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Red Internacional
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PATEANDO EL TABLERO. Restricción externa en Argentina: ¿Por qué se llega a la crisis por falta de dólares?

Conversamos con Adrián Piva, sociólogo, docente UBA e investigador del Conicet a propósito de su artículo, “Cambios en la restricción externa y dinámica recesiva desde 2012”. La reestructuración capitalista desde los años 70´, su impacto en la industria, en el campo, los efectos hoy sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora ante una crisis de magnitudes históricas disparada por la pandemia.

Viernes 24 de julio de 2020

Ha vuelto una discusión sobre el rol de los grandes empresarios y su contribución al desarrollo nacional, me refiero a las notas que ha sacado el periodista Alfredo Zaiat en P12. En este marco entra en juego la denominada “restricción externa”, recordemos un concepto que alude a cómo el país se va quedando sin dólares, producto de una estructura productiva donde en las fases de crecimiento, el consumo y, sobre todo la industria, demanda más dólares que los que el país puede generar con sus exportaciones, mayoritariamente provenientes del campo, el endeudamiento externo puede estirar la restricción, pero más temprano que tarde, el faltante de dólares se hace sentir. Al mismo también contribuye la salida de dólares por el pago de la deuda, la remisión de utilidades de las multinacionales y la fuga de capitales.


Adrián habiendo estudiado este mecanismo de la “restricción externa”, ¿Vos cómo la interpretás?

La restricción externa efectivamente es un mecanismo que ha venido operando por lo menos desde la década del 40’ y que está vinculado al modo deformado de la industrialización en la Argentina. Un modo deformado que no es solo característico del país sino en general de la industrialización dependiente. Pero desde mediados de los 70´, en adelante, la dinámica de la restricción externa se ha modificado y es un poco lo que yo venía trabajando. La idea es que en los 50’, en los 60´, el período clásico en que se estudia la restricción externa los ciclos se caracterizaban por llevar a momentos de recesión y crisis que conducían a una devaluación, y la devaluación permitía recomponer un nuevo ciclo. Lo que ha pasado desde mediados de los 70´ en adelante y esto, en gran medida, está vinculado con las transformaciones del capitalismo de los últimos cuarenta años es que en realidad la dinámica recesiva se ha modificado bastante, salvo la excepción de la salida de la crisis de 2001 por particularidades de la economía mundial en ese momento, hemos tendido a tener recesiones prolongadas con fuertes presiones por la reestructuración,… por la transformación de la base productiva. Esto digamos es el marco general y creo que la recesión, más bien el período de estancamiento que se inicia en 2012 y finaliza con la crisis abierta a partir de abril de 2018 puede enmarcarse en un período largo de esas características. Por eso, las sucesivas devaluaciones o megadevaluaciones y las consecuencias inflacionarias de esas devaluaciones no terminan de hacer despegar a la economía.

En un artículo que publicaste en marzo de este año explicas ciertos cambios en los últimos cuarenta años, en el modo en que opera la denominada restricción externa y su impacto sobre las fases expansivas y recesivas de la economía, ¿Nos podes explicar qué cambios notas y a qué se deben?

El punto de partida es entender que no puede comprenderse la dinámica económica de un país, entre ellos Argentina, sin referirse a las dinámicas globales o mundiales. Lo que pasa en Argentina entre 1975 y 1976, entre el rodrigazo y el golpe militar, es parte de un fenómeno mundial que es la crisis del capitalismo de posguerra que había garantizado, podemos decir, un funcionamiento del orden económico mundial que daba cierto márgenes de maniobra a los Estados nacionales en la regulación del proceso de crecimiento en cada uno de los países.

Lo que empieza a pasar a partir de los 70’ es lo que en general se ha conocido como proceso de globalización popularmente, yo prefiero llamarlo de internacionalización del capital, que implica una mayor restricción para ese margen de desarrollo semiautónomo. Es decir, lo que empieza a pasar es que las presiones por la reestructuración se sienten fundamentalmente porque uno de los efectos de esa internacionalización del capital es que las brechas de productividad, entre la local y la mundial, que son manejables en términos económicos son mucho más reducidas, es decir la industria argentina en los 50´ y 60’, era una industria con mucho menor desarrollo tecnológico y una productividad mucho más baja que la de los países centrales. Sin embargo, era posible sostener esa brecha de productividad en el orden económico de posguerra.

A partir de mediados de los 70´ esto se hace cada vez más difícil dado que el proceso de internacionalización del capital supone esto, entonces las presiones por producir proceso de reestructuración del capital y, por lo tanto de ofensiva contra las condiciones de trabajo, los salarios, son mucho más fuertes y la salida de las crisis es mucho más difícil. Este es el contenido de fondo de esas transformaciones. Pero un aspecto esencial de esa internacionalización es la internacionalización de la propiedad del capital local por ejemplo. Entones las decisiones que toman los empresarios no están orientadas centralmente a evaluar las variables locales, si no que son parte de estrategias que están ellas mismas mundializadas.

Considerando los cambios que planteas en el sector de los grandes industriales y su relación con el mercado interno, como por otro lado, una mayor vinculación de los industriales de baja productividad que más bien definís que los mismos se articularon y subordinaron al gran capital exportador, hay quienes sugieren que el sector de empresarios dedicados al mercado interno tengan mayor protagonismo y que el Estado les facilite los medios para ello, ¿Vos que margen o posibilidades ves para que esto sea posible?

Veo bastante difícil una posibilidad de ese tipo, cito es muy difícil recrear cualquier tipo de alianzas de las que caracterizaron a la política argentina en los 50´ o en los 60´, es un mundo completamente diferente. Parte de las transformaciones que se produjeron desde el golpe militar del 76´ en adelante tienen que ver con un fuerte proceso de transformación de la industria. Y de hecho hoy se pierde de vista que las principales exportaciones argentinas son agroindustriales, esto es muy importante porque la vieja fractura entre agro e industria, hoy está mucho más relativizada. Lo que tenemos es más bien una gran burguesía exportadora que integra digamos sus cadenas de producción desde el sector primario hasta el sector industrial que se inserta con productos de muy bajo valor agregado, lo cual somete a la economía argentina a vaivenes mucho más fuertes. Pero esto habla de una gran unidad de fondo entre los sectores de la burguesía.

En el caso del sector orientado al mercado interno también fue modificado sustancialmente en sus comportamientos. Lo que teníamos en los 50´ y 60´era toda una industria cuyo proceso de acumulación estaba orientado al mercado interno. Ahora tenemos una industria que está fracturada en dos o en tres en realidad debiéramos decir. Los sectores más retrasados tecnológicamente de esa industria están subordinados de alguna manera a la dinámica de acumulación del sector más concentrado. Y no es pensable entonces identificar grupos de burguesía nacional que tengan como proyecto político el desarrollo autónomo. Si bien esto es discutible para los 50´y los 60´, digamos hoy no es pensable, de hecho hay un fuerte entrelazamiento al nivel del gran capital entre capital nacional y capital extranjero, por eso yo prefiero hablar de capital local que además tiene una fuerte presencia de capital extranjero.

En tus estudios desarrollas el proceso de industrialización del campo, ¿qué implicaciones tiene para con la generación y demanda de dólares?

Uno de los problemas clásicos del período de los 50´ y 60´ de la restricción externa era el estancamiento o la tendencia al estancamiento de la producción agropecuaria o a un crecimiento muy lento que en general era asociado a una baja inversión tecnológica en el agro. Un aprovechamiento de ventajas naturales podemos decir, pero donde no había una fuerte inversión tecnológica. Esto también desde mediados de los 70´se empieza a modificar, en realidad desde finales de los 60´, es identificable ese proceso de transformación pero pega un salto desde los 90´ y lo que pasa ahí es la aparición de lo que se llama agronegocio. Hablamos justamente de proceso de industrialización de la producción agraria porque es una producción basada en la aplicación de la ciencia y la tecnología en el agro. Esto significa que la propia producción agropecuaria se vuelve importadora de insumos y bienes de capital, es decir que la dinámica de incremento de las importaciones de insumos y bienes de capital que era característica de la industria también es previsible en el agro. Pero además las nuevas técnicas de producción tienden a un crecimiento sostenido de los costos que no es compensado en muchos casos por las devaluaciones. Por lo tanto, justamente, aún el agro a través de este proceso de reestructuración tecnológica pasa a ser parte del problema.

Estamos en un momento de reestructuración de la deuda, ¿Cómo ves el proceso de endeudamiento del país en función de la restricción externa?

Desde los 70’ hasta acá el endeudamiento ha sido uno de los mecanismos que permitió desplazar o postergar el momento de la crisis y, al mismo tiempo, ha sido finalmente un factor de desencadenamiento de crisis más agudas que las que había en el período previo. Y esta no es la excepción. La pregunta a futuro es, aunque hay varias, por lo menos dos. La primera es, si la negociación que va a terminar haciendo la Argentina genera un desahogo en el pago de intereses que no presione aún más en el sector externo, o sea, en la salida de dólares; y la otra pregunta es, qué disponibilidad puede haber de volver al mercado internacional para financiar posibles déficits en el sector externo tenga el país en ese contexto.

Y son muy difíciles de responder las dos porque en realidad no sabemos cómo va a salir Argentina de esta crisis y cómo va a salir el mundo de esta crisis. Por ejemplo, sería una situación muy distinta si tuviéramos una plétora de capital, si hubiera capital prestable a muy baja tasa de interés en el mundo, esa sería una situación.

Otra situación muy distinta sería que no, que el acceso al crédito en general se dificulte y hoy no es tan fácil saber qué va a pasar el año que viene o dentro de dos años con este punto. El otro son las tasas de crecimiento que va a poder tener la economía argentina porque el país viene arrastrando un estancamiento desde 2012, una crisis muy profunda desde 2018, a lo que se ha agregado la pandemia, eso efectivamente plantea pisos muy bajos que pueden ser la base de una reactivación. La pregunta es, qué pasa con el pasaje a la fase de crecimiento, con la salida de esa larga fase de estancamiento. Tanto por la capacidad de crecimiento como por el lado de las condiciones mundiales para obtener préstamos ahí es donde va a estar la duda sobre la sostenibilidad de la negociación.

En tu artículo planteas que hay un problema en el capitalismo argentino que se expresa en cierta “reticencia inversora” de parte de los empresarios, un concepto que desarrollan distintos autores y que en el caso del economista, Esteban Mercatante, él lo liga a cómo incluso cuando mejoran los niveles de rentabilidad, en momentos de una moneda devaluada, la inversión privada queda muy por detrás debido al costo de importar las máquinas y comparado con la nueva ganancia esperada y, cuando incluso hay períodos donde la moneda nacional se revalúa y abaratan las importaciones, las amenazas devaluatorias también desincentivan las inversiones.

¿Cómo ves esta explicación del comportamiento de la inversión privada que trata de ligar la tasa de ganancia, los niveles de inversión y el tipo de cambio?

Sin dudas la explicación que da Esteban es parte del problema y la insertaría, quizás, en una dimensión más general que tiene que ver con la experiencia de inestabilidad, crisis recurrentes en períodos muy cortos de la economía argentina que hace que los empresarios durante las fases expansivas tiendan a crearse algo así como una retaguardia financiera. O sea, mantener una parte de su capital líquido justamente como plantea Esteban ahí para precaverse de futuras devaluaciones. Es como diversificar el riesgo. Por un lado, hundir parte del capital con el riesgo que esto implica porque cuando se hacen inversiones de pronto maduran en veinte años, o quince años, en Argentina son plazos enormes y, por el otro lado, mantener capital líquido a través del endeudamiento y la fuga como mecanismos para compensar posibles pérdidas. Y si, ese es un aspecto importante creo para tener en cuenta porque la “reticencia inversora” implica aún con tasas de ganancias elevadas y con niveles de crecimiento de la demanda importante la inversión crece débilmente.
Es importante entender que lo que se discute en estos casos es justamente digamos en qué medida van a ser capaces de descargar los costos de esta crisis sobre las condiciones de trabajo, sobre los salarios, eso es lo que estamos viviendo. En gran medida la pandemia está escondiendo ese debate, hasta qué punto se está desarrollando en el marco de esta pandemia una ofensiva muy fuerte contra los trabajadores.