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Roberto Bolaño y León Trotsky: una “inyunción” necesaria

Juan Castellanos

Roberto Bolaño y León Trotsky: una “inyunción” necesaria

Juan Castellanos

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“Inyunción” es una palabra creada por Jacques Derrida en sus Espectros de Marx.
La obra de Roberto Bolaño no tiene absolutamente nada que pueda relacionarse con el pensamiento y obra de León Trotsky. Aparentemente, por eso requerimos de una “inyunción”. Como si se tratara de un acertijo la palabra “inyunción” significa emparentar sin que sea forzoso dos cosas sin aparente sentido. Hacer una “inyunción” es intentar relacionar dos situaciones, momentos, ideas o pensamientos sin aparente relación y conexión.

Bolaño y la política

Si se mira bien, algo tienen que ver. Roberto Bolaño fue el creador de una de las novelas más impresionantes del Siglo XX en América Latina: Los detectives salvajes. ¿Qué relación tendría la obra del chileno con el pensamiento político y estético de León Trotsky?

“Un grupo de desmadrosos, alcohólicos y vagos” así llamaban Carlos Monsiváis y Octavio Paz a los infrarrealistas. Ellos, a su vez, pensaban que los círculos literarios de su tiempo eran enteramente cerrados y no presentaban ningún trabajo literario de calidad. Los infras recibían el apoyo, solamente, de Efraín Huerta y consideraban que sólo José Revueltas representaba algún tipo de avance literario.

Ese grupo, en el que estaban Ramón Méndez, Cuauhtémoc Méndez, Roberto Bolaño, Pita Ochoa, Pedro Damián Bautista, Mario Santiago Papasquiaro y otros pegaron un grito contra la literatura oficial, le declararon la guerra. Su actitud irreverente, arrebatada, libertaria y arriesgada les llevó a el olvido obligado, al ninguneo por los aparatos culturales como el FCE, el FONCA, las diversas escuelas de escritores y sin becas, ni reconocimientos, sin apoyos financieros o presentaciones donde leer sus trabajo.

Sus lecturas, apoyadas por sus propios bolsillos, se realizaban en la calle, en los cafés, bares y cantinas. El algún ocasión se presentaron en sedes sindicales. La obtusa visión de la cultura oficial llevó a los infras a una diáspora y a la vida rebelde, a los márgenes, en la periferia. Sin embargo, siguieron creando hasta que algunos fallecieron de un modo trágico: por ejemplo Ramón, que murió enfermo, o Darío Galicia que murió luego de los efectos de una lobotomía y las secuelas del abandono.

Dos miembros del movimiento eran declarados trotskistas, eran militantes, del Partido Obrero Socialista: Ramón y Cuauhtémoc, los hermanos Méndez. El segundo era sindicalista de la Secretaría de Salud y se estaba peleando con “Joel Ayala, uno de los caciques sindicales más duros, quien ha sido acusado de represión, de asesinato y demás. Y Cuauhtémoc se paraba en los mítines y lo confrontaba” lo recuerda Pita Ochoa en un nuevo documento publicado sobre el movimiento infra.

El movimiento infrarrealista leyó las ideas estéticas de León Trotsky. Se puede leer en los Manifiesto Infras la influencia de los manifiestos surrealistas y de la poética de André Breton: de algún modo ellos eran unos nietos del movimiento vanguardista de los primeros años del Siglo XX. León Trotsky, como se sabe, influyó en el pensamiento de Breton en su Manifiesto por un arte revolucionario independiente. En tanto, Roberto Bolaño, pasó por las filas del movimiento trotkista durante los años setenta. De acuerdo con algunos de sus textos:

“Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. (...) luego me hice anarquista. Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo.” [1]

Bolaño refiere que el movimiento infrarrealista era esencialmente un espíritu contestatario, inconforme, disidente, crítico y radical que no cabía en los moldes de la cultura oficial. Bolaño pues, reconocía que la obra de Trotsky era pues en el terreno de la política una firme opción libertaria, no dogmática y vital para los tiempos.

León Trotsky y la vanguardia artística

León Trotsky se preocupaba por desarrollar un pensamiento estético, sin dogmas, pero marxista. Así pues se puso del lado de las vanguardias artísticas, en especial del lado del surrealismo, y denunció se opuso a lo que acontecía en la URSS (la censura, el disciplinamiento académico del totalitarismo estalinista de Shostakóvich en la música, Bulgakov en la literatura) y escribió con André Breton un Manifiesto por un arte revolucionario independiente.

En ese manifiesto: existe una afinidad electiva, no una urgencia impositiva de una sobre la otra, entre el arte y la lucha por el cambio revolucionario de la sociedad. Trotsky, ya en el exilio y perseguido por Stalin, decidió escribir ese documento con el padre del surrealismo para explicar que en el arte no debería existir reglamentación, ni siquiera orientación: que esos terrenos incógnitos de la creación deben ser enteramente libres. Aquí, en esa opinión, es que su perspectiva chocaba con los planteamientos del “arte por arte” por un lado y “en la cultura oficial” por el otro.

De ahí que el viejo bolchevique estuviera más cercano a las vanguardias que a la cultura oficial estalinista del realismo socialista. El infrarrealismo mexicano y su inconformismo radical le llevó a combatir la oficialidad literaria y el manifiesto de Breton y Trotsky a combatir la idea de que el arte debe tener una orientación dirigida por el estado, el gobierno y los partidos.

A su modo, en una “inyunción” el arte debe ser libertario, contestatario, radical y en los márgenes de la cultura oficial o no será.


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