En medio de una crisis sin fin, en las últimas horas habían renunciado a pelear por la candidatura el exprimer ministro Boris Johnson y la líder de la Cámara de los Comunes Penny Mordaunt, dejando el camino despejado para el exministro de Finanzas Rishi Sunak, que este martes fue elegido primer ministro para suceder a Liz Truss.
Lunes 24 de octubre de 2022 10:53
La elección de un nuevo candidato conservador para suceder a Liz Truss, la primera ministra que apenas duró 44 días en su puesto, tuvo un desenlace maratónico. Entre el domingo a la noche y el lunes por la mañana se bajaron de sus aspiraciones a pelear por el puesto dos de los candidatos con chances. Uno de ellos el exprimer ministro Boris Johnson, que lo anunció el domingo por la noche, mientras que en la mañana del lunes lo hizo la líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt.
De esta manera despejaron el camino para el exministro de Finanzas británico Rishi Sunak, que quedó como candidato único, por lo que fue designado inmediatamente por el Partido Conservador para reemplazar a Liz Truss como su líder y este martes se convirtió en nuevo primer ministro británico.
A pesar de la profunda crisis política que atraviesa el Reino Unido y que acabó con la salida anticipada de Johnson y luego con el muy breve y caótico Gobierno de Liz Truss, los conservadores no cedieron a las presiones cada vez más fuertes para que se convoque a una elección anticipada y volvieron a activar el mecanismo por el cual el partido que ganó las últimas elecciones puede designar un nuevo primer ministro mediante una votación interna hasta finalizar el tiempo de mandato completo original (en este caso el de Boris Johnson elegido en 2019).
Los Conservadores saben, y las encuestas así lo demuestran, que una nueva elección en este momento no solo le daría la victoria a los opositores laboristas (por más de 30 puntos), sino que los llevaría a una debacle histórica en cuanto a la cantidad de bancas que pudieran conseguir en la Cámara de los Comunes.
Pero también debían evitar extender la agonía que implicaba una nueva votación entre los afiliados conservadores, lo que hubiera ocurrido en caso de existir más de un candidato a ocupar el puesto. Es por esto que la renuncia de Johnson y Mordaunt, no solo dejaron a Rishi Sunak como único candidato, sino que permitieron que la votación se realice de forma abreviada y rápida entre los parlamentarios conservadores. Este mismo lunes Sunak fue elegido líder del Partido Conservador y el martes fue ungido como primer ministro.
Así se ha convertido en el primer líder del Partido Conservador británico y jefe del Gobierno en ciernes miembro de una minoría étnica, de raza no blanca, el primer hindú, el más joven desde el siglo XVIII, con 42 años, y en estos momentos el diputado más rico del Parlamento.
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Para participar en estas primarias, los aspirantes debían demostrar que tenían el apoyo de, al menos, cien miembros del grupo parlamentario conservador en la Cámara de los Comunes (cámara baja).
"Estos son tiempos sin precedentes. A pesar del calendario apretado para el concurso de liderazgo, está claro que los colegas sienten que hoy necesitamos certeza", dijo Mordaunt, en referencia al claro respaldo que Sunak había obtenido entre sus compañeros de filas.
Sunak había conseguido el apoyo de más de la mitad de los diputados conservadores, pero Mordaunt, según los cálculos de las cadenas británicas, solo contaba con 27 declarados públicamente.
El nuevo líder del Partido Conservador, que fue ministro de Economía en el Gobierno de Boris Johnson, habló este lunes en privado a su grupo parlamentario y este martes se convirtió en nuevo primer ministro.
Cuando presentó su candidatura Sunak dijo que él ya estuvo a cargo de la Economía en unos momentos "muy duros" para el país, en referencia a las ayudas que tuvo que organizar durante la pandemia, pero advirtió de que "los desafíos que afrontamos son aún mayores".
Se trata de una crisis rastrera que se profundiza cada vez más y no solo arrastra a los primeros ministros sino también a la economía británica. Por el efecto del Brexit, la pandemia y la guerra de Ucrania, el Reino Unido tendrá en 2023 el peor crecimiento económico del G20 por fuera de Rusia. Muchos economistas ya hablan de “estanflación” y se espera que la inflación supere el 11% este año, el índice más alto de los países del G7. La libra que ya había perdido 11% de su valor contra el dólar, antes de la asunción de Liz Truss, se volvió a desplomar junto con los bonos británicos tras el anuncio de la primera ministra de un plan abiertamente neoliberal de recorte masivo de impuesto a los ricos. La crisis que provocó con esos anuncios le costó a Truss la caída de su ministro de Finanzas, luego de la ministra del Interior y finalmente su propia renuncia.
Pero ante la crisis no solo se expresaron los llamados mercados, sino que la inflación y el alto costo de vida, además del aumento de las tarifas energéticas cuando está a punto de comenzar el invierno, desató una oleada de huelgas inéditas, que no se veían en más de 40 años, entre los ferroviarios, portuarios, petroleros, trabajadores postales y de la salud por aumentos de salarios y para ganarle a la inflación. Si hasta ahora este grito de las y los trabajadores no es lo que ha hecho caer directamente a los Gobiernos es por la acción de las direcciones sindicales mayoritarias que han procurado establecer huelgas desincronizadas y sin continuidad, e incluso establecieron una tregua durante los funerales de la reina Isabel II. Pero eso está cambiando, la presión de la base es muy fuerte y algunos sindicatos ya están presionando para una acción conjunta. Una acción de este tipo, sincronizada, con un plan de lucha y en la perspectiva de una huelga generalizada hasta conseguir sus objetivos puede terminar de poner definitivamente a la clase obrera británica en el centro de la escena política para dar una respuesta a su favor ante la catástrofe que vive el Reino Unido.