El origen del sistema solar y del agua en la Tierra (y quizá aun la vida) son preguntas que tal vez puedan ser respondidas escudriñando sobre la superficie de un cometa en un recóndito lugar del espacio. Esos interrogantes son parte del plato fuerte del programa científico que se lleva adelante con la sonda espacial Rosetta de la ESA (Agencia Espacial Europea) que fue al encuentro del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, a unos 500 millones de kilómetros de la Tierra.
Sábado 15 de noviembre de 2014
Impresión artística de la nave Rosetta al cometa 67P / Churyumov-Gerasimenko. La imagen no está a escala. Rosetta mide 32 m de ancho incluyendo los paneles solares, mientras que el núcleo del cometa se piensa que es alrededor de 4 km de ancho. Su tamaño es comparable al del Cerro Aconcagua.
Foto: ESA–C. Carreau/ATG medialab
Los cometas son parte del material remanente del proceso de formación, hace 4.500 millones de años, del sistema solar. Y, a diferencia de los planetas que sufrieron muchos cambios durante su evolución, se supone que los cometas son relictos (remanentes primigenios aislados) que conservan casi inalterados ese material. Por ello, el objetivo principal de la sonda es investigar la composición y características de 67P que puede dar información sobre la formación del sistema solar.
Debido a que los cometas están compuestos por una gran cantidad de hielo, se sostiene la hipótesis de que la mayor parte del agua de los océanos en la Tierra no es un remanente de la época de su formación sino que proviene de los numerosos cometas que impactaron contra ella, en un período posterior, cuando ya se había enfriado lo suficiente como para retenerla. Por entonces, la abundancia de cometas en el espacio era alta y existe la hipótesis de que además de agua, pudieran haber traído materia orgánica.
Los cometas son considerados en general como objetos que pueden portar moléculas prebióticas, es decir, moléculas que son los precursores de la vida, pero no microorganismos vivos. No obstante, algunos investigadores creen que Rosetta puede contribuir a la hipótesis de panspermia: la posibilidad de que microbios activos o inactivos puedan ser pasajeros y viajar dentro de los cometas. Determinar si el agua de los cometas tiene materia orgánica y de qué tipo, puede ayudar a entender el origen de la vida en la Tierra.
El cometa 67P es asimétrico, su diámetro mayor es de 4 km y el menor de 2,5 km. Si pudiéramos verlo a la luz del día sería tan oscuro como el carbón. El hecho de que esté compuesto por hielo puede sugerir la idea de que su superficie es altamente reflectante. Sin embargo, estos cuerpos atraen polvo interplanetario que oscurece su superficie, y la radiación de los rayos cósmicos también puede contribuir a oscurecer estos hielos.
Los rayos cósmicos rompen los enlaces de los átomos de oxígeno del hielo de agua, dejándolos libres para combinarse con las moléculas de carbono simples que se encuentran presentes y formar grandes y complejos compuestos oscuros parecidos a los alquitranes y al petróleo crudo. Con el tiempo, el cometa puede quedar completamente cubierto tanto por el polvo como por estos materiales orgánicos complejos.
Otros datos: las temperaturas en 67P pueden ir de -243°C en las profundidades a -43°C sobre la superficie. Algunos de los gases detectados son: agua, monóxido de carbono, dióxido de carbono, amonio, metano, metanol.
Si el programa de investigación ya es ambicioso de por sí, no lo es menos la proeza tecnológica desplegada, que es un hito de la astronáutica y la ingeniería, cuyo punto más alto es haber logrado que un amasijo de instrumentos que lleva el nombre de Philae, pudiera ser teledirigido entre la emisiones gaseosas, tenues, pero que afectan la navegación, hasta posarse sobre la superficie -inhomogénea y angulosa- de 67P/Churyumov-Gerasimenko, que por su tamaño tiene poca gravedad.
Las mediciones ya están siendo retransmitidas a la Tierra por su nodriza, la sonda Rosetta. Las señales llegan con un retraso de unos 20 minutos debido a que tienen que recorrer una distancia cercana a cuatro unidades astronómicas (una unidad astronómica es distancia entre la Tierra y el Sol). Se aspira a que la sonda se mantenga en las cercanías relevando datos hasta que la actividad cometaria por la sublimación del núcleo de hielo se incremente por encima de valores aceptables, y se desarrolle la estela de gas y polvo característica que da significado a la palabra cometa que proviene del griego y significa “astro con larga cabellera”.
El inconveniente más serio pero no determinante en la misión ha sido que el sistema que tiene Philae para atornillarse al suelo y anclarse al tomar contacto con la superficie no se logró porque no funcionaron los pequeños cohetes que debían empujarlo contra la superficie. El módulo rebotó, los paneles quedaron mal orientados y se prevé que funcione hasta que se le acabe la energía. Si bien se harán intentos de realineación, es muy probable que no se consiga el bonus track del objetivo de máxima de tener mediciones in situ a medida que el cometa se vuelva más activo en su trayectoria de acercamiento al Sol. Solamente se podrán recibir los datos Rosetta estimando que la misión durará casi unos dos años más.
Lanzada en marzo de 2004, la sonda ha estado viajando diez años describiendo órbitas elípticas alrededor de la Tierra y de Marte, ganando impulso cada vez aprovechando la gravedad de cada uno de estos como si fueran honderas espaciales. Los últimos tres años se mantuvo en estado de hibernación y hasta el mes de julio pasado el vuelo fue a ciegas.
Originalmente, la misión tenía por objetivo el cometa 46P/Wirtanen pero debido a un retraso en el lanzamiento, se seleccionó al cometa periódico 67P/Churyumov-Gerasimenko, que también cumplía condiciones adecuadas para la misión. 67P lleva este nombre por el astrónomo Klim Churyumov y la astrónoma Svetlana Gerasimenko que lo descubrieron en 1969 en una expedición al Instituto de Astrofísica de Alma-Ata. La P indica que es periódico.
El nombre de la sonda está inspirado en la piedra de Rosetta, un pedazo de roca encontrado en la ciudad homónima, en la que los antiguos egipcios grabaron un texto en varias lenguas que publicaba un decreto del faraón Ptolomeo V, hace más de 2200 años atrás. El nombre Philae, del módulo de instrumentación, también corresponde al nombre de una ciudad egipcia (en la actualidad sumergida por la construcción de la presa de Asuán), donde estuvo erigido un obelisco que tuvo un rol importante en el descifrado de la piedra Rosetta. Se espera que ahora la sonda Rosetta revele las claves de la formación del sistema solar, al igual que la piedra de Rosetta sirvió para desvelar la escritura jeroglífica egipcia y entender su cultura,
Is the capitalism, stupid!
La misión lleva gastados en 20 años unos u$s1.600 millones. Las críticas o denuncias que suelen aparecer frecuentemente en el común de la gente es que ese dinero podría ser usado con fines mejores para atender “males sociales”, como el hambre o la falta de vivienda.
La denuncia encierra solo una parte de la verdad. Para el sistema capitalista es una inversión altamente redituable donde las innovaciones tecnológicas son empleadas por los grandes compañías que se apropian de los beneficios. Por otra parte, tanto o más importante que lo anterior, dichas innovaciones alimentan el desarrollo de armas sofisticadas que luego son empleadas por los países imperialistas para someter a las naciones y pueblos que se levantan contra sus intereses.
Como si fuera poco, la hazaña de la ESA es utilizada con fines reaccionarios por políticos patronales y editoriales burguesas para instalar el sentido común de que el éxito fue posible debido a la unidad europea, enmascarando la trama de opresión de nacionalidades y semi-colonialismo ejercidos sobre los países menos desarrollados económicamente.
No es necesario ser muy perspicaz para darse cuenta de que estas innovaciones podrían ser utilizadas para multiplicar el desarrollo económico y social -no solamente para que no falten alimentos o viviendas- sino para emancipar progresivamente del trabajo a la humanidad y que ésta pueda dedicarse en su libre albedrío al arte, la ciencia, al deporte, la cultura en general, y también al ocio y a una vida social plena.
Ese futuro no es una utopía, es materialmente posible y está en las manos de la clase obrera y el pueblo en general que tiene que descifrar en la lucha de clases su propia piedra Rosseta camino al socialismo y una sociedad sin explotación ni opresión.