Hecha a la medida del nuevo tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), la reforma laboral publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de mayo del 2019 establece el voto universal, libre, directo, secreto, personal e intransferible para la elección de dirigentes sindicales.
Viernes 24 de enero de 2020
En sintonía con lo anterior, el pasado 12 de enero la cúpula del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) presentó el Reglamento para la Elección de Directivas Seccionales. Sin embargo, contrario a lo que se sostiene en la Exposición de Motivos en cuanto a que este Reglamento “profundiza la democracia del SNTE”, lo que encontramos en el documento son importantes restricciones a un procedimiento realmente democrático.
La libertad para elegir a nuestros representantes se ve coartada, en primer lugar, con los requisitos para ser votado, que establecen tener al menos 5 años de antigüedad como miembro del Sindicato. Específicamente para ocupar la Secretaría General del Comité Ejecutivo Seccional, se requiere tener al menos 8 años como miembro del Sindicato, y nada más y nadas menos que haber ocupado un cargo a nivel seccional.
De esta manera, como explica el maestro de primaria Rogelio Alonso Ruiz en su artículo El ilusionismo democrático del Voto Universal en el SNTE, “el voto universal tendrá un universo muy reducido de elegibles al cargo máximo en cuestión. Evidentemente, el candado anterior busca que los procesos de renovación al interior del sindicato sean más difíciles de concretarse al obligar a que el más alto jerarca forzosamente tenga que originarse del grupo que ostenta el poder”, es decir, “los agremiados de base quedan restringidos a aspirar a tales puestos”. Un verdadero engaño para los maestros.
En cuanto a la posibilidad de votar, el problema viene de la forma en que se hará la convocatoria, pues se establece que la misma se emitirá tan sólo quince días antes de la elección. Pero además, queda abierta la posibilidad de no enterarse de la convocatoria, pues se asienta que la misma se emitirá “mediante publicación en el diario de mayor circulación estatal o en la Gaceta u órgano oficial del Sindicato o en las sedes de los Comités Seccionales correspondientes”. Como si el SNTE no tuviera representantes en todos los centros de trabajo que bien podrían convocar, aunque la experiencia nos dice que a los charros poco les importa informar nada.
Por si fuera poco, más adelante nos encontramos con que, para el registro de planillas, se estipula un plazo posterior a la publicación de la convocatoria de… tres días. A estas alturas, vale la pena recordar la famosa frase de Spinoza: “ni reír ni llorar, sino comprender”.
En la presentación del Reglamento, el secretario general del SNTE, Alfonso Cepeda Salas, afirmó que “estamos contribuyendo al cambio de régimen que impulsa el Presidente de la República y a la democracia sindical en México”. Lo que muestra el Reglamento, sin embargo, es la imposibilidad de democratizar realmente los sindicatos desde arriba, desde las alturas del gobierno y la burocracia sindical, y que en cambio podremos conquistarlo únicamente como resultado de la autoorganización democrática y la lucha independiente de las trabajadoras y los trabajadores de base, confiando sólo en las propias fuerzas y la solidaridad de los de abajo.
Ante las pugnas por el control del SNTE entre las alas charras de Alfonso Cepeda y Elba Esther Gordillo, necesitamos organizarnos desde la base magisterial para democratizar el sindicato y transformarlo en una verdadera herramienta de lucha por nuestros derechos y por la defensa de la educación pública, independiente del Estado; buscando la unidad en cada escuela para imponer asambleas de base que discutan desde la resolución de las demandas cotidianas hasta la coordinación entre escuelas y el camino para recuperar el sindicato.
Súmate a la agrupación magisterial Nuestra Clase para impulsar juntos esta perspectiva.