Los trabajadores enfrentan un plan para reducir entre un 20% y 40% de sus pensiones. Sin acuerdo está anunciada una nueva oleada de huelgas escalonada entre abril y junio.
Lunes 19 de marzo de 2018 10:27
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FOTO: PA
El 22 de febrero comenzó la huelga de docentes y del personal de apoyo profesional bibliotecarios, técnicos informáticos y administrativos del sector universitario en defensa de las pensiones. Los 14 días de acción escalonada en más de 60 instituciones mostraron la determinación de los trabajadores y trabajadoras del sector. El resto de los días se trabajó a reglamento. Se trata indudablemente de la acción más importante y larga jamás llevada adelante por el sector universitario británico. A su vez actuó como catalizador de las flaquezas del sistema educativo actual.
La propuesta patronal era transformar el actual sistema de pensiones de beneficio definido, que garantiza un cierto nivel de ingreso según el salario promedio y los años de servicios, en uno de contribución definida, o sea, un plan de ahorro en el cual la jubilación depende de cómo se comporte el mercado, un sistema que además de su poca transparencia es imposible de predecir. En síntesis, este brutal ataque representa entre un 20% y 40% de reducción de las pensiones, que puede implicar entre una pérdida de entre 10.000 y 200.000 libras a lo largo de la jubilación. Estos ataques, por otra parte, están afectando en particular a los trabajadores y trabajadoras en condiciones más vulnerables: el personal joven, las mujeres, y las minorías étnicas.
Durante casi un año funcionó una instancia de negociación tripartita compuesta los directivos universitarios (UUK), al fondo de las pensiones (USS) y al sindicato personal universitario (UCU) pero esta se interrumpió cuando el sindicato anunció la huelga. El descontento entre los trabajadores alrededor de las negociaciones de las pensiones era claro: la consulta sindical arrojó que un 88% de los afiliados - con una participación de voto de un 58.3% - estaba a favor de ir al paro para defender sus pensiones.
La huelga comenzó y se mantuvo fuerte las primeras tres semanas, con piquetes, apoyo de los estudiantes, además, se organizaron clases abiertas para debatir temas como la mercantilización de la universidad, contenidos educativos, diversidad, inclusión y representación LGBTI en los campus. Gracias a la presión de la huelga se logró que la patronal se sentara nuevamente a negociar con la participación de una comisión de arbitraje (ACAS). Esto fue percibido como un pequeño signo de que la lucha no era en vano, y de que la patronal no podía imponer el plan que quería. A la vez dinamizó el conflicto e hizo que muchos más compañeros y compañeras se sumaran a los piquetes y acciones.
El lunes 12 de marzo a la noche los trabajadores recibimos un email con el “acuerdo” de las negociaciones de la instancia de arbitraje. La patronal aceptó un plan de beneficio definido, sin embargo, contemplaba un aumento de los aportes y una reducción proporcional de la jubilación, en vez de perder un 40% perderíamos un 33%. Esa misma noche, los mensajes en las diferentes cuentas de activistas en Twitter y el servicio de mensajería WhatsApp rechazando la propuesta no paraban de circular. Los más generosos decían que la propuesta era un insulto. “No estamos en huelga para obtener este mal acuerdo” tuiteaban otros. En las redes se viralizó #NoCapitulation y se empezaron a enviar emails a los presidentes de las respectivas regionales sindicales rechazando el acuerdo. Al día siguiente, martes, desde la mañana temprano los piquetes fueron más nutridos que nunca convirtiéndose en dinámicos centros de debate y, al mediodía, en Londres, se convocó espontáneamente un lobby en la sede sindical para ejercer presión sobre la comisión universitaria que se encontraba congregada.
El rechazo oficial del sindicato y su retiro de las negociaciones fue vivido como una pequeña victoria. Esto dotó una nueva dinámica al conflicto, en la cual muchos los activistas se sentían protagonistas de la lucha. A esto le siguió la marcha nacional del miércoles 14 de marzo a la que acudieron contingentes de todas las regionales del país. En las universidades más combativas hubo ocupaciones y en la mayoría de las instituciones se convocaron reuniones para debatir cómo seguir la lucha, hacer el sindicato más democrático, crear canales de comunicación más ágiles y dinamizarlos para que nos sirvan como espacios para debatir otros temas que nos afectan: los contratos precarios, cuestiones que tienen que ver con la igualad de genero, LGBT+, minorías Negras y étnicas, discapacidad, pensiones, qué tipo de universidad queremos y contra la comercialización de la educación.
Salimos a la lucha contra el ataque a las pensiones sin mayores objetivos; sin embargo, al calor de acción colectiva se fue armando un contra argumento a la narrativa patronal que fue más allá del tema de las pensiones: la comercialización de la educación. Reflexionamos sobre la lucha estudiantil de 2010 que no logró frenar el aumento de los aranceles universitarios y marcó un punto de punto de inflexión que llevo a la educación hacia una dinámica de mercado. El 2012, con la imposición de las 9.000 libras esterlinas al año, es el inicio de un proceso diseñado para cambiar la relación entre los estudiantes y las universidades, en la cual los primeros son vistos como clientes y la educación deja de ser un bien público. Esto va acompañado con peores condiciones laborales: contratos eventuales, de cero-hora y temporales y con un recorte salarial de un 16% desde 2009 en el sector, con mayores cargas horarias y menos tiempo para la investigación. Incluye además el ataque a las pensiones, con el objetivo mejorar la calificación de crédito de las instituciones para endeudarse y poder competir en mejores condiciones para atraer nuevos estudiantes con edificios modernos y llamativos conocidos como “edificios de vanidad”.
La derrota de la huelga por las pensiones en el 2014 en la cual se terminó aceptando tomar como base para calcular la jubilación el salario promedio en vez del final, y el congelamiento salarial desde el 2009, crearon desilusión en la lucha en los últimos años. Sin embargo, el brutal ataque a las pensiones fue la última gota que colmó el vaso. El resultado de la consulta (realizado entre noviembre de 2017 y enero de 2018) reflejaba que la marea empezaba a cambiar. En el periodo previo a la huelga se registraron 5000 afiliados nuevos y durante la misma se presentaron nuevas solicitudes. En algunas regionales la membresía creció en un 25%.
La huelga ha despertado un gran sentimiento de optimismo, espíritu de lucha y de confianza en nuestras propias fuerzas. A lo largo del conflicto recibimos el apoyo solidario de los estudiantes que nos traían café, té, galletitas y torta y que, con megáfono en mano, entonaban canciones militantes. Otros sectores estatales enviaron delegados a los actos e hicieron contribuciones para el fondo de lucha.
Este lunes 19 se reanudan las negociaciones y está anunciada una nueva oleada de huelgas escalonada entre abril y junio. El espíritu de lucha Han sido días de lucha intensos y estimulantes y el objetivo ahora es tratar de captar el impulso de la lucha para debatir los próximos pasos a seguir y ganar.
Para apoyar a los trabajadores y trabajadoras británicos que están luchando por la defensa de sus pensiones firmando esta petición