Segunda parte de recomendaciones de cine de películas de Edgar Wright.
Jueves 16 de diciembre de 2021 19:27
En mi última publicación, dediqué un buen espacio a comentar la obra del director inglés Edgar Wright a razón de su (fallido) reciente film (estrenado en Argentina el 15 de noviembre pasado) Last Night in Soho, con la medio argentina Anja Taylor-Joy y la eterna Diana Rigg. Allí hablé de sus comienzos como registra cinematográfico con la recordada trilogía Cornetto (Shaun of the Dead, Hot Fuzz y World’s End).
La trilogía Cornetto lleva ese gracioso nombre en alusión a un helado, muy similar al viejo y querido Conogol, que solía producir la empresa Frigor en nuestro país, y que no dudo estaba "inspirado" en el Cornetto o helado de cono, que inventó la empresa italiana Spica (sí, como la radio) en 1959, y hoy produce a nivel mundial la alimenticia Unilever.
Me dirán, ¿qué tiene que ver un helado de cono con esas tres películas protagonizadas por el inefable dueto cómico de Simon Pegg y Nick Frost? Pues bien, aquí va la explicación.
Lo que, en principio, fue un concurso incidental de la presencia de ese helado en las dos primeras películas (en Shaun of the Dead, Nick Frost lo come para superar su resaca y así enfrentar a los zombis, en la segunda, ambos comen esos helados en el coche patrulla tras salir del mercado), se convirtió en un detalle aglutinante.
Un periodista del Time Out de Londres, reparó en esta particularidad y le preguntó al director si estaban pensando en una trilogía de películas en las que incluirían al famoso helado, a lo cual Edgar Wright concluyó divertido que si Kristof Kieslowski había hecho su trilogía inspirada en la bandera francesa (Bleu, Blanc, Rouge), él lo haría inspirada en el helado Cornetto. Por eso, en World’s End, comen un helado verdoso de menta en relación al color de los hombrecillos del espacio exterior, como antes comieron Cornettos azulados en relación al uniforme policial y en la primera entrega se trató del Cornetto de fresa en alusión al festín sangriento de los zombis. Unilever gentilmente ofreció, en forma gratuita, estos helados para todo el equipo en los festejos por la finalización de la trilogía, que quedó oficialmente bautizada como Trilogía Cornetto.
Pero no es la finalidad de esta nota hacer un comentario de esta anécdota brillante de la carrera de Edgar Wright sino el promocionar, retrospectivamente, los inicios televisivos de este director, con una serie que duró apenas dos temporadas y no fue menos sublime que la trilogía que acabó inspirando. Me refiero a Spaced, Espaciado, sería en español, algo así como dilatado en el tiempo, ajustándonos a su argumento, que se centra en dos jóvenes fracasados en sus respectivas carreras (y vidas amorosas), el uno dibujante de comics (Simon Pegg) y la otra periodista, que vive dejando sus notas de potencial interés para un después constante (Jessica Hynes -Jessica Stevenson en el original, así figura como guionista junto al primero, de este serial).
Fingiendo ser una pareja en busca de superación, consiguen rentar un departamento en el sur londinense, que habitan criaturas muy particulares y alocadas: la dueña, una snob de vida ligera, alcohólica, el vecino del sótano, un pintor maniático con extrañas costumbres, la amiga de Daisy (Hynes), Twisty, que se cree una diseñadora de modas, y el amigo de Tim (Pegg), un militar fracasado algo psicópata, amante de las armas (Nick Frost) y el perro Schnautzer que ambos adoptan. Precursora indudable de la no menos genial Big Bang Theory de Warner con tintes a lo Greg & Dharma, esta serie producida por la Paramount inglesa y dirigida por Edgar Wright es una verdadera delicia y se conserva intacta (desde 1999/2001) para que todos podamos verla (con subtítulos disponibles y muy buena edición) en YouTube. Una verdadera serie de culto que confirma el enorme talento que tienen los ingleses para patentar un estilo que luego los norteamericanos adaptan en un formato sitcom para su propio mercado.
Pasen y vean, mis queridos.