El después del renunciamiento de Cristina Fernández. Especulaciones de candidatos y la insistencia por el centro. Del dicho al hecho: sin programa para enamorar, un camino peligroso que apela al miedo. La izquierda y una salida al ajuste después del ajuste.
Jesica Calcagno @Jesi_mc
Martes 23 de mayo de 2023 05:34
Cristina Fernández ratificó que no será candidata l Foto: entrevista en Duro de Domar
¿No hay dos sin tres?
Cristina Fernández ratificó que no será candidata en una nueva carta que publicó calculadamente al mismo tiempo en el que transcurría el Congreso del PJ. Es la tercera de las y los últimos mandatarios que se suma a la lista de renunciamientos: el primero había sido Mauricio Macri en marzo, seguido por Alberto Fernández en abril.
En cada caso las explicaciones públicas que dieron fueron distintas. Macri buscó dar la imagen de que prioriza “el trabajo en equipo” contra los “líderes mesiánicos”. Alberto se excusó en que tenía que concentrarse en resolver la crisis económica y para insistir en una PASO del peronismo. Cristina apuntó sus cañones a los jueces de la Corte, asegurando que si se presenta irán contra ella para evitar que el peronismo participe de las elecciones o para debilitarlo. Se unen en una postal: quienes lideraron en forma consecutiva el poder ejecutivo en las últimas décadas deciden ponerse fuera de juego en la competencia electoral. Detrás de las renuncias, un derrotero económico del país que Myriam Bregman y Nicolás del Caño del Frente de Izquierda sintetizan cuando dicen: “Ya gobernaron todos y siempre para que los ricos se hagan más ricos”. La crisis y dificultades del sistema político no puede desligarse del empeoramiento de las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras.
Con más o menos “volumen político”, en los tres casos aspiran a tener su lugar en la mesa de decisiones de sus propios espacios. A Macri no le estaría yendo muy bien, con una interna en el PRO que escaló desde que anunció su decisión y tiene a Juntos por el Cambio en una difícil situación para la competencia electoral. Alberto Fernández quizás se anote el logro de una PASO del peronismo, lo que no necesariamente signifique que cambie algo su disminuido papel. La disputa entre candidatura única o competencia interna sigue abierta.
El caso de Cristina encierra otros dilemas. En su carta reconoció que, con los niveles de endeudamiento y los mandatos del FMI “resulta imposible para cualquier gobierno administrar razonablemente la natural puja distributiva”. Un mensaje que puede leerse en dos sentidos. El reconocimiento de una impotencia crónica donde no tiene para ofrecer una salida al ajuste del FMI, y que esta vez prefiere preservarse y no ser ella quien asuma esa “imposibilidad” hacia adelante. Es que el experimento del Frente de Todos, puso a la vicepresidenta y a su espacio en la permanente tensión entre el relato y los hechos que desbordan fracasos, entre el decir y el hacer el ajuste como parte del gobierno. Entre criticar el acuerdo con el FMI pero votar el presupuesto con todas sus metas y “política enlatada”. A pesar de todos los intentos de despegarse de algunas decisiones, los costos salpican desilusión para todos lados.
En la entrevista que brindó Cristina en Duro de Domar, buscó revalidar su peso en el peronismo enfatizando que es una elección donde importa más “el piso” y dando por hecho un balotaje. Pero su renunciamiento también se explica por un nuevo intento de salir de una polarización donde cosecha altos rechazos, y continúa en la búsqueda de figuras de centro. Ya probó con Scioli y Alberto, y sigue buscando. La alianza que selló con Sergio Massa y su gestión al frente del ministerio de Economía es un nuevo escalón en ese camino. El libreto calculado para construir la figura de Wado De Pedro como sucesor va en esa misma dirección. El ministro del interior fue la voz de La Cámpora que defendió el acuerdo con el FMI cuando sostuvo que “evita la catástrofe económica” mientras se debatía en el Congreso. Y se mueve entre las fotos con el CEO de Clarín y otra reciente con Luis Barrionuevo. El histórico y atrincherado dirigente sindical gastronómico con altos niveles de menemismo en sangre, expresó sus deseos de que sea De Pedro el próximo presidente.
Fernando Rosso hizo un repaso por algunos hitos del recorrido de Cristina y los resumió en el partido del orden. “En momentos de crisis, cuando se plantean opciones tajantes, cuando no hay espacio ni tiempo para las medias tintas, su opción es por el orden”, dijo en el programa de radio El Círculo Rojo. En ese accionar, destacó el llamado que volvió a hacer estos días la vicepresidenta para llegar a un acuerdo de “todas las fuerzas políticas” para abordar lo que llama “economía bimonetaria”. Un llamado que tiene como destinatarios al radicalismo y a Horacio Rodríguez Larreta, y que en otra oportunidad se expresó en el encuentro que tuvo con el ex funcionario macrista, Carlos Melconián.
Su reciente recorrido en el Frente de Todos valida esta definición: del veto a Martín Guzmán, pasó a un apoyo cerrado a Massa que hoy defiende por “agarrar una papa caliente” aunque el ajuste contra las mayorías se redobló. Música para los oídos del ministro que hizo suya esa definición y la pone en juego para negociar con más respaldo su lugar en el armado electoral de este año.
La vicepresidenta será la oradora central en el acto del 25 de mayo por los 20 años de la asunción de Néstor Kirchner. Sin la mochila de su propia candidatura, quedan pendientes muchas definiciones para la carrera electoral, con la garantía de que Cristina se reserva un papel central para el armado de la campaña y la decisión sobre candidaturas.
El “no hay dos sin tres” de los renunciamientos son lentos pasos para aclarar un panorama electoral que sigue desbordando incertidumbres. Aunque avance la rosca por arriba, abajo el malestar persiste y se acrecienta como la inflación. Lo que no pueden ofrecer los partidos tradicionales es una perspectiva de futuro para las mayorías que no quieren más el “no hay dos sin tres” de ese endeudamiento eterno, circular y fraudulento que con el FMI se paga siempre con hambre y pobreza.
Se busca
Por estas se aceleran las especulaciones sobre el oficialismo. Pican en punta el desinfle de Sergio Massa en la fórmula presidencial, y suben las acciones de Wado De Pedro. Este lunes hubo nuevos movimientos en esa dirección.
Apareció una foto con De Pedro rodeado de intendentes bonaerenses, con él en el centro. Sin la presencia del gobernador Kicillof que, se sabe, puja por la reelección en la provincia. Hasta ahora el ministro del interior es quien más camina como presidenciable, y ya se ven pintadas en el conurbano con “Wado presidente”. Las especulaciones no descartan igualmente un enroque de Kicillof encabezando la fórmula nacional, y De Pedro a gobernador, una opción más arriesgada si buscan concentrar fichas en retener la provincia de Buenos Aires. Por las dudas, el jefe de asesores bonaerense (Carlos Bianco) aseguró que “si Cristina se lo pide, Axel será candidato a presidente”.
Sergio Massa redobla sus mensajes para la interna todista, tras los rumores que crecieron este fin de semana para bajarlo de la fórmula. Los malos datos de inflación no ayudan al ministro “papa caliente” para su deseo de ser candidato, y encima con el requisito de ser el único (“de consenso”). Si terminó la semana que pasó aclarando que su espacio todavía tiene que decidir si participará del Frente de Todos, este lunes salió con otro comunicado para presionar en la negociación. En el documento del Frente Renovador, titulado "Unidad y generosidad para triunfar", hacen un llamado “al presidente del Partido Justicialista, como la fuerza política más importante del Frente de Todos, que convoque a los principales referentes de la coalición de manera individual, así como también a una mesa de fuerzas políticas, a los efectos de discutir y diseñar, en conjunto, la mejor estrategia de cara a este proceso eleccionario”. Un dardo dirigido a Alberto Fernández, que se presume digitado en conjunto con Máximo Kirchner. Es que el comunicado se publicó luego de una reunión que mantuvo el referente de La Cámpora con la cúpula del Frente Renovador en la Cámara de Diputados. Máximo salió tanto en la foto de Wado con los intendentes, como en la del Frente Renovador. Otra señal para demostrar que el espacio de la vicepresidenta y la del ministro de economía actúan como bloque en la interna peronista.
En ese tablero de alianzas, apareció la posibilidad, si Massa no juega a presidente, de integrar a Malena Galmarini en alguna de las fórmulas con el espacio de Cristina, como vice en la fórmula presidencial o en la de la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Junto a las candidaturas, el peronismo tendrá que definir si PASO sí o no (y cómo integrar las listas en las generales en caso de internas), y si hay desdoblamiento en la provincia de Buenos Aires. Martín Rodríguez Yebra en La Nación pone en palabras de algunos protagonistas cómo están pensando estas posibilidades. “El desdoblamiento es para un escenario en el que todo salga mal y haya que ir a una PASO con candidatos de segundo nivel” le confesó un referente kirchnerista. Del lado de un “cacique peronista”, evalúa que el desdoblamiento “sería reconocer que tiramos la presidencial”.
Horacio Verbitsky alerta en El Cohete a la Luna sobre el mismo fantasma que sobrevuela en Juntos por el Cambio: si hay muchos candidatos en la interna, corren el riesgo de que su candidato más votado aparezca recién en un cuarto lugar. Un llamado que busca evitar la interna o de mínima acotar la disputa solo a dos fórmulas. Verbitsky hace explícito el temor por un escenario donde las PASO resulten con un Milei como el más votado individualmente, sigan Bullrich y Larreta, y luego alguien del peronismo. Una advertencia que expresa en la debilidad de candidatos y sucesión de liderazgos, las consecuencias de un gobierno peronista del ajuste y la escasez.
El mismo alerta tiene en vilo a los promotores de Juntos por el Cambio, que tienen más complicaciones aún porque son quienes más disputan el electorado con Javier Milei, por su cercanía ideológica con los programas más abiertamente neoliberales. El nuevo capítulo de la interna cambiemita fue la elección de Patricia Bullrich por Néstor Grindetti como su candidato para competir con Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires.
En este festival de fotos, comunicados y señales de la rosca peronista, el pedido de Cristina y La Cámpora de un “programa de gobierno que vuelva a enamorar” sigue siendo una consigna con un cartel de “se busca”. Quienes reclaman ese programa dan pocas o nulas precisiones, y cuando las dan son contradictorias entre sí. La últimas declaraciones (por carta y televisivas) de la vicepresidenta hablan de “imposibilidad” con el FMI, pero aclaran que no quieren dejar de pagar la estafa macrista; hablan de “volver a enamorar” y al mismo tiempo llaman a hacer acuerdos con sectores de Juntos por el Cambio sin importar si son los que piden quitar derechos a las y los trabajadores, a los jubilados. Más que propuestas “para enamorar”, el peronismo apela a desatar otro sentimiento: el miedo. Solo así pueden justificar su alianza con Massa y el ajuste (“eso o el caos”). Solo así pueden convencerse a sí mismos de que son “mejores” que alguien. Pero el miedo también desorganiza y desmoviliza a la clase trabajadora y los sectores populares. Todo lo contrario a la experiencia de cómo se obtienen conquistas o se inclina la balanza a favor de las mayorías: desafiando con la movilización, coordinando una fuerza social desde abajo, con paros y huelgas. Por eso, la operación del miedo busca el orden para el poder económico. Nada mejor que la atomización y la individualización de los padecimientos de la crisis, para que avancen las agendas de las derechas.
Salir del ajuste después del ajuste
Para hablar de “programas de gobierno” hay que mirar lo que ocurre en los hechos. El desastre del gobierno de Juntos por el Cambio fue endeudamiento, fuga, tarifazos y pérdida de poder adquisitivo. En cambio, el Frente de Todos legitimó el fraude de la deuda con el FMI, se volvió a endeudar con el organismo, subió tarifas, y siguió la saga de caída de los salarios que va por su sexto año consecutivo.
Un informe de FLACSO ratifica que la caída de la participación de los asalariados en el ingreso que inauguró el gobierno de Macri, se profundizó con el Frente de Todos. Pasó del 51,8% en 2016 al 46,2% en 2019, y siguió desplomándose al 43,9% hasta el último registro de septiembre del 2022. Con la inflación acelerada desde entonces, la transferencia de ingresos de los trabajadores a los sectores empresarios más concentrados, promete un peor derrotero. Solo entre 2018 y 2022 calculan que esa transferencia equivale a 87.800 millones de dólares (calculados al oficial).
Otro informe de Ecolatina da cuenta de que el empleo informal y cuentapropista explicó el 72% del total generado entre 2019-2022. A los promotores de la flexibilización laboral les gusta esto.
En este crítico contexto, la gestión de Sergio Massa aceleró el ajuste tal como pide el FMI. Se ve en las partidas donde más impactó el tijeretazo que muestran las proyecciones de la Oficina de Presupuesto del Congreso. Comparando abril 2022 y abril 2023 el gasto primario se contrajo más de 9 puntos, y los ajustes más fuertes están en asignaciones familiares, subsidios a la energía y gastos de capital, que se redujeron entre 26% y 29%.
Entre los gobiernos de Cambiemos y el Frente de Todos ya aplicaron el ajuste después del ajuste, y no pueden ofrecer nada muy distinto para lo que viene. Milei ganó presencia con su programa de dolarización y devaluación, mientras Juntos por el Cambio promete reformas más rápidas contra las y los trabajadores. La proclama de un sector del peronismo para tener un programa de gobierno mientras siguen en la Casa Rosada u ocupando puestos claves en ministerios, no hace más que confirmar una rendición al orden impuesto por el FMI y el poder económico.
Salir de este espiral implica afectar precisamente esos intereses como plantea la izquierda. Reorganizar el país desde abajo es un desafío al orden de los saqueadores, de las clases dominantes. Para que un programa construya futuro es la clase que produce las riquezas y hace andar todo la que tiene que estar al frente. Ese es el camino por el que apuesta la izquierda: al contrario de un miedo que desarma y paraliza, se trata de darle fuerza a la clase social que tiene el poder de inclinar la balanza y torcer un rumbo que está en disputa.
Jesica Calcagno
Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.