Fauci se hizo mundialmente famoso durante la pandemia de coronavirus por ser el epidemiólogo jefe de EE. UU., y tomar decisiones centrales sobre el manejo de la enfermedad que impactaron en todo el mundo. Sin embargo, se conoce menos la relación con las grandes farmacéuticas y las corporaciones de salud privada durante el medio siglo que ocupó su puesto.
Lunes 22 de agosto de 2022 13:19

El epidemiólogo jefe de EE. UU. y cara visible de la respuesta del país a la pandemia de covid-19, Anthony Fauci, anunció este lunes que dejará ese cargo en diciembre con la intención de seguir llevando adelante su carrera en forma privada.
"Aunque dejo mi actual puesto, no me jubilo. Después de más de 50 años de servicio gubernamental, planeo seguir la siguiente fase de mi carrera cuando todavía tengo tanta energía y pasión por mi ámbito", dijo en un comunicado el médico especializado en inmunología, de 81 años.
Con su medio siglo al frente del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE. UU., Fauci dictó políticas sobre varias de las pandemias y epidemias que azotaron el mundo, incluyendo el Ebola, Zika, VIH, etc. Pero se hizo mundialmente famoso durante la pandemia de covid-19, ya que sus decisiones sobre política sanitaria, cuarentenas y calendarios de vacunación fueron replicadas en distintos países.
Pero menos se sabe del Fauci que es parte del sistema que incluye a las grandes farmacéuticas (conocidas como Big Pharma) y las corporaciones que manejan la salud privatizada en Estados Unidos (conocidas como Big Health Care).
Ya en 2005 Associated Press publicó una investigación en la que señalaba que tanto el Dr. Anthony Fauci, como el exdirector del Instituto Nacional de Salud (NIH), Francis Collins, recibieron regalías por las patentes de los fármacos que eran aprobadas por esas instituciones, en ese caso particularmente sobre el AZT para el VIH. Lo mismo volvió a suceder con las patentes para la vacuna del Covid-19. Patentes que por cierto nunca fueron liberadas para que pudieran ser producidas en forma masiva y a muy bajo costo, lo que hubiera redundado en una vacunación generalizada de la población mundial en tiempo récord y evitando más muertos y el surgimiento de nuevas variantes.
En su lugar, los principales laboratorios del mundo hicieron ganancias multimillonarias, contando además con el financiamiento y subsidios estatales, a costa de la vida y la salud de la población mundial.
Cómo señalaba un artículo del sitio The Hill "Las historias recientes sobre científicos gubernamentales en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) que obtienen regalías de las patentes de medicamentos COVID-19 resaltan el peligroso "triángulo de hierro" entre Big Pharma, Big Health Care y agencias gubernamentales de investigación y formulación de políticas. Los triángulos de hierro surgen del refuerzo de los lazos financieros y políticos entre las oficinas gubernamentales, las organizaciones privadas y los beneficiarios de la ayuda gubernamental. [Este triángulo] puede crear una enorme influencia sobre la política pública, autofinanciar su propio poder político (cabildeo, contribuciones de campaña) y generar un enorme crecimiento y flujo de caja".
Bajo su gestión también creció la epidemia de opioides que afecta particularmente a los trabajadores y a las poblaciones pobres. Desde el fentanilo hasta otro tipo de drogas sintéticas que deberían ser utilizadas solo en casos extremos fueron aprobadas mediante el lobby farmacéutico como medicamentos para tratar dolencias menores a pesar de la adicción y las tasas de muertes que genera.
Este "triangulo de hierro" va más allá de Fauci, él cumplió un rol fundamental en mantener funcionando y aceitado este perverso negocio, pero quién lo reemplace continuará siendo garante, junto a otras oficinas gubernamentales y las corporaciones de salud privadas y las farmacéuticas, de un sistema que solo busca la ganancia por sobre la vida y la salud de las personas, en particular los trabajadores y sectores más pobres, en la principal potencia mundial.