A 104 años de su nacimiento, Juan Rulfo nos dejó como un hermoso legado además de sus extraordinarias obras, el registro grabado de su voz en cuatro cuentos de El llano en llamas, grabados en los estudios de la UNAM como disco de vinilo en el año 77.
Lautaro Pastorini @lautarillodetormes
Sábado 15 de mayo de 2021 16:41
(Fotografía de estudio de 1955/Foto Juan Rulfo)
“-Ya mirará usted ese viento que sopla sobre Luvina. Es pardo. Dicen que porque arrastra arena de volcán; pero lo cierto es que es un aire negro. Ya lo verá usted. Se planta en Luvina prendiéndose de las cosas como si las mordiera. Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si se llevara un sombrero de petate, dejando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos. Ya lo verá usted.”
Luvina, El llano en llamas. Juan Rulfo 1953
“Nunca un campesino mejicano ha hablado como un campesino de Rulfo en la realidad. Y nunca un campesino mejicano ha sido tan genuino para nosotros, como un campesino de Rulfo”. Dijo el escritor mejicano Juan Villoro en un seminario en El Colegio Nacional en 2016. El punto que quería probar Villoro era que Rulfo no era solamente un antropólogo del lenguaje o un “taquígrafo del habla”. Rulfo capta con solvencia ciertos modismos pero al mismo tiempo construye un universo, una realidad paralela. La vida que no es vida hasta el final, y la muerte operando sobre el mundo de los vivos y que rara vez los deja en paz. La construcción de la escenografía, aparentemente vaga y apática, funciona como un terreno fértil para que entren de lleno la poesía y los símbolos.
En 1953 Rulfo publica El llano en llamas, una obra de cuentos que se convirtió en un éxito editorial que recorrió el mundo. Dos años después, su novela máxima: Pedro Páramo. Luego se alejará de la literatura por un buen rato, dedicándose a la fotografía y a la investigación de la historia indígena, lo que generó una serie de mitologías alrededor de por qué no había publicado más que dos obra. En el año 80 publica “El gallo de oro”. En el año 77, sale el disco “Voz viva de México” donde se publican algunos de sus cuentos del El llano en llamas y algunos fragmentos de Pedro Páramo en audios.
Los invitamos a que se sienten con un vaso de whisky, un mate, o lo que tenga a mano y sea conveniente al horario en cuestión. Viajemos a los valles mejicanos, a los restos de las guerras cristeras, al calor de este universo conducidos por la voz amable de Rulfo, sus manejos del silencio, su intimidad, sus modismos, y sus personajes. Ya lo verá usted.
Diles que no me maten
Luvina
No oyes ladrar los perros
Talpa