El sismo –que las y los maestros vivimos con mucho temor, pues tuvimos que desalojar grupos de más de 40 niños o adolescentes–, dejó 16 mil 136 escuelas dañadas en 10 entidades, de las cuales 276 tienen daño total. Sólo en la CDMX, 537 escuelas tienen daños “leves”, 254 daños graves y 9 escuelas tendrán que ser demolidas, según los datos brindados por el Secretario de Educación capitalino.
Jueves 19 de octubre de 2017
Como hemos denunciado, las y los maestros regresamos a clases en condiciones inseguras, pues las escuelas no fueron revisadas adecuadamente, los dictámenes fueron elaborados a partir de exploraciones visuales sin ningún tipo de instrumento y medición y no se han mostrado ni a los padres de familia ni a los maestros las memorias descriptivas de los trabajos realizados donde se compruebe la seguridad de la escuela.
Somos muchos los que volvimos a escuelas dañadas, con salones y bardas acordonados, grietas visibles en muros y pisos. En la Ciudad de México, 120 mil 372 alumnos serán reubicados, por lo que comenzarán clases hacinados en otras escuelas o en aulas prefabricadas colocadas en camellones de avenidas, parques públicos o, incluso, dentro del mismo terreno de las escuelas que tienen daños severos o están a punto de caerse, poniendo en grave riesgo a los niños y adolescentes, así como a los maestros que son obligados a laborar en esas condiciones.
Las y los maestros que se atreven a alzar la voz para denunciar el riesgo en el que las autoridades ponen a toda la comunidad escolar, son duramente reprimidos, amedrentados y hasta sancionados por pedir condiciones mínimas de seguridad. Cuando queremos hacer la denuncia en otras instancias como la Comisión de Derechos Humanos por el hostigamiento y la inseguridad, nos dicen que no pueden recibirla.
Acudimos todos los días a nuestras escuelas con miedo de que en cualquier momento suceda una desgracia.
Pretenden hacernos volver a la normalidad, como si nada hubiera pasado. Como si no hubiera habido casi cuatrocientos muertos producto de la responsabilidad de las empresas, las inmobiliarias y el gobierno. Pretenden hacernos olvidar que fueron estas mismas autoridades educativas que hoy nos piden confianza las responsables de la muerte de los niños y maestras del Colegio E. Rébsamen y son también las responsables de aplicar la reforma educativa, impuesta sobre la sangre de los maestros y pobladores de Nochixtlán, que acabó con nuestros derechos y atenta contra la educación pública.
¿Quién pagará los daños de las escuelas?
Aurelio Nuño declaró que el costo total de la reconstrucción de las escuelas y la reubicación de los alumnos donde sea necesario será de 20 mil millones de pesos, de los cuales 12 mil millones serán recursos aportados por la SEP, a través del programa Escuelas al Cien y lo que falta corresponderá al Fondo Nacional para Desastres Naturales (Fonden). Lo que no dice, es que el programa Escuelas al Cien está financiado con bonos de deuda pública, que terminará pagando el pueblo trabajador en beneficio de banqueros y especuladores financieros.
Por otro lado, las y los maestros estamos viendo que las reparaciones menores que se requieran tendrán que ser cubiertas por los padres de familia y maestros gracias a la “autonomía de gestión” escolar impuesta por la reforma educativa.
Alcemos la voz, denunciemos las condiciones de nuestras escuelas
Somos nosotros los que podemos evidenciar que la vida de los niños no les importa, que sólo quieren volver a su “normalidad”: la de la precarización laboral, las reformas estructurales y los 7 feminicidios cada día…
Frente a esta situación es necesario levantar la voz en nuestras escuelas, centros de trabajo y en las calles en primer lugar exigiendo ¡castigo a los responsables!
El sismo es natural, pero la tragedia que vivimos no. Responsabilizamos a las autoridades educativas, desde los directivos de las escuelas, hasta el secretario de educación, de esta situación que vulnera la seguridad de los niños y maestros que laboramos en las escuelas. ¡No queremos un nuevo Rébsamen nunca más!
Tenemos que unirnos con los padres y madres de familia para exigir la reparación inmediata de todos los daños de las escuelas. Rechacemos que se incremente la sobrepoblación de las mismas con grupos de otras escuelas, pues será imposible garantizar la seguridad de todos si ocurre un nuevo sismo. Exijamos que se cancelen las escuelas “de tiempo completo” y “jornada ampliada” para que todas cuenten con dos turnos al menos y grupos con no más de 25 alumnos en secundaria; de 20 en primaria y de 15 en preescolar.
Neguémonos a que sean los padres y madres de familia quienes paguen las reparaciones menores y a que se utilice la reconstrucción como pretexto para aplicar el programa Escuelas al Cien. Habría recursos suficientes para la reparación y reconstrucción integral de las escuelas y viviendas de quienes las perdieron, si se redujera el sueldo de los altos funcionarios hasta que ganen lo mismo que una maestra.
Exijamos que los millones que se gastan en la reaccionaria reforma educativa y las evaluaciones sean destinados a la reconstrucción; así como que se impongan impuestos progresivos al negocio de la educación privada y a las grandes empresas y se expropien los bienes de las constructoras y funcionarios involucrados en casos de corrupción, y que la suma que se paga por la fraudulenta deuda externa sea destinada a la creación de más y mejores escuelas en todo el país.
¡Juicio y castigo a los responsables de las casi 400 muertes por la desidia estatal y la estafa inmobiliaria!