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Salud para todas y todos. Recurso demagógico o verdadera centralidad del sistema de salud

Cristina Kirchner habló en lo que fue un acto de campaña junto a Kicillof, sobre la necesidad de discutir la integración del sistema de salud, al día siguiente los empresarios dueños de clínicas privadas y prepagas, en la voz de su representante, pusieron el grito en el cielo. Campaña electoral y sed de ganancias, pero ¿Qué hacer para tener una salud de calidad para todas y todos?

Mirta Pacheco @mirtapacheco1

Miércoles 16 de junio de 2021 12:06

Arrancó la campaña electoral y el Gobierno y sobre todo el kirchnerismo es consciente de que el año pasado y este, cruzados por la pandemia, se pusieron de manifiesto varias cosas. Pero en cuanto a la salud, quedó en claro las enormes deficiencias de un sistema de salud producto de los bajos presupuestos que los gobiernos han destinado a esa área vital para la población.

Basta recordar que tanto en el Gobierno de Cristina Kirchner como el de Mauricio Macri, se anunciaban obras que luego resultaba que era la habilitación solo de algunos sectores, o luego se los dejaba abandonados o volvían a reinaugurarlas. Basta recordar, sin irse muy lejos que para este 2021, cuando ya Europa era nuestro "diario del lunes" en cuanto a la llegada de la segunda ola, las nuevas cepas, etc, el posible colapso sanitario (una realidad que después llegó, en varias regiones de nuestro país), el presupuesto era de $ 415 931 millones (luego tuvo que tener una reasignación). En el 2020 se ejecutaron unos $335.215. Eso significa un aumento de 24 % entre 2020 y 2021. De por sí, un incremento debajo de la propia proyección de inflación de 29 % del Presupuesto de Guzmán. Un porcentaje que parecía un chiste y que luego el gobierno tuvo que corregir. Eso sí, el dinero disponible para el pago de la deuda externa, fue mayor que el destinado a salud. Dime cuáles son tus prioridades y te diré a quién beneficias.

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En el sector privado, pandemia mediante, también quedaron un par de cosas claras: que los aumentos efectuados, en su gran mayoría no fueron a brindarle a sus afiliados una atención acorde al costo de las cuotas que pagan. En medio de la emergencia sanitaria, las clínicas privadas tuvieron que solicitar ayuda al sistema de salud estatal para poder internar a sus afiliados enfermos de covid-19. Luego, como la misma Cristina dijo, el Gobierno integró el sistema "a las patadas", pero digamos todo: ni siquiera fue una integración, solo una coordinación de datos de camas disponibles entre ambos sectores. El sistema de medicina pre paga tuvo que acudir al Estado para salvar la vida de sus pacientes, porque su meta no es la salud de las personas sino obtener ganancias de su negocio empresarial.

Luego está el sistema de las obras sociales, dirigido por una burocracia sindical más preocupada por "la caja" que por otra cosa. Millones de trabajadores que confían su salud a un sistema de obras sociales que cada vez cubre menos prestaciones, aumentan los copagos, tiene menos prestadores. Y si las enfermedades son complejas, muchas veces es una odisea para las familias conseguir una buena atención, dependiendo también de la obra social.

En todos estos niveles: estatal, privado y obras sociales, quienes desde que comenzó la pandemia vienen poniendo el cuerpo, haciendo malabares frente a la escasez de recursos y esforzándose al máximo son las trabajadoras y trabajadores de la salud. Esto que no desconocen ni los mismos empresarios de la medicina privada como Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical y presidente de Unión Argentina de Salud -que nuclea a las empresas de ese rubro- aunque ellos y el Gobierno lo hacen en forma demagógica.

Ahí están para probarlo las enfermeras y enfermeros de la Ciudad de Buenos Aires que vienen reclamándole a Larreta el reconocimiento profesional de su carrera, o también tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en varias provincias del país, la lucha por aumento salarial y demás derechos laborales y por insumos. Tanto en hospitales nacionales como provinciales.

Ahí están trabajadoras y trabajadores de la salud de Neuquén con su enorme lucha, para dar cuenta de eso.

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O veamos las clínicas que en plena pandemia cierran sus puertas, dejando en la calle a sus trabajadores.

Frente a este panorama el kirchnerismo propone una "integración de los sistemas" pero niega que eso se trate de una estatización. Como dijo la ministra de Salud es solo para "evitar la fragmentación". Los sindicatos están divididos frente a esta propuesta, eso sí los une el reclamo por la plata que el Gobierno les debería para las obras sociales y las prepagas, ante esta tibia propuesta, dijeron categóricamente: no. Reclaman que el Gobierno del Frente de Todos les autorice aumentos.

Según Belocopitt desde el 2012 hasta ahora los aumentos sumaron un 1054%,mientras el costo de vida fue de un 1450% y el costo de medicamentos un 3000% (si lo sabrán las mayorías populares que no pueden acceder a medicamentos necesarios, por sus altos costos, o los jubilados). Este reclamo, que los dueños de las clínicas privadas llevaron a la Justicia, es una muestra mas de que ven en esto un negocio que les tiene que dar réditos.

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Pero entonces ¿qué hacer frente a este panorama?. La solución no puede ser una unidad administrativa de los niveles de salud, ¿qué sería sino la integración que propone Cristina? En medio de la pandemia, frente a la escasez de vacunas, cuando estos temas se trataron en el Congreso, el bloque del Frente de Izquierda, fue el único que planteó claramente la necesidad de una nacionalización de todos los niveles del sistema de salud, con sus clínicas, sanatorios, etc. junto con los laboratorios y la industria farmacéutica (para poder abaratar costos), una verdadera centralidad controlada por sus trabajadores: médicos, enfermeras, técnicos, laboratoristas, camilleros, ambulancieros, personal de limpieza, personal administrativo.

Ellos son los que mantienen la salud pública a pesar de su desfinanciamiento, los que conocen y ponen en funcionamiento a diario los hospitales, clínicas privadas y obras sociales.

Cristina Kirchner tiene razón en algo: que este mundo y su interconexión nos muestra que las personas estamos expuestas a otros peligros o futuras pandemias. Pero frente a eso no puede haber discursos demagógicas, o medidas tibias. Porque lo que está en juego es la salud, la vida de millones, frente a la ganancia de unos pocos.

Por eso es necesario invertir las prioridades y tocar los intereses de grandes empresarios, incluso para tomar medidas elementales para cuidar la vida de la población.

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