La brutal represión en Guernica contra las familias sin techo demuestra que las decisiones no son casualidad. Si el represor Berni sigue en su cargo y si el Gobierno cedió a la rebelión policial armada es por un objetivo claro: los necesitan para reprimir.
Jueves 29 de octubre de 2020 07:46
Hace algunas pocas semanas, el Gobierno provincia de Axel Kicillof, apoyado por Alberto Fernández y otros mandatarios, se victimizó frente a la extorsión policial armada que reclamó aumento de sus haberes.
A la luz de los hechos, el desenlace de esa crisis queda cada vez más claro. Si el Gobierno cedió ante el chantaje, fue porque lo que se estaba discutiendo era el precio de la represión.
Lejos del antagonismo que quisieron plantear, la realidad es que el Gobierno quiere a la policía bonaerense y a todas las fuerzas de seguridad para reprimir las luchas obreras y populares en una crisis histórica que genera récords de pobreza y desocupación, mientras acordó con los acreedores privados y va hacia un acuerdo con el FMI.
Lo mismo puede decirse de Berni: si a pesar de todos los escándalos, como el de la desaparición seguida de muerte de Facundo Castro, sigue en su cargo, es por lo mismo: así como en su función durante el gobierno de Cristina Kirchner reprimiendo a los obreros de Lear y tantos otros, hoy está en su cargo para el mismo rol, como se en Guernica.
Está planteado redoblar el apoyo a todas las luchas y una gran campaña contra la represión y la impunidad, que se redoblan mientras se profundiza la crisis.