El biólogo dialéctico, publicado en 1985 por R. Lewontin y R. Levins, es una obra fundamental para acercarse a la dialéctica de la naturaleza y la ciencia.
Sábado 27 de agosto de 2016
En mayo de este año se publicó la primera traducción al castellano del libro El biólogo dialéctico de Richard Lewontin y Richard Levins (Ediciones RyR). Los autores, ambos reconocidos biólogos norteamericanos, publicaron este libro en 1985 proponiéndose mostrar un análisis dialéctico sobre temas de biología –principalmente ecología y evolución– así como también sobre la ciencia en los países imperialistas, “periféricos” –como Latinoamérica– y en la URSS estalinista.
Lewontin y Levins fueron miembros de la organización política y científica Science for the people (Ciencia para el pueblo), fundada por científicos estadounidenses de diversas disciplinas en 1969. Los años 60’ y 70’ estuvieron atravesados por fuertes cuestionamientos al sistema capitalista y sus guerras imperialistas –principalmente Vietnam– , sus mecanismos de alienación y explotación en las fábricas, su machismo y racismo. Los autores fueron parte de un sector de la comunidad científica, que lejos de estar exenta de estos debates, los hizo propios. Así, cuestionaron el modo en que, durante el siglo XX, los científicos fueron proveedores de conocimientos y tecnologías para el desarrollo del terror, explotación y muerte –como la bomba atómica, el armamento químico y la contaminación ambiental. Como también, el desarrollo de teorías –como la sociobiología de E. Wilson–, con pretensiones científicas, que justifican, naturalizándolas, formas de opresión social como el racismo y la explotación capitalista. En el documento fundacional de Science for the people reflexionaban:
“Ahora vemos que muchos de nuestros productos científicos y tecnológicos se convierten en una amenaza más que en un beneficio para la sociedad [….] ¿para beneficio de quiénes hacemos nuestros trabajo?”
La organización sostuvo una revista, charlas, congresos y declaraciones durante 20 años. Dejando pendiente un balance más profundo para próximas notas, podemos decir que se convirtió en una “tribuna” de científicos de la clase trabajadora, asumiéndose como parte de la misma a partir de una crítica a la sociedad de clases, y el reconocimiento de la “proletarización de la ciencia”.
Hacia la recuperación de la dialéctica materialista en ciencia
Los debates abiertos en los 60’ y 70’ implicaron, también, un acercamiento a las ideas del marxismo y en particular a la dialéctica como método de análisis. Dentro del marxismo, existen debates sobre las ideas de Marx y la dialéctica de la naturaleza, John Bellamy Foster ha hecho grandes aportes a estas discusiones como muestra la nota “Puentes entre Ecología y marxismo”.
Lewontin y Levins, junto a otros importantes investigadores como S. J. Gould o Steven Rose, cada cual en diferentes niveles, son reconocidos por su compromiso en recuperar y profundizar el análisis materialista dialéctico de la naturaleza y la ciencia. En sus más de cuarenta años de carrera, han publicado varios libros y artículos sobre evolución, genética y ecología, desde una mirada dialéctica, cuestionando el reduccionismo biologicista y desnudando los intereses que “dirigen” la producción científica en el sistema capitalista. Como manifiestan en el prefacio de El Biólogo dialéctico, su producción teórica tiene un fuerte compromiso político para cambiar la realidad:
“Este compilado se produce por razones teóricas y prácticas. A pesar de los extraordinarios éxitos del reduccionismo mecanicista en la biología molecular, empezó a crecer un descontento […]. En psicología y antropología, y especialmente en ecología, evolución, neurobiología y biología del desarrollo, donde el programa cartesiano fracasó, escuchamos cada vez más demandas de una postura epistemológica alternativa. […] Como biólogos, que hemos trabajado conscientemente de manera dialéctica por muchos años, sentimos la necesidad de mostrar la fuerza de la visión dialéctica en biología, con la esperanza de convencerlos y reorientar su postura intelectual.” (p.31 y 32 )
A su vez aclaran:
“El libro [...] está destinado a ser una muestra de una forma de pensamiento. Por eso lo llamamos El biólogo dialéctico y no Biología dialéctica. [...] se irá desarrollando en el futuro como consecuencia de nuestras propias contradicciones.” (p. 33 y 34)
Siguiendo a Marx, los autores, no niegan los “éxitos” del reduccionismo cartesiano como metodología de investigación, ni la veracidad de los conocimientos alcanzados por la ciencia en el sistema capitalista. Pero sí cuestionan el reduccionismo como ideología para comprender y actuar en el mundo. Más adelante, en la introducción, lo expresan sin rodeos:
“Por supuesto, que la velocidad de la luz es la misma bajo el socialismo y el capitalismo, y la manzana que se dice que cayó sobre una cabeza en 1664, hubiera golpeado al sucesor del Partido Laborista trecientos años después con la misma fuerza. Pero si se dice que la causa de la tuberculosis es un bacilo o la explotación de los trabajadores en el sistema capitalista o si la causa de mortalidad a causa del cáncer se reduce estudiando oncogenes o controlando los factores cancerígenos, estamos frente a preguntas que se decidirán objetivamente solo en el marco de ciertas presunciones sociopolíticas”. (p. 40)
El libro está dividido en tres partes. La primera, contiene ensayos sobre evolución y ecología, a la vez que un cuestionamiento del abordaje reduccionista con el que se han desarrollado estas ramas de la biología. Analizan, también, la penetración de la ideología dominante de cada época en los modos de conocer y entender la naturaleza. Por ejemplo, en el primer capítulo sobre Evolución acentúan que “los seres humanos ven el mundo natural como un reflejo de la organización social, ya que es la realidad dominante de sus vidas” (p.49 ). Bajo esta idea, hacen una revisión sobre la Teoría de la evolución de los seres vivos y sus cambios “al calor” de las revoluciones burguesas y socialistas: en el siglo XIX la burguesía en ascenso necesitaba derribar el viejo orden feudal, las ideas de “cambio y progreso” se dispersaron por toda la ciencia natural acompañando la ideología de “progreso” económico y social. Así, las ideas de Darwin, sobre cambios acumulados en los órganos de los seres vivos alcanzando la “perfección”, acompañaban la nueva ideología burguesa; y las ideas de “adaptación” de los seres vivos al ambiente seguían a su vez las necesidades de la burguesía, donde las inmensas mayorías debían adaptarse a las nuevas relaciones económicas.
Los ensayos sobre evolución y ecología muestra con claridad cómo abordar un enfoque dialéctico sobre ciertos principios que el libro desarrollará al final: “La totalidad es una relación de partes heterogéneas que no tienen existencia previa como partes”; “Las propiedades de las partes no tienen una existencia previa alienada sino que son adquiridas por ser partes de un todo particular”; “La compenetración de las partes y el todo es una consecuencia de la intercambiabilidad del sujeto y el objeto, de causa y efecto”.
El origen de la vida y la ecología desde una mirada dialéctica
Entre los numerosos y diversos temas de biología que los autores desarrollan, destacaremos solo dos más, por limitaciones de espacio. Es un breve análisis los autores muestran cómo las explicaciones sobre el origen de la vida no se hubieran podido desarrollar sin los aportes de la dialéctica realizados por los rusos Vernadsky y Oparín:
“…como resultado de discusiones principalmente entre marxistas británicos y soviéticos […] concluyeron que el oxígeno presente en la atmósfera es el producto de la vida en la tierra y que la atmósfera dentro de la cual surgió la vida, era bastante diferente […] el problema cambió: ahora se trataba de entender la manera en que se dio la coevolución entre la biósfera y sus habitantes.” (p.100)
De forma mucho más extensa, se desarrolla la discusión sobre ecología, donde los autores advierten: “Nosotros destacamos varios aspectos de la compenetración organismo-ambiente que es contraria al modelo en que el organismo es visto como inserto en un ambiente dado.” (p.109). Con varios ejemplos, se muestra cómo los organismos seleccionan activamente sus ambientes, modificándolos con sus actividades y dando respuestas a los cambios que ellos mismos producen u otros cambios físico-químicos que puedan ocurrir.
La segunda parte del libro está enfocada en la revisión del reduccionismo en los análisis estadísticos que se utilizan en ecología.
La compenetración entre ciencia y sociedad
Finalmente, en la tercera sección, titulada “La ciencia como producto social y el producto social de la ciencia”, los autores desafían a sus colegas: “en ningún otro sector es mayor la sensación de independencia, y más lamentable la decepción, que entre los intelectuales” (p.344). Así, profundizan el análisis de la compenetración entre ciencia y sociedad, a través de diferentes ensayos sobre, por ejemplo, el caso Lysenko –el científico mimado del stalinismo–, la biología en el tercer mundo, la investigación agrícola y la investigación en salud.
Todos los ensayos valiosos. Por ejemplo, exponen cómo la mercantilización de la ciencia modifica el trabajo de los científicos. Los insumos (químicos, aparatos, variedades de bacterias, etc.) se han convertido en la mayor industria para la ciencia: “La tecnología no está dirigida a encontrar la manera más barata y mejor de estudiar la naturaleza sino que está dirigida a obtener ganancia en un mercado específico” (p. 342). Las publicaciones científicas también siguen las leyes del mercado y las revistas buscan aumentar sus ventas más que preguntarse cuál es el aporte al conocimiento de cada uno de sus artículos.
Un debate necesario
A tres décadas de su publicación original, El biólogo dialéctico es un muy buen compendio del significativo aporte que hicieron R. Lewontin y R. Levins para develar y criticar la alienación del trabajo científico, combatir el reduccionismo en la biología y mostrar cómo se puede hacer un análisis dialéctico de la naturaleza. Por último, y no menos importante, es el valor que le dan a la acción política. Parafraseando la famosa "Tesis XI" de Marx sobre Feuerbach, los autores nos dejan este libro como legado y nos proponen: “Hasta el momento los filósofos dialécticos se han limitado a explicar la ciencia. El problema, sin embargo, es cambiarla”.