Dólar estable gracias a una bicicleta financiera, emisión masiva de deuda y techo a los aumentos de salarios, son las recetas con las que el kirchnerismo logró una estabilidad económica a plazo fijo.
Esteban Mercatante @EMercatante
Miércoles 10 de junio de 2015
A contramano de lo que ocurre en el resto del mundo, el peso argentino –cuya cotización oficial está hoy en $ 9– proyecta para este año una situación estable frente al dólar. Es decir que el tipo de cambio multilateral del país tiende a caer –se aprecia el peso frente a otras monedas. Esto no está impactando, sin embargo, en el dólar blue. A diferencia de lo que ocurría el año pasado, la cotización del dólar paralelo se encuentra estable con una brecha de 40 % respecto del oficial –y con tendencia a la baja.
Bicicleta y endeudamiento
No se trata de un resultado de la fortuna o el azar. Sencillamente, podemos decir con esos términos que gustan a los exponentes de los mercados financieros que el gobierno “hizo los deberes”. Después de haber terminado el año 2014 logrando un alivio de la presión sobre la cotización del peso gracias a los canjes de divisas (que ya van por los US$ 5.500 millones aportados a las reservas del Banco Central (BCRA) según afirmó su titular Alejandro Vanoli), Economía dobló este año la apuesta y se lanzó a engrosar la disponibilidad de dólares volviendo a los mercados de deuda. Esta opción había sido archivada el año pasado después del recrudeciemiento del conflicto con los holdout. Pero en un mundo donde todavía impera la liquidez y las bajas tasas bajas por la política de la autoridad monetaria de los EE.UU., volvieron las posibilidades del país para endeudarse, aunque sea a tasas por encima del 9 %, mucho más de lo que pagan otros países de América Latina. Así, el Estado Nacional primero e YPF después salieron al mercado y colocaron casi US$ 3.000 millones: el tesoro colocó obtuvo con emisión del Bonar 2024 US$ 1.415 millones, mientras que los bonos que emitió la petrolera capturaron US$ 1.500 millones. Con este combo, las reservas en manos del BCRA muestran en los últimos 7 meses una subida de más de US$ 6.000 millones, aunque cayeron en mayo US$ 644 millones, centralmente por el pago de una cuota de US$ 683 millones por el acuerdo con el Club de París.
A este aumento del “poder de fuego” de la autoridad monetaria, logrado a fuerza de incurrir en enormes costos en términos de nuevo endeudamiento –para beneficio de quienes especulan con la deuda– se agrega como factor que explica la estabilidad cambiaria, la mejora en las tasas de interés con los plazos fijos. Según un reciente informe de Ecolatina, el stock de plazos fijos subió 26,5%, pero en mayo el aumento fue de 35,5%. Con tasas de interés que rondan el 23 % para los depósitos minoristas, los ahorristas se vuelcan a esta opción porque esperan ganarle en el muy corto plazo al dólar que el gobierno tiene planchado. Con ese rendimiento y con el dólar inmóvil, quien pone su dinero en el sistema local espera tener en unos meses más dólares que hoy. Si algo enseña la historia argentina de las últimas décadas, es que a esta calma la seguirá una nueva estampida que pone fin abrupto a la estabilidad cambiaria. Un dato a tener en cuenta es que la mayoría de los nuevos depósitos son a 90 días o menos. Mientras tanto, el que apuesta a la bicicleta, gana. ¿Quién paga la fiesta? El BCRA, que emite títulos (Lebac) que compran los bancos a buenas tasas, y con esos rendimientos solventan las tasas minoristas.
Con el techo agujereado, los salarios siguen perdiendo
Con el resultado de la paritaria del gremio aceitero, concluida en un aumento que ronda el 36 %, que otros gremios esperan imitar, la aspiración del ministro de Economía Axel Kicillof de que no haya negociaciones de aumentos salariales “que tengan un tres” como primer digito estaría fracasando. Sin embargo, esto no significa que los salarios no seguirán perdiendo en términos de poder adquisitivo. La pauta de aceiteros no será alcanzada por todos los gremios; los parámetros de la negociación en bancarios se mueven en este momento alrededor de un aumento que podría ser de 33 %. Los gremios de la carne y los del vestido lograron aumentos algo superiores al 30 %.
Con estos resultados, hay una pérdida acumulada del salario real del año pasado que no se revierte. Es que la inflación en 2014 fue de 36,8, si tomamos los datos del centro de estudios Cifra, impulsado por la CTA oficialista de Yasky, mientras que las negociaciones salariales promediaron ese año aumentos de 29 %, y si descontamos el efecto que tiene los aumentos escalonados en realidad cayó a 26 %. Quienes superen el techo de 27 % podrán ganarle a la inflación de este año, pero arrastrarán el deterioro del año pasado. Por las desigualdades entre lo negociado por cada gremio, agravadas por la presión oficial, hay además un aumento en la dispersión que muestra la evolución de los ingresos en cada gremio.
El ajuste que se viene, y el que está en marcha
Con el torniquete a los salarios el gobierno vuelve a poner a los salarios como ancla para estabilizar la economía, reproduciendo el verso de que los salarios causan la inflación. Es apenas un anticipo del ajuste que se viene con el próximo gobierno, gane quien gane. Las medidas tomadas para estabilizar la economía en el corto plazo, a fuerza de endeudamiento, bicicleta financiera y un peso que se revalúa frente al dólar, llevarán a una encerrona más temprano que tarde, agravando la fragilidad del banco central y volviendo a la corrida contra el peso. Recorte fiscal y devaluación –con el consabido impacto sobre el nivel de vida de los trabajadores– están entre las consecuencias esperables cualquiera sea el color político de la sucesión. Este panorama sólo podría evitarse tomando medidas contra los especuladores, cortando la sangría de la deuda y nacionalizando la banca, entre otras medidas para una respuesta de conjunto. Sólo el Frente de Izquierda plantea esta salida para que no sean los trabajadores los que paguen los costos del fin de fiesta.