproduciendo un discurso mediático histórico de criminalización de la juventud de los barrios populares.
“Si anduviera robando, no estaría viviendo así. Quiero laburar como todos y hacer mi casa para mi familia", declaraba Brian en los medios, expresando la realidad de millones de pibes condenados por todos los gobiernos a la precarización, a la informalidad y a la imposibilidad de acceder a una vivienda propia.
Días después Alberto lo recibirá en su oficina, se pondrá la gorrita y advertirá sobre los peligros de la estigmatización y la discriminación.
Brian Gallo fue víctima de una discriminación que no es tolerable en la Argentina y con la que espero que podamos terminar de una vez.
Me dijeron que juntarme con él iba a parecer oportunista. Si es una oportunidad para que dejemos de un lado nuestros prejuicios, bienvenida sea. pic.twitter.com/4cITqbpCYK
— Alberto Fernández (@alferdez) October 30, 2019
Otra vez, un gobernante haciendo demagogia. Seguirá después la campaña en las redes. Muchos intentarán leer aquel gesto como la demostración de un "cambio de época". Tras 4 años de ajuste y endeudamiento macristas y con un salto en la legitimación del rol del aparato represivo desde el Poder Ejecutivo (con los casos del asesinato Santiago Maldonado y el gatillo fácil de Chocobar muy frescos en la memoria) ese electorado depositará en esa imagen la esperanza de que "nuevos tiempos están llegando".
Los medios alineados (o que empezaban a alinearse) con la futura gestión y las organizaciones sociales y sindicales afines al gobierno, fogonearán esa expectativa, resaltando ese gesto como un "símbolo de la Argentina que se viene".
Marzo del 2020 marcará el comienzo de la cuarentena en nuestro país, en el marco de una pandemia que encontrará un sistema sanitario desbordado, una desigualdad social alarmante y un gobierno que no tocará, siquiera en esa situación social extrema, ninguno de los intereses que había prometido en elecciones. Entre los jubilados y los bancos, elegirá a los bancos. Entre los trabajadores y las grandes empresas, a las últimas. El impuesto a las grandes fortunas brillará por su ausencia, el IFE (de $ 10000 bimestrales) será puesto en duda en cada tramo y los precios de los alimentos se seguirán disparando por la inflación.
Pero no todos perderán. Al mismo tiempo, bajará las retenciones al campo y las mineras, subsidiará a las grandes empresas y seguirá dejando vía libre a la fuga de capitales de los especuladores. Una ley anti despidos impotente (en una economía signada por la informalidad) encontrará a la economía, ya terminando el año, con índices de pobreza y desempleo en alarmante crecimiento.
El pago sin chistar a los bonistas y el recibimiento con bombos y platillos del FMI no permiten ver hoy algo nuevo bajo el sol.
Un año después, Guernica: realidad y relato
Los jóvenes como Brian que buscan laburo y sueñan con tener su casa propia se multiplican. Se reparten entre changas, empleos basura y desempleo.
Mientras tanto, la hasta ayer debilitada derecha de Macri, Bullrich y Pichetto hoy se fortalece paseando por los programas de televisión, opinando sobre la realidad y marcando la agenda. El gobierno, con sus amagues y retrocesos, es el principal responsable de que sigan ostentando ese espacio.
Pero no son solo retrocesos. Quiso la casualidad que sea exactamente un año después, un 29 de octubre del 2020, el día que el gobierno peronista de Axel Kicillof (ya bajado del Clio y del "Llegando, llegaste" de su campaña en 2019) elija para llevar adelante el desalojo mas grande del que se tenga memoria en la historia argentina, comparable al realizado por el funcionario de la dictadura Osvaldo Cacciatore. Días antes, la vicepresidenta Cristina Fernández (en otro aniversario, el de la muerte de Néstor) llamaba a un gran "acuerdo político, económico y mediático" celebrado por la derecha y "la corpo". Guernica fue la demostración de la buena voluntad del gobierno para negociar con ellos.
Como explicó Myriam Bregman en la legislatura porteña, “En estos días se habló mucho de un acuerdo nacional, desde Funes de Rioja (abogado de los grandes empresarios) hasta la ex presidenta. Pues vean la historia argentina. Hoy empezó el acuerdo social. Las topadoras y las balas en Guernica son parte del acuerdo social… Hoy se votó el presupuesto que quiere el FMI, que prohíbe darle concesiones a los sectores populares, porque la plata tiene que irse a EEUU, al fondo y a los buitres”.
Será Axel, la supuesta esperanza progresista del Frente de Todos, con su ministro represor Sergio Berni el encargado de desalojar con tiros y balas, de incendiar las casillas y mandar a dormir a la calle a miles de jóvenes como Brian, a sus mujeres y sus hijos. No tardará en llegar la felicitación republicana del Presidente (el de la foto con la gorrita) y la celebración de la derecha macrista (derrotada hace un año).
Ya muy lejos del "Clarín miente" y de la épica del relato kirchnerista podremos ver a las cámaras de TN filmando el desalojo desde el helicóptero de Berni, mientras los estudios de televisión (oficialistas y opositores) se alinearán contra las familias sin tierra ni techo y en defensa de la propiedad privada (floja de papeles) de los countries.
Esa misma tarde Massa entregará nuevos patrulleros en San Fernando y, 24 horas después, Axel y Alberto harán lo mismo en Lomas de Zamora, como se hizo también el día antes del desalojo en Monte Grande, muy cerquita de Guernica.
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La mayoría de las organizaciones sindicales, lejos de repudiar y defender a los trabajadores frente esta avanzada, blindan y protegen al gobierno con su silencio cómplice y con declaraciones que, más que aclarar, oscurecen.
"Así se construye un país que procura la igualdad y la justicia social", sostenía Baradel hace un año retuiteando la foto de Alberto y Brian. Un año después, hace malabares para desligar al gobierno del operativo que él mismo comandó y responsabilizar a las organizaciones solidarias con la toma.
Muy distinta a esta posición es la de los miles de trabajadores que donaron y siguen donando ropa, comida, colchones y frazadas a las familias afectadas, la de las y los docentes que levantaron una escuelita, brindando clases de apoyo y merienda a los niños y niñas de la toma (los hijos de muchos "Brian"), que acompañaron a las familias resistiendo la represión del jueves 29 y se movilizaron al día siguiente exigiendo tierra para vivir.
A un año de aquella foto, otra vez la historia nos enseña: realidad mata relato.