Suella Braverman había asumido hace un mes y medio de la mano de la nueva primera ministra Liz Truss. Su salida se enmarca en la agudización de las internas del partido conservador tras la tormenta que desató el presupuesto presentado por el nuevo gobierno.
Isabel Infanta @isabel_infanta
Miércoles 19 de octubre de 2022 19:57
Londres, 17/10/2022 - Suella Braverman, todavía ministra del Interior, deja la sede de gobierno en Downing Street Nº 10 tras una reunión de gabinete de emergencia. EFE/EPA/Tim Ireland
Braverman se fue del gobierno con fuertes críticas. Su carta de renuncia relaciona la decisión con un error administrativo, el haberse equivocado de casilla para enviar a un colega un documento relacionado con la política migratoria. Sin embargo, esa no pareciera ser la razón más relevante.
Según el diario británico The Guardian, un diputado Tory (del Partido Conservador) señaló que el hecho “parece ‘muy menor y que la mayor parte del gabinete de ministros ha sido culpable de lo mismo’. Otro admitió: ’Si quisieran que se quede y ella quisiera quedarse, eso no habría sido un asunto para la resignación’. Una antigua asesora de [Downing Street] Nº 10 dijo que fue un disparate el que haya dicho que se tuvo que ir por enviar el borrador de una declaración ministerial. ‘Asesores especiales y ministros, incluyendo el primer ministro, han hecho cosas mucho peores’, dijo, y agregó: ‘El equipo de Truss obviamente le pasó el arma’”.
La ahora ex ministra, que ha hecho del recrudecimiento de los controles migratorios su principal bandera, aprovechó su carta de renuncia para poner en duda el compromiso del nuevo gobierno con la reducción de la migración y el freno de la inmigración ilegal, en particular la que llega en pequeños botes. Tampoco desperdició la oportunidad de rendir homenaje a la policía fronteriza.
Lo cierto es que la ruptura de Braverman con el gobierno es por derecha, o por ultra derecha. En su misiva señaló estar “seriamente preocupada” por las políticas del gobierno, y cuestionó su compromiso con el programa por el que fue votado, una crítica durísima en un momento difícil para Liz Truss, que viene de despedir a su ministro de Finanzas Kwasi Kwarteng, tras el descalabro financiero y de confianza generado por su propuesta de presupuesto ultraneoliberal.
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Truss se vió obligada a retroceder sobre sus pasos, en lo que se llamó el “giro en U” y reemplazó a Kwarteng por Jeremy Hunt, un hombre afín al programa económico del principal antagonista de Liz Truss en la campaña por el liderazgo conservador, Rishi Sunak. Esta movida le restó apoyo político, sobre todo del ala más dura del partido a la que pertenece Braverman. De hecho no está descartado que la renuncia de Braverman pueda gatillar una renuncia en masa de funcionarios, como la que obligó al ex primer ministro Boris Johnson a dar un paso al costado.
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Braverman será reemplazada por Grant Shapps, quien fuera ministro de Transportes de Boris Johnson y que también simpatiza con el programa económico de Sunak. Justamente Sunak se oponía al programa económico de Truss por las consecuencias catastróficas que podría tener. Nótese que el recambio de funcionarios luego del descalabro provocado por los mercados frente a la propuesta presupuestaria de Truss significa un avance de los sectores más “moderados” del partido tory sobre el gobierno.
Los tories se ven frente a la necesidad de recomponerse en el próximo período, sabiendo que no serán competitivos en las próximas elecciones. Las encuestas marcan una diferencia de 30 % a favor del Partido Laborista, lo que implica un enorme desafío en el marco de la crisis más general abierta en 2016 con el brexit, de la cual el escenario actual es un episodio.
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Ahora Truss se enfrentará a un nuevo desafío para alinear la tropa conservadora. Es que el Partido Laborista presentó un proyecto anti fracking que sin dudas dividirá aguas entre los representantes conservadores. Truss busca que el parlamento deseche el proyecto laborista y evitar cualquier obstáculo al extractivismo desenfrenado, y para ello deberá imponer la disciplina partidaria a muchos representantes conservadores que se ven presionados por sus bases a votar a favor del proyecto laborista. Ya hay rumores que ponen en duda la continuidad del encargado de la disciplina partidaria tory. Está por verse si Truss logra imponerse y sobrevivir a este reto.
Por abajo, por ahora lejos de estas disputas palaciegas, el Reino Unido vive una oleada de huelgas obreras inédita en décadas. Desde hace dos meses y de manera intermitente, buscan aumentos de salario frente a una inflación que ya tiene dos dígitos. Esta irrupción de la clase trabajadora en la realidad política y social puede dar lugar a un nuevo "invierno del descontento" que haga escuchar los reclamos de los trabajadores y los sectores populares en medio de la crisis y con una primera ministra al borde del abismo.