El sismo de 1985 golpeó muchas vidas. El mundo de la música también se vio afectado.
Óscar Fernández @OscarFdz94
Martes 20 de septiembre de 2022
La mañana del jueves 19 de septiembre de 1985, el Distrito Federal se despertaba para un día laboral normal. Los adornos de los festejos patrios seguían adornando las fachadas de los edificios con lazos y telas tricolores y retratos de los próceres independentistas.
Pero la vida cotidiana se vio interrumpida a las 7:19 cuando el sismo golpeó la ciudad. Varios edificios se vinieron abajo, atrapando a miles y arrancándole la vida a tantos más que se estaban preparando para salir a trabajar, llegaban a la escuela o, incluso, quienes seguían dormidos y no pudieron reaccionar a tiempo cuando los edificios se vinieron abajo.
"Rockdrigo" González durmió para jamás despertar
Llamado "el profeta del nopal" o "el sacerdote rupestre", Rodrigo Eduardo González Guzmán, conocido en el mundo artístico como "Rockdrigo", era en ese entonces un emergente músico del rock subterráneo mexicano proveniente del puerto de Tampico. Se vivía en ese entonces todavía un sentimiento de clandestinidad gracias a la censura del priismo contra el género musical debido al ya lejano concierto de Avándaro de 1971, el llamado "Woodstock Mexicano".
Rockdrigo era miembro del Movimiento Rupestre, del que se hacían diversos de músicos proscritos de los escenarios musicales por el régimen que se servían identificaban así por sus humildes instrumentos. El joven rockero vivía en la calle de Bruselas, en el edificio número 8, en la colonia Juárez —un edificio de cuatro pisos de los años 50 con grandes ventanales—, junto con su novia Françoise Bardinet, a quien afectuosamente el tampiqueño llamaba "Pancha".
El 19 de septiembre, pero de 1984, salió el primer número del periódico La Jornada, que fue uno de los periódicos referencia de la la centroizquierda mexicana. Uno de sus fundadores era Manuel Altamira "el Capote" (mote en referencia al escritor estadounidense Truman Capote), quien también vivía en Bruselas n° 8.
Altamira se caracterizaba por ser uno de los periodistas y redactores más destacados del joven diario. Con motivo de su primer aniversario, la noche del 18 de septiembre de 1985, Altamira realizó una pequeña fiesta con brindis en su departamento, al cual asistió también su vecino Rockdrigo, quien deleitó a los presentes con algunas de sus canciones.
Probablemente fue ese agotamiento el que tumbó al joven rockero, quien acudió a su cama junto con "Pancha" sin saber que jamás despertaría. La mañana siguiente el edificio se vino abajo y les quitó la vida a ambos, así como a Manuel Altamira. Los cuerpos de la pareja fueron encontrados por Alain Derbez, miembro identificado con los Rupestres, quienes se reportaron a Radio Educación gracias a que la locutora María Guzmán habría dado la noticia de que el edificio de Bruselas 8 se había venido abajo; ambos estaban desnudos y claramente dormidos aún a la hora del sismo.
Otro miembro de los Rupestres, Fausto Arreguín, fue quien encontró ente los escombros la guitarra destruida del tampiqueño, así como sus cuadernos garabateados y sus lentes. Lamentablemente, se dice que entre los objetos perdidos está un engargolado de varias páginas donde Rockdrigo había plasmado sus canciones. Roberto Ponce, también miembro de los Rupestres, fue quien tuvo la lamentable tarea de identificar el cuerpo de Rockdrigo y Pancha.
Rigo Tovar; sismo y tristeza
Otra de las vidas afectadas fue la del popular cantante también tamaulipeco, Rigoberto "Rigo" Tovar, debido a que el fenómeno natural acabó conla vida de su hermano. En la colonia Roma se encuentra la calle de Tehuantepec, cuyo predio hoy se encuentra baldío, pero que en 1985 albergaba dos edificios de departamentos.
En uno de ellos habitaba Everardo Tovar, hermano de Rigo. Los dos hermanos, cuya relación era muy cercana, se encontraban trabajando en las canciones que Rigo interpretaría. Everardo le ofreció a Rigo quedarse a pasar la noche, en parte porque la ciudad registró una granizada, pero el cantante declinó la oferta.
A las 7:19, las torres del predio de Tehuantepec n° 12 se tambalearon hasta que finalmente una golpeó a la otra. Este desastre fue uno de los más mortíferos dentro del siniestro de 1985, puesto que cerca del 80% de sus inquilinos perdería la vida, entre ellos Everardo.
Uno de los inquilinos de Tehuantepec 12, el ingeniero Raúl Pérez Pereyra, perdió a toda su familia, esposa e hijos, en el desastre. Si bien concordaba parcialmente con algunas de las observaciones que diversos expertos habían realizado posteriormente de por qué tantos edificios se vinieron abajo en la capital, entre las que destacan el movimiento trepidatorio del suelo (fenómeno que sólo se ha presentado en aquela trágica ocasión en el pasado reciente), la magnificación del movimiento oscilatorio del mismo debido al terreno arcilloso de la cuenca del lago de Texcoco, la magnitud del sismo, etc., Pérez Pereyra ha señalado que en mucho también se debió al elemento humano.
Las construcciones que colapsaron, ayer como hoy, tenían defectos de construcción, algo que el ingeniero no se perdonó a sí mismo, puesto que, de haber sabido, llegó a declarar que nunca habría permitido que su familia viviera en esos departamentos, a los cuales describió como una trampa mortal.
Rigo, por su parte, nunca se recuperó de la pérdida de su hermano, quien actuaba como su representante. La muerte de Everardo significó un golpe terrible a la familia Tovar. Rigo entró en una fuerte depresión que, junto a otros padecimientos como su ceguera progresiva y su alcoholismo, provocó su lento declive artístico, falleciendo finalmente de un paro cardiorrespiratorio en 2005.
Esa mañana de 1985, varias vidas fueron arrebatadas por el sismo. El mundo artístico no fue el único. Hoy en día una escultura en la estacion Balderas del Metro de la capital conmemora la vida de Rockdrigo, quien le dedicó a esa estación una canción.
Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana