Después de 7 meses hoy se vuelve a reunir el Consejo Directivo. Estarán los “Gordos” pero también el Moyanismo y el resto de las corrientes. Difundirá una declaración donde alerta que “el país está cerca del abismo” y propone “un gran consenso político, económico y social”. ¿Medidas de fuerza para que la clase trabajadora no pague la crisis? Nada, las medidas de fuerza se las dejan a sojeros y transportistas.
Lucho Aguilar @Lucho_Aguilar2
Miércoles 19 de abril de 2023 15:39
Al revés que las tortugas, la CGT salió de hibernar justo cuando llega el frío.
Al igual que las tortugas, la CGT se toma sus tiempos y va lento.
Cayó el salario y nada. Saltó la inflación y nada. Aumentó la pobreza y nada. Creció el trabajo informal y nada. Ajustaron a las organizaciones sociales y nada. Los empresarios se quedaron con un pedazo más grande de la torta. Y nada.
Ni siquiera la despertaron los movimientos ajenos.
Pararon los sojeros y nada. Pararon los dueños del transporte y nada. Golpearon los mercados y nada. Atacaron Arcor, Bridgestone, Adidas, Mondelez y nada. Los supermercadistas hicieron crujir el estómago de miles de pibes con la inflación y nada. Las eléctricas dejaron a familias a oscuras. Y nada.
Un nada que en realidad es toda complicidad.
Pero estos últimos días se empezó a desperezar. De a poco claro. El viernes estuvo en la Embajada de Estados Unidos. El sábado empezó a cranear una reunión de la máxima cúpula. Y el domingo descansó.
El lunes siguió la rosca. ¿Viene Pablo? ¿Qué decimos? Así fue tomando forma la reunión de Consejo Directivo y el documento que se aprobará allí.
Según trascendió en medios nacionales, “La CGT se une para alertar por un posible escenario de "descomposición social" (Ambito). Y allí hará público un “duro documento por la inflación y la pobreza que pone en alerta al Gobierno y a la oposición” (La Nación).
El borrador del documento, que siempre hace filtrar algún sector de la central, planteará que “la dirigencia en general debe tomar conciencia de que ya no hay más margen de deterioro económico sin riesgo de descomposición social”.
Ante ese escenario, donde reconoce la inflación, la pobreza y la informalidad laboral, “la CGT insta a la convocatoria de un gran consenso político, económico y social que permita alcanzar acuerdos básicos para el diseño de un programa de mediano y largo plazo, promoviendo el desarrollo, la producción y el trabajo”.
Los acuerdos, según adelantaron Ambito y La Nación, incluyen reducir los índices de inflación, defender el aparato productivo nacional, fomentar prácticas exportadoras con valor agregado y una mayor responsabilidad social empresaria a los formadores de precios.
O sea, un rosario de consejos al Gobierno, la oposición y los dueños del país para pilotear la crisis que se acelera.
¿Medidas de fuerza? Ninguna. Parece que eso se lo dejan a las patronales.
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Pero la CGT les habla con el corazón y los dueños del país siguen contestando con el bolsillo. Les vuelve a hablar de diálogo social igual que en otras grandes crisis nacionales (’75, ’89, 2001), un eufemismo que solo sirvió para atar de pies y manos a la clase trabajadora para que puedan descargar la crisis sobre ella.
¿Qué pasaría si los grandes sindicatos, desde quienes manejan los bancos y la exportación hasta el transporte y la logística, pusieran su poder de fuego para que no nos lleven al “abismo”? ¿Qué pasaría si quienes hacen funcionar el comercio, las grandes alimenticias o la agroindustria se pusieran del lado de quienes sufre una “inaceptable pobreza”? ¿Qué pasaría si quienes tienen la palanca de la energía, las telecomunicaciones y los servicios públicos pusieran esa fuerza para evitar la “descomposición social”?
¿Qué pasaría si se pone de pie la clase trabajadora?
La CGT se “despierta” para avisar que sigue allí como garante de una paz social que permite continuar con el ajuste sin que todo “se pudra”. Para evitar rebeliones como en Chile o huelgas como en Francia.
¿Cuánto tiempo podrá contener la bronca la casta sindical que hace rato genera tanta bronca como la casta política? Es una pregunta importante.
Hay que imponerle a la CGT que rompa el pacto con los ajustadores (y de paso tire al tacho esos papeles mojados).
Este miércoles el diputado Nicolás del Caño (PTS-Frente de Iquierda) aprovechó su tiempo en el Congreso para denunciar las consecuencias de la crisis y reivindicar a quienes estas semanas salieron a pelear contra ellas: desde el Subte a Mondelez, pasando por choferes, hasta maestras y enfermeras de Córdoba.
Pero además llamó a "alertar y convocar a todos los trabajadores y trabajadoras para imponer que se termine esta subordinación a las políticas del gobierno y que se convoque un plan de lucha y un paro nacional. El único camino es el que estamos viendo en Francia donde los trabajadores acorralan a Macron que quiere aplicar la reforma previsional: es la huelga general de los trabajadores para dinamitar el poder de los capitalistas para imponer una salida a favor de las mayorías".
Hay que poner a la clase trabajadora de pie y reorganizar el país desde abajo. Hay que darle fuerza a la izquierda.
Lucho Aguilar
Nacido en Entre Ríos en 1975. Es periodista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 2001. Editor general de la sección Mundo Obrero de La Izquierda Diario.