Miguel Lifchitz y Patricia Bullrich disertan esta semana en la Facultad de Derecho de la UNR. A un año del asesinato de Santiago Maldonado, estudiantes y organismos de derechos humanos repudian la presencia de la Ministra de Seguridad en Rosario. El intento de embellecer las políticas represivas detrás de la máscara de la "lucha contra el narcotráfico".
Jueves 25 de octubre de 2018 13:36
Los estudiantes de la Facultad de Derecho la semana pasada nos anoticiamos que en nuestras aulas se iba a desarrollar las Jornadas sobre Narcocriminalidad impulsadas por el Ministerio Público de la Acusación. Lo más llamativo - y repudiable - fue nada más y nada menos la invitación a disertar a la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich junto a su par del Ministerio de Justicia German Garavano. Una dupla que a fines del año pasado no les tembló la voz cuando justificaron en una conferencia de prensa el operativo de Prefectura contra la comunidad Mapuche en el que asesinaron por la espalda a Rafael Nahuel.
Hoy pretenden que dé "cátedra" la ministra que hace menos de 24 horas ordenó reprimir brutalmente a quienes se manifestaban fuera del Congreso contra la Ley del Presupuesto 2019, redactado a medida del Fondo Monetario Internacional, dejando como saldo decenas de detenidos entre ellos trabajadores del Astillero Rio Santiago, docentes, estatales y militantes como Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa.
Los planes que pretenden el gobierno y el FMI se apoyan sobre dos bases fundamentales y necesarias: por un lado, la complicidad del peronismo y los gobernadores, y la pasividad de las conducciones sindicales. Por el otro, los palos, gases y balas que le garantiza Patricia Bullrich al mando de la cartera de seguridad. La represión es la respuesta más inmediata que tiene el gobierno ante las y los trabajadores y sectores popular copan las calles para defender sus condiciones de vida y no caer en la miseria.
Con los asesinos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, no
Desde la asunción de Cambiemos al Poder Ejecutivo, hubo sobradas muestras del avance de una agenda derechista por parte de los funcionarios oficialistas. Comenzando con el discurso de que "no fueron 30 mil" los detenidos desaparecidos en la última dictadura militar y su correlato en materia judicial, intentando retroceder en los juicios de lesa humanidad y brindando beneficios como el "2x1", pasando por la reaccionaria "doctrina Chocobar" alentando el gatillo fácil, la represión a los trabajadores, la criminalización de la protesta y el nuevo intento de sacar las fuerzas armadas a las calles.
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El año pasado la desaparición de Santiago Maldonado marco un antes y un después. Fuimos miles los que a lo largo y ancho del país colmamos las calles, primero por su aparición con vida y luego exigiendo verdad y justicia. La lucha fue también contra las miles de mentiras que propagaron los medios de comunicación y que salieron de la boca de Bullrich, y demostramos que Santiago murió tras la brutal represión de Gendarmería y que no estaba en Chile, tomando cerveza o con alguna novia.
Resulta lamentable que las autoridades de la Facultad de Derecho, donde se forman los abogados del futuro, nos quieran acostumbrar a naturalizar el pisoteo de los derechos humanos y las libertades democráticas. Por su parte, el Centro de Estudiantes dirigido por la por el Partido Socialista, que también gobierna la provincia, es parte de estas jornadas y, por supuesto, no emitió ni una palabra en contra.
Los Gobiernos y el eterno retorno de la "lucha contra el narcotráfico" para justificar la represión
¿A qué responden estas políticas? El nuevo intento de Cambiemos de sacar a las fuerzas armadas a la calle, con la excusa del terrorismo y el narcotráfico, tenía como fin un plan conforme a lo que reclama Estados Unidos para la seguridad interior de los países del Cono Sur. Y así es como todo cierra: se busca el enemigo interno para aumentar la capacidad represiva del Estado, que controle las calles en caso de estallidos sociales. En ese sentido, fue Bullrich quien semanas atrás tildó a dirigentes sociales de ser "narcos", a pesar de que quienes están imputados por causas de narcotráfico sean, por ejemplo, intendentes como Sergio Varisco de Paraná, del propio oficialismo.
Pero no son ningún invento las campañas mediáticas de "lucha" contra el narcotráfico. El gobierno anterior hizo lo suyo cuando movilizaba las fuerzas armadas con el operativo "Cordón Norte", o luego Daniel Scioli en 2015, que en campaña prometía profundizar esta política. Lo que si puede considerarse nuevo es el fuego amigo en esta materia, si tenemos en cuenta que fue Elisa Carrio la que días atrás confesó que las mismas fuerzas federales son las que "siguen haciendo el negocio pero te entregan un pedazo para decir que estamos luchando”.
Mención aparte merece el Partido Socialista que gobierna Santa Fe y pelea el podio de la hipocresía. En Rosario la "lucha" contra el narcotráfico significó desde el año 2014 el desembarco de miles de gendarmes en operativos inauditos, transformando los barrios de Rosario en verdaderos guetos sitiados por las fuerzas de seguridad que se continuaron en el tiempo.
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A raíz de la crisis abierta en la provincia por los escándalos de narcotráfico que involucraba al propio Jefe de la Policía Provincial Hugo Tognoli, quien fue defendido públicamente por los mismísimos Hermes Binner y Antonio Bonfatti. Ante tamaña crisis fue necesario el volantazo y la respuesta fue la militarización de los barrios. Primero con los acuerdos con Sergio Berni al mando de la cartera de seguridad nacional y actualmente con Bullrich. Pero el negocio sigue, y lo único que lograron fue la estigmatización y criminalización de la juventud en los barrios humildes, dejando decenas de denuncias de abuso, ataques homofóbicos y violencia estatal.
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Si hay algo que queda claro es que sin complicidad estatal y de las fuerzas de seguridad el narcotráfico no podría existir. Y es por eso que rechazamos que sean nuestras aulas las que sirvan para justificar sus políticas de aumento de la represión estatal para el control social de la población, mientras son ellos los verdaderos responsables de lo mismo que dicen "combatir".