La República del 1-O vence en las elecciones del 155. En este marco, la CUP-CC cae de 10 diputados a 4, una caída que encuentra razón en el “voto útil” y también en su estrategia de “mano extendida” a la dirección del procés.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Jueves 21 de diciembre de 2017
Foto: Antonio Litov
Noche electoral cerrada y un titular inequívoco, la República del 1 Octubre vence en las elecciones del 155. En el marco de una cita electoral con participación histórica, el bloque soberanista consigue la mayoría en escaños. Tal como ha señalado Carles Riera (CUP) en su comparecencia ante los medios se ha “derrotado el 155. El golpe de Estado español y de la UE, ha quedado claramente deslegitimado”.
No obstante, el sabor que deja este 21D no será igual para todos. En el caso de la CUP-CC, han cosechado unos resultados marcadamente peores que en 2015. Han pasado de contar con 10 diputados en el hemiciclo del Parlament a contar con 4 para la nueva legislatura que se abre.
Esa doble cara se dejaba sentir en el “bunker” de la formación independentista. “Nosotros no podemos estar contentos hoy, pero mañana será otro día y hay que sumar” o “nos tenemos que quedar con que hay mayoría soberanista” han sido algunas de las primeras impresiones de los simpatizantes de la CUP concentrados en la Nau Bostik de Barcelona.
Esta bajada de votantes traducida en esa pérdida destacada de escaños se explica, en parte, por la importante concentración del voto en las dos principales formaciones, JxCat (Junts per Catalunya) y ERC (Esquerra Republicana de Catalunya). Las dos formaciones dirigentes del procés han gozado de un prestigio que se ha traducido en esa concentración de votos en el bloque soberanista.
Pero además de este “voto útil”, la formación de la izquierda independentista ha acusado los años de política de mano extendida a la dirección de CiU y luego Junts Pel Si. Esa subordinación en la estrategia política, y más recientemente, en la movilización, ha borrado a la CUP como posible alternativa.
Inclusive en su programa electoral, lejos de valorar de forma crítica este camino andado como furgón de cola de la dirección del procés, la CUP volvía a insistir en la voluntad de apoyar e incluso formar parte de un hipotético gobierno con JxCat y ERC.
Una vuelta de tuerca más a la política de mano extendida, pues a estos comicios se llegaba tras una jornada de resistencia histórica como el 1-O, la huelga general del 3-O o el 8-N, o la conformación y extensión de los CDRs. Componentes de movilización sobre los que la CUP no se ha apoyado decididamente y con hechos para presentarse tampoco este 21D como una alternativa a la estrategia de sus “hermanos mayores”.
Con la dirección del proceso hablando desde hace semanas de la necesidad de un referéndum pactado con el Estado y la UE, la estrategia de mano extendida y subordinación de la CUP se ha demostrado inservible para levantar una alternativa capaz de pelear contra la escalada represiva que ya ha iniciado el Gobierno, la Corona y la Judicatura con el 155 y contra las futuras medidas en los próximos meses.
Si algo ha quedado claro este 21D, por supuesto además de la voluntad del pueblo catalán por hacer efectiva la República catalana, es la necesidad de levantar una izquierda anticapitalista e independiente la dirección del proces, una dirección que ya ha demostrado que se niega a llevar la lucha por la República hasta el final.
Una izquierda que desarrolle la organización en los barrios, centros de trabajo y universidades para imponer la voluntad expresada el 1-O y reafirmada ese 21-D, de la única forma factible, a través de la movilización social. Una movilización que una esta demanda a un programa para que esta crisis la paguen los capitalistas.