Rumbo al Consejo General de Delegados del Sindicato Independiente de Trabajadores de la UAM, compartimos un balance de la histórica huelga que protagonizaron las y los trabajadores del Situam hace poco más de un mes.
Martes 11 de junio de 2019
La histórica huelga del SITUAM se dio en el marco del gobierno de la 4 Transformación, lo que le da un gran carácter combativo. Tuvo en contra la falta una auténtica política de su solidaridad activa por otros sindicatos (más allá de las simpatías mostradas por algunas organizaciones), por lo que no pudo poner contra la pared a las autoridades.
Consciente de la situación, el rector se mantuvo en su exposición inflexible y se envalentonó para intentar dividir y desmoralizar al sindicato.
Así, la enorme combatividad de la base trabajadora que nutrió las guardias, brigadas, asambleas y movilizaciones, no bastó para romper el tope salarial impuesto por debajo de la inflación para todo el gremio educativo. De haber logrado su demanda salarial, hubiera creado mejores condiciones de lucha para los sindicatos universitarios. Por eso era elemental el paro unificado universitario. Aun así, lograron imponerle a las autoridades el pago del 100% de salarios caídos y prestaciones.
En el momento de la votación para determinar el levantamiento de la huelga, se respiraba un ambiente de unidad y mucha moral. Esta enorme experiencia de uno de los sindicatos más importantes del gremio universitario (que un tiempo fue conocido por su combatividad), arroja lecciones que son claves para afrontar futuras batallas que tocan la puerta en cada centro de trabajo con la reforma laboral y educativa que prepara el gobierno federal.
Pero la huelga permitió extraer importantes conclusiones. En primer lugar los trabajadores del SITUAM lograron desnudar la farsa de la austeridad republicana. Se hizo evidente que esta política, disfrazada de ajuste a la odiada casta política y burocrática, se convirtió en despidos masivos y la justificación de la patronal para recortar insumos necesarios para el desempeño del trabajo, la negativa a apertura de más plazas, y la “imposibilidad” para ofrecer un aumento salarial que mínimamente pudiese igualar la inflación.
Mientras que se demostraba que los verdaderos altos funcionarios (la “casta dorada”) siguen gozando de salarios millonarios como el rector de la UAM, Eduardo Peñalosa quien, ganando más que el presidente, percibe un sueldo de millón y medio de pesos al año.
A esto se suma el lastre de la estructura anquilosada, vertical y antidemocrática que existe en la UAM para la toma decisiones; un combate que -junto con los estudiantes- es clave dar en pro de la democratización de la universidad impulsando un modelo de gobierno tripartito, donde alumnos, trabajadores y académicos sean quienes decidan el rumbo de la institución.
El tope salarial fijado en 3.5% -por debajo de la inflación- para sindicatos de educación media superior, superior y recientemente en el SNTE (educación básica) confirma la herencia de uno de los aspectos más rancios del neoliberalismo supuestamente “abatido” por los discursos mañaneros de la 4-T.
Aunado a esto, y pese a que el desarrollo y el desenlace del conflicto no requirieron una intromisión directa del gobierno (como intentó hacerlo contra las huelgas en Matamoros), los diputados locales del Morena ya afilaban los cuchillos con una propuesta de “referéndum” con personal de confianza para votar el levantamiento de la huelga. Mostrando así el verdadero carácter patronal del gobierno pese su discurso de “primero los pobres”.
La huelga permitió a los trabajadores en lucha, confirmar las viejas prácticas antiobreras de las instituciones como la Junta Local y Federal de Conciliación y Arbitraje en la 4 Transformación, que con diversas maniobras siempre se posicionaron a favor de las autoridades universitarias.
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También por la negativa, los trabajadores pudieron confirmar los límites de las principales centrales sindicales que se reclaman democráticas (UNT, NCT y los mineros) que pudiendo convocar a movilizar a sus bases (y desarrollar así la más amplia unidad obrera en las calles), consideran que basta con la solidaridad formal de los desplegados para fortalecer las luchas.
Sus dirigentes se negaron categóricamente a llevar adelante medidas reales de solidaridad como replicar el paro que los trabajadores de la UPN hicieron en solidaridad con la huelga del SITUAM. Con ello, la dejaron aislada, negándose a expresar de manera contundente la simpatía de sus bases, y mostrando el poco interés en el desarrollo y triunfo de esta lucha; a ellos también les corresponde que el movimiento no hubiera obtenido sus demandas. Esto, con el marco político en el que la Cuarta Transformación llega al poder producto de las esperanzas de cambio político y económico del país.
Más que una ruptura con las políticas del pasado régimen, la 4-T apunta a darle continuidad a todo lo que quedó pendiente de los planes “truncados” de Calderón y Peña Nieto.
La aprobación del T- MEC, el marco jurídico para la actuación de los militares bajo la máscara de la Guardia Nacional, los megaproyectos al servicio de la guerra comercial que sostiene EEUU con China; una reforma laboral que retoma partes de la de Peña Nieto y se aprueba tras la exigencia directa del imperialismo estadounidense a pedido de Nancy Pelosi; la continuidad de la reforma educativa, entre otras.
Conclusiones para preparar los combates del futuro
Esta lucha nos mostró la vigencia de la huelga como método de combate de los trabajadores, pero también la limitante para romper el tope salarial a partir de las propias fuerzas de un sindicato o varios que actúan de manera separada. Una primera conclusión es que no podemos seguir con más luchas aisladas.
También mostró la necesidad de ganar para la lucha a sectores precarios y al propio estudiantado de la influencia de las autoridades. Urge una política de unidad con los sectores precarios administrativos y académicos, compuesto por miles de trabajadores que estarían dispuestos a luchar junto al sindicato bajo una pelea por la basificación para estos sectores.
Esta política fortalecería al sindicato, además de profundizar el cuestionamiento a las autoridades y la antidemocracia imperante en la toma de decisiones en la universidad que van desde el plan de estudios de una carrera y su enfoque, hasta la administración del presupuesto universitario. Por ello es necesario plantear el voto directo para todos los cargos en perspectiva de desarrollar la propuesta de un gobierno tripartito con mayoría estudiantil para decidir los destinos de la Universidad, tanto en lo académico como en los salarial, además de barrer con la corrupción y el desvió de recursos de manera real.
La posición del gobierno federal respecto al conflicto, expresado vía sus instituciones y sus diputados queriendo pasar por encima de la autonomía sindical, sumados a la aprobación de leyes que apuntalan a darle continuidad a las políticas de los gobiernos anteriores, dan pauta para pensar en quienes serán nuestros aliados y quienes nuestros enemigos en los combates que están por venir.
Bajo la aprobación de la reforma laboral, el TMEC, los megaproyetos, la militarización del país y el recrudecimiento de fenómenos aberrantes como el feminicidio, es urgente poner en pie una corriente clasista al interior del SITUAM, que se apueste a ponerse al frente de una gran campaña contra la reforma laboral.
Esta campaña debe apostarse a fortalecer el sindicato y recuperar su anterior tradición de lucha, unificando las filas de las sindicalizados y los precarios. Una corriente que planteé -con base en la movilización- la necesidad de repudiar los feminicidios y organizarse contra las condiciones laborales precarias de las trabajadoras formando comisiones de la mujer al interior del sindicato.
Una corriente democrática clasista que se apueste a recuperar el sindicato, con base a la unidad más amplia, para transformarlo en herramienta de lucha que responda a los intereses de la base trabajadora.