Seguramente ya lo escuchaste de boca de Daniel Scioli. Sí, fue él quien dijo que necesitamos inversiones, porque esto es “seduciendo al capital”, no “combatiendo al capital”. Inversiones que vendrían en barco, en avión o por ventanilla, vaya uno a saber si del norte o de oriente; lo importante es que al patrón le vaya bien.
Viernes 18 de diciembre de 2015
A nosotros, amigo trabajador, nos queda secar el sudor, ponerle ganas al verano y ver cómo corremos al bebedero más cercano para tomar un poquito de agua fría (esto en caso de que tengas la suerte de tener algún bebedero). Ya a esta altura del año el cuerpo nos pasa el balance doloroso; duele la cervical o posiblemente nos toque sobarnos el brazo que, bajo el “cuero” y aferrándose al hueso, los cartílagos acusan el insobornable dolor de la tendinitis. ¿Cuántos años así?
Pero bueno, Scioli que hablaba de las enormes ventajas del capital y las derivas peligrosas en que los trabajadores solemos caer cuando peligra el plato de comida de los “pibes” y que decía sonriente con su cara de muñeco que "Si las empresas amenazan con cerrar, los trabajadores quieren romper todo. Hay que tener tranquilidad para buscar consensuar hasta que vaya normalizándose esta situación y no entre en una psicosis", perdió.
“Los hombres (y mujeres) pasan, las instituciones quedan”, las palabras también.
Mauricio Macri, que no es Daniel, pero que profesa al igual que él la defensa del capital, volvió sobre el asunto y dijo con ese tono educado y gatopardista que “Con estos niveles de ausentismo y conflictividad no somos un país viable”, y le pidió a la burocracia sindical que como “gremios tienen que trabajar para reducir el ausentismo, uno de los grandes problemas". Más que sindicatos, oficinas anexas de RRHH; eso lo hicieron los peronistas y a Macri le gusta que sea así.
Pero en cualquier caso, amigo trabajador, los inversores, los empresarios, los capitalistas pedirán siempre lo mismo, vos lo sabes bien: negocios rentables y recuperar lo que según ellos invirtieron y que para nosotros es un robo, las inversiones; un ambiente propicio; reglas permanentes, eso que se llama garantía jurídica significa que vas a trabajar más. Ya tenemos dos jueces puestos a dedo para ello y una devaluación que seguramente te come los pesos del bolsillo sin que aún sientas los dientes de las ratas. No te van a perdonan los índices. Los empresarios no perdonan.
Pero mira, este asunto del ausentismo, el “gran problema”, no es nuevo, era ya un “gran problema” para el kirchnerismo. Ellos preferirían que no te enfermes, que no te quejes, y se congraciarían de tal forma si orinas o defecas fuera del horario de trabajo; los empresarios les palmarían la espalda y dirían con sonrisa cínica “que bien lo hacen”.
Sabés por qué te lo digo, porque la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) impulsada desde el Ministerio de Trabajo verificó que el total de trabajadores que no concurrió a sus lugares de trabajo durante el 1° semestre del 2015 no lo hizo debido a: 47 % problemas de salud, un 11 % se ausentó por problemas personales y la proporción de los que fueron afectados por accidentes de trabajo rondan el 6 %, algo poco creíble. Pero a la encuesta no se le escapó el 21 % que faltó sin avisar.
No podemos olvidarnos que los diferentes problemas de salud causados por los ritmos de producción están dentro del 47 % inicial y que un número nada despreciable de accidentes no son denunciados por temor a perder el trabajo. Mucho menos en los talleres clandestinos donde por ejemplo se fabrica la ropa infantil Cheeky, propiedad de la primera dama Juliana Awada. Talleres que se han transformado en verdaderas tumbas del dolor. De conjunto, el 64 % del ausentismo laboral en las empresas privadas de 10 y más trabajadores, excluyendo el sector primario, localizadas en los ocho centros urbanos medidos por la encuesta durante el 1° semestre de 2015 son por problemas de salud o que afectan de alguna forma al conjunto de las familias obreras. Por esto te digo. amigo trabajador. que vas a trabajar mucho más, porque a los empresarios le seduce la idea de que en algún momento podes acortar a tal punto sus tiempos muertos que no tengas más vida que la de una máquina.