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Red Internacional
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Ley Ómnibus. Represión, resistencia y escándalo: una ley que podría nacer profundamente deslegitimada

El Gobierno de Milei y la oposición cómplice intentan avanzar con la cuestionada norma. Fuera del Congreso se desató una salvaje represión con cacería contra los manifestantes. Pero hubo resistencia al brutal accionar. El Frente de Izquierda lo denunció en la sesión y estuvo en la calle junto a las asambleas barriales, el sindicalismo combativo y las organizaciones sociales. El peronismo solo se retiró unos momentos y volvió a la sesión. La pelea sigue abierta. Este viernes habrá nuevas movilizaciones.

Jueves 1ro de febrero de 2024 23:07

La tarde de este jueves estuvo marcada por la violencia represiva y por el escándalo político. Como partes inseparables de un todo, el adentro del Congreso Nacional y el afuera quedaron entrelazados. Al interior del recinto presenciamos escenas de un nivel de obscenidad asombroso. En las afueras del histórico edificio, las postales fueron las de una represión salvaje y una resistencia persistente por parte de los manifestantes. Nadie se atreverá a afirmar que la gestión Milei supera su primer gran test con éxito.

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En el recinto de Diputados, el oficialismo de La Libertad Avanza y la oposición cómplice avanzaron inconmovibles hacia la aprobación en general que, posiblemente, tenga lugar en la madrugada de este viernes. El cinismo invadió la sala. Llamando a “no perder el tiempo” en debates, Miguel Ángel Pichetto pidió dejarle “los discursos a la oposición”.

Fue la continuidad de un escándalo que se había macerado en las semanas previas. La Ley Ómnibus, nacida como parte del intento de Milei de obtener poderes de monarca, se convirtió en el ejemplo más puro del toma y daca que la llamada casta política ejercita desde siempre. La prueba más potente de esas transacciones la constituye el hecho de que el dictamen a votar fue aparentemente presentado por el oficialismo recién en la tarde de este jueves, cuando habían pasado más de 36 horas de iniciada la sesión. Es decir, durante día y medio se discutió en el aire, tal como denunció el Frente de Izquierda desde el inicio.

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En esa larga rosca, el oficialismo debió entregar mucho de su programa original. El llamado “bloque extorsión” (Pichetto, UCR y PRO) arrancó numerosas concesiones, todas en interés de grandes patronales y los gobernadores. Canjeó esos "logros" por el aval abierto a un proyecto que, en su conjunto, constituye un ataque brutal al pueblo pobre, a la clase trabajadora y a las clases medias empobrecidas.

Cerca de las 18 h, en el calor infernal de Buenos Aires, las balas de goma empezaron surcar el aire en las inmediaciones del Congreso. Los gases ahogaban o intentaban ahogar a las miles de personas que estaban allí para rechazar la Ley Ómnibus. Asambleas barriales, el sindicalismo combativo, organizaciones de desocupados independientes y la militancia de izquierda resistían. Habían llegado por segundo día consecutivo a las puertas de un edificio completamente vallado y rodeado de un operativo represivo monstruoso. Patente Bullrich, sin duda alguna.

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El prepotente operativo de Gendarmería, la Federal y la Policía de la Ciudad se encontró con la resistencia de jóvenes, trabajadores, trabajadoras, asambleístas, militantes de izquierda. El avance represivo no fue ni sencillo ni rápido. Ante los ojos de todo el país, en una represión transmitida en cadena nacional, empezó a emerger una combatividad frente a la derecha represora. La Juventud y toda la militancia obrera del PTS-Frente de Izquierda, como lo habían hecho el día anterior, fueron parte de esa vanguardia combativa y resistente.

Eso fue lo que seguramente detonó la escalada policial: las balas de goma se convirtieron en el prólogo de una cacería que hirió periodistas y llevó a numerosas detenciones. Las postas de goma salieron en todas las direcciones: la gente que solo miraba o pasaba también recibió perdigones.

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Saliendo del recinto a acompañar a los manifestantes, las diputadas y diputados del Frente de Izquierda, se convirtieron en tribunos del pueblo, denunciando la feroz represión y el conjunto del ajuste ordenado por Milei, el FMI y las grandes patronales. Nicolás del Caño y Myriam Bregman sufrieron la agresión policial. Volvieron al recinto a denunciar. Exigieron parar la sesión. Pero el oficialismo y la oposición cómplice votaron continuar discutiendo.

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El peronismo intentó recuperar protagonismo. Cuando la represión ya llevaba largo rato una fracción del bloque de diputados bajó a la calle a acompañar a los manifestantes. El paso fue efímero. Muy pronto regresaron a la rosca del recinto. Allí dentro, una vez más, la izquierda denunció lo que ocurría fuera: Myriam Bregman fue la encargada de señalar el salvajismo policial, que incluía atacar a periodistas y trabajadores.

La Ley Ómnibus podría nacer profundamente deslegitimada. Halló un notorio rechazo en las calles; emerge como ilegítimo producto de una rosca que le habría arrancado cerca de la mitad de los artículos. Esa intensa rosca seguirá en las horas por venir. La oposición patronal intentará seguir desgajando la norma. Nada de lo que allí se resuelva derramará en beneficio de las mayorías trabajadoras.

La ilegitimidad de la naciente norma salpica al gobierno. Es inevitable. Las fotos de la victoria parlamentaria llenarán las redes sociales. Será una victoria demasiado amarga. El oficialismo debió atar su suerte a gobernadores y bloques parlamentarios hábiles en el arte de la rosca. Debió afrontar, además, una dura protesta. La represión resultante se vio en todo el mundo. Más allá de estas fronteras, el capital financiero internacional puede mirar las cosas con mayor preocupación.

Al mismo tiempo, si se mira la dinámica de los acontecimientos, resulta evidente que una oposición mayor hubiera posibilitado derrotar este ataque. La continuidad de paro del 24 de enero podría haber sido la forma de acrecentar esa potencia de lucha. Sin embargo, la CGT eligió el camino de la moderación y el lobby parlamentario. Apostó todo a la presión sobre diputados y diputadas. Todo indica que esta madrugada esa apuesta se perderá.

El peronismo acompañó o fue parte de esa estrategia. Rehuyó la movilización en las calles. Este miércoles llegó a Congreso cuando la represión había terminado, luego de tres horas. Este jueves sus organizaciones sociales llegaron en escaso número al Congreso y se retiraron mucho antes del final de la jornada.

Durante dos días la calle contó el protagonismo de las asambleas barriales, el sindicalismo combativo, las organizaciones sociales independientes y la izquierda, que pusieron el cuerpo, tuvieron las heridas y heridos y bancaron la jornada hasta la noche. El jueves, en particular, destacaron las asambleas barriales y de la cultura de CABA y el AMBA. Nacidas hace escasamente un mes, vienen demostrando un proceso de organización y crecimiento que es necesario potenciar. Impulsar la autoorganización es esencial en estos momentos.

La pelea política contra la Ley Ómnibus sigue abierta. Este viernes habrá nuevas movilizaciones, mientras sigue el tratamiento en Diputados. Además, l Senado aun tiene que aprobarla. Lo que está planteado es preparar una gran lucha para triunfar. Pero eso significa que la CGT debe llamar a un nuevo paro nacional como parte de un plan de lucha hasta derrotar todo el paquete ajustador. Es decir, derribar también el mega DNU y el Protocolo represivo de Bullrich.

En cada lugar de trabajo, en cada barrio, en cada facultad, en todos lados, hay que preparar esa pelea. Hay que mantener y extender la organización de las asambleas, buscando la unidad con los trabajadores y trabajadoras de cada barrio o cuidad. Hay que desarrollar nuevas asambleas, más grandes y más fuertes. Hay que buscar imponerle a la CGT continuar el camino del 24 de enero hasta ganar. La pelea está en curso.


Eduardo Castilla

Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.

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