El rechazo a los jóvenes de las universidades públicas es una constante en este país. En esta ocasión 178,960 estudiantes fueron excluidos de la UNAM.
Sábado 23 de julio de 2016
Mientras el gobierno y sus comunicadores se llenan la boca de importancia de la educación, cientos de miles de jóvenes año con año se quedan fuera de las universidades públicas.
Es claro que el interés del gobierno no es que los jóvenes puedan seguir estudiando en las grandes instituciones de educación del país, sino favorecer por una parte a las universidades privadas -la mayoría de ellas con niveles educativos muy bajos- y por otra generar una masa de jóvenes sin estudios superiores que se empleen en trabajos precarios.
Un examen para excluir
Con 120 aciertos, el examen de admisión para la universidad más grande de Latinoamérica está hecho para rechazar a la inmensa mayoría de quienes lo presentan. Este examen dura dos horas, durante las cuales se deben resolver preguntas de diversas materias llenando “bolitas” rápidamente.
Esta forma de “evaluar” a los aspirantes no busca detectar deficiencias en algunos temas que pudieran tener los estudiantes que quieren acceder a la educación, sino dejar fuera a miles. La hipocresía del gobierno queda demostrada cuando se observa en que instituciones se realizan estos exámenes: universidades privadas.
Al entrar y al salir del examen los aspirantes son “bombardeados” de propaganda y promociones de las universidades privadas que no son sino empresas que buscan clientes que paguen las cuantiosas colegiaturas que cobran para generar mano de obra barata sin conciencia crítica ni capacidad organizativa.
Acceso irrestricto a las universidades y a la educación, es posible
Ante esta situación, cientos y miles de jóvenes año con año se organizan y salen a las calles a luchar por un lugar en las universidades. Son muchas las voces que se alzan contra el examen de admisión y la forma en la que se deja fuera a cientos de miles.
Una evaluación previa a entrar a una carrera universitaria debiera ayudar a detectar falencias del estudiante en determinada área con la intensión de mejorar sus conocimientos con cursos propedéuticos y de regularización. Para que haya suficiente lugar en las universidades hay que obtener recursos a partir de cobrar fuertes impuestos a los grandes empresarios y de dejar de pagar la deuda externa.
Al mismo tiempo, las escuelas privadas que funcionan como negocio y hacen dinero de aprovecharse de la necesidad de educación del pueblo trabajador, deben pasar a ser escuelas públicas.
Los empresarios reproducen permanentemente la idea de competir entre los trabajadores para que no se unan. La idea de que quien no entra a la universidad es porque “no le echó ganas” en el examen es una expresión de esta ideología que busca individualizar el problema.
Es necesario extender y masificar el movimiento de los jóvenes que son rechazados. Pueden organizarse masivamente y pelear junto con los estudiantes desde adentro de las escuelas, los maestros y los trabajadores de conjunto para conquistar una educación gratuita y al servicio de las necesidades sociales.