Ante el creciente fenómeno del feminicidio y la violencia machista en la región, las mujeres necesitamos nuestra propia herramienta de organización y se vuelve más urgente que nunca una salida real al problema de la violencia machista. Donde el Estado es responsable de estas cifras y de sentar las bases estructurales para que la violencia se desarrolle impunemente.
Domingo 31 de diciembre de 2023
En 2022, en nuestro país hubo 43 femicidios consumados, 180 frustrados y 27 tentados, de acuerdo a las cifras presentadas este 19 de diciembre por las autoridades y que son parte del Informe del Circuito Intersectorial de Femicidio (CIF) 2022.
La Región Metropolitana es la que concentra mayor número de femicidios consumados (11), y junto a La Araucanía, encabezan el número de femicidios frustrados (ambas con 29). Respecto a la tasa por cada 100.000 habitantes, las regiones que encabezan la lista en caso de femicidios consumados son Arica y Parinacota (1,6), Los Lagos (1,5) y Los Ríos (1,0). Respecto a la tasa de femicidios frustrados, lideran Tarapacá (7,1) y Los Lagos (5,7).
Ante esto la directora de SernamEG de Arica y Parinacota, Lorena Ríos Echiburú, destacó que “...el trabajo colaborativo entre las instituciones del Estado y el compromiso de toda la sociedad es vital para avanzar en el desafío de que las mujeres de Chile vivan en ambientes libres de violencia …”. Mientras que por su parte la Seremi de la Mujer y Equidad de Género, Camila Roberts Azócar, hizo un llamado a involucrase como sociedad en la prevención de la violencia contra las Mujeres. “Involucrarnos a través del acompañamiento, la intervención, la interpelación y la denuncia, será la única forma de disminuir estas lamentables cifras. Como sociedad tenemos el deber de llegar a cero violencia hacia las mujeres”.
Pero ¿se puede llegar a vivir en ambientes libres de violencia o llegar a cero violencia hacia las mujeres mientras se profundiza la precarización y los sueldos se se los come la inflación o mientras el Gobierno de Gabriel Boric sigue favoreciendo a empresarios e instituciones represivas, en desmedro de la clase trabajadora?
Estos datos no solo nos muestran que la situación se ha agravado para las mujeres, sino que hay pilares estructurales bajo la violencia machista, como la desigualdad salarial, la pobreza y la precarización de la vida. Pero la solución no solo está en “mejores política públicas”, si no que se entrelaza con la necesidad de eliminar los pilares de la violencia patriarcal como la brecha salarial, la educación sexista que son sólo expresión de un estado patriarcal a disposición de las clases dominantes.
La mayoría de los femicidios, sí podrían evitarse, porque antes del femicidio, hubo otras formas de violencia. Hubo señales, alarmas, que el Estado se negó a tomar en cuenta y cuando intervino, ya era demasiado tarde. Lo vemos cada vez que los medios informan de un nuevo femicidio, casos donde la comisaría no quiso tomarle las denuncias a la mujer, que la mandaron a su casa, que la justicia no dictó orden de alejamiento o que dictó pero no había nadie encargado de controlar que se cumpliera. En ocasiones sucede que, “la mujer no podía separarse porque no tenía trabajo, ni casa propia.
Por eso decimos que cuando un hombre comete un femicidio, el Estado también es responsable. Porque con infraestructura, con presupuesto para los programas de atención a las víctimas y muchas medidas que podrían tomarse inmediatamente, no se erradicará la violencia de género, pero sí se podría evitar que esa violencia escale y termine con la vida de la mujer. Se necesitan medidas preventivas contra la violencia de género, y eso pasa por luchar por una independencia de las mujeres, que el Estado se haga cargo de asegurar trabajo y condiciones básicas para que las mujeres no dependan en términos económicos de los hombres, aspecto que es clave para entender la violencia hacia las mujeres.
La politica del Gobierno feminista de Apruebo Dignidad en la región
El peligro de lo que plantea la Seremi y la directora de SernamEG, encargadas de llevar adelante la “agenda feminista” del Gobierno de Gabriel Boric en la región, es que apuntan a solucionar los problemas de la mujer en base a reformas desde el Estado capitalista, que como bien sabemos, no ha logrado garantizar los derechos de las mujeres, pues seguimos siendo las mujeres la mayoría entre los pobres y las más precarizadas en los lugares de trabajo, así como sufrimos la opresión y violencia de este sistema.
Los Estados y tal como lo hizo el mismo Gobierno, sólo han cooptado las demandas de las mujeres y la diversidad sexual, como respuesta al enorme fenómeno del movimiento de mujeres, con el objetivo de fortalecer la idea de la víctimas y de paternalismo estatal, desdibujando el rol de transformación de las mujeres trabajadoras y pobres. Lo que empuja a instalar mayor pasividad en el movimiento de mujeres, a la espera que se resuelvan nuestras demandas. Esto ha generado grandes ilusiones en sectores importantes de la población frente a la realidad de violencia que se vive, así como frente a la invisibilización del trabajo doméstico, de las dobles o triples jornadas que cumplimos las mujeres, las brechas salariales y frente a la carencia de derechos reproductivos.
Esto ha ido de la mano de la proyección de figuras femeninas en cargos importantes, lo cual bajo su lógica, es muestra de que bajo sus gobiernos, las mujeres pueden ocupar puestos de poder y romper los techos de cristal impuestos por el patriarcado. Si bien esto ha sido producto de luchas históricas del feminismo, esto está lejos de significar la misma posibilidad para el conjunto de las mujeres.
Por un feminismo socialista con las trabajadoras al frente
La institucionalización de nuestras luchas tuvo un efecto desmovilizador. Utilizaron la potencia del movimiento de mujeres, dándole mayor importancia a tener más paridad en cargos de poder en el Estado burgués, que terminar con la precarización y los sueldos de hambre. En concreto levantan un feminismo que nos ve como víctimas impotentes y no como sujetas políticas. Que no quiere molestar ni a empresarios ni conservadores, negándose a terminar con el subcontrato y renunciando al aborto legal, libre, seguro y gratuito, pese a que lo tenían en su programa de gobierno.
No podemos esperar ninguna respuesta favorable de este régimen, ni de sus partidos e instituciones, ya que son los que han permitido y tolerado este desarrollo y también los que buscan por todos los medios desarticular y desactivar el descontento social, manteniéndonos en total pasividad. Frente a la violencia contra las mujeres es urgente levantar una fuerza que denuncie que el Estado es responsable de estas cifras, y a la veces responsable de sentar las bases estructurales para que la violencia se desarrolle impunemente.
Desde Pan y Rosas, buscamos instalar una perspectiva diferente. Tenemos que luchar por arrancarle a los gobiernos y al Estado cada una de las demandas que las mujeres exigimos, sin duda, pero nuestra perspectiva debe ser revolucionaria, contra todo un sistema capitalista y patriarcal. Cambiar esta sociedad de raíz. Es fundamental construir un gran movimiento de mujeres, a la vez que construimos una alternativa política revolucionaria y socialista, Por un feminismo socialista, que organice y ponga al frente a las millones de trabajadoras que viven día a día la precarización y la violencia.